La apuesta de expansión del sector agropecuario y agroindustrial en los últimos años es claramente observable en el fuerte crecimiento de los créditos tomados por empresas y productores, y de los proyectos de inversión.
El agro ha tomado más riesgos, aumentó el volumen de financiamiento, mejoró su productividad y acompañó el desafío propuesto por los gobiernos de invertir más.
Ahora necesita un sendero de certidumbres luego que en 2011 se dieron señales contradictorias desde el poder político que se sumaron innecesariamente a los desafíos de un escenario externo ya de por sí complicado.
Las cifras sobre productividad, inversión y aumento en el financiamiento son elocuentes y por eso en 2012 los mensajes oficiales deberían tener como objetivo que vuelvan a aumentar. Ya el clima, los costos y el mundo desafían al sector como para que los productores y empresas tengan más variables que atender.
Los datos oficiales sobre el acceso al crédito de productores y agroindustrias muestran una tendencia de expansión que no se detuvo a pesar de los problemas generados por la crisis financiera o por los episodios climáticos adversos con tres eventos de La Niña en los últimos cuatro años. También confirman el muy bajo nivel de incumplimiento que lleva las tasas de morosidad a números casi marginales.
Los datos son generales y, obviamente, no traen cifras sobre apalancamiento de los créditos por parte de los productores y empresas, aunque la creciente y estricta regulación bancocentralista permitiría inferir que no estamos ante un boom o burbuja.
A nivel general, el saldo promedio de créditos del sector agropecuario fue de US$ 1.201 millones en los primeros 11 meses del año pasado contra los US$ 970 millones de igual período de 2010 y los US$ 824 millones de 2009.
En noviembre de 2011 –el último dato disponible– el saldo de créditos al sector agropecuario fue de US$ 1.303 millones con apenas US$ 6 millones de operaciones vencidas.
Veamos el caso del sector agrícola en el que la expansión del área y de los costos e inversiones asociados llevó a que el aumento del crédito bancario fuera inevitable. Ya no alcanza con los recursos propios o el financiamiento de los proveedores de insumos para jugar en la cancha grande de la agricultura.
Entre enero y noviembre de 2011 el nivel promedio mensual de créditos otorgados al sector arrocero fue de US$ US$ 94,7 millones, según los datos del Banco Central. En los primeros 11 meses del año 2010 el monto promedio fue de US$ 66,13 millones. Salvo en 2009 –tras la eclosión de la crisis financiera internacional– se observó un aumento en el volumen de financiamiento. En junio de 2005, cuando comienza la serie, el monto era de US$ US$ 35,7 millones.
En la producción de oleaginosas –básicamente soja– los números revelan un crecimiento casi exponencial. En los primeros 11 meses de 2011 el monto promedio mensual de créditos fue de US$ 117,6 millones contra US$ 66 millones en igual período de 2010, US$ 26,36 millones de 2009 y los US$ 16,4 millones de 2008.
Los datos del BCU referidos al trigo exhiben un menor nivel de créditos a pesar de la expansión del área. Entre enero y noviembre de 2011, el monto promedio de créditos fue de US$ 34,8 millones, creciendo gradualmente desde los US$ 9,28 millones de 2008.
La producción ganadera ha debido enfrentar la expansión de la agricultura y la forestación y en ese proceso la inversión estuvo acompañada de mayor endeudamiento. En 2011 el promedio mensual fue de US$ 278,13 millones frente a US$ 211 millones de cuatro años atrás.
En noviembre el monto de créditos fue de US$ 308,4 millones, con apenas US$ 1,03 millones de préstamos en mora. En junio de 2005 la cifra de créditos era de US$ 119 millones con US$ 15 millones en incumplimiento.
Como se ve en las gráficas, la industria frigorífica y la de productos lácteos ha ido moderando su nivel de endeudamiento a lo largo de los últimos cuatro años.
En el sector lácteo se pasó de un nivel promedio mensual de US$ 120 millones en 2008 a US$ 70 millones en 2011. Los molinos arroceros, por el contrario, han aumentado el volumen de créditos al doble en los últimos cuatro años. En todos los casos los niveles de incumplimiento son marginales.
Las inversiones.
En los últimos años el sector agropecuario aprovechó los beneficios fiscales que da el gobierno para promover la inversión. La Oficina de Programación y Política Agropecuaria (Opypa) evaluó la promoción de inversiones en el agro y en la agroindustria desde 2008 a 2011.
Entre enero y setiembre del año pasado la Comisión de Aplicación (Comap) de la Ley de Inversiones aprobó proyectos por una inversión asociada de US$ 105 millones. El máximo se dio en 2009 con un total de US$ 120,8 millones (ver gráfica).
Si se toman solo los proyectos ligados al sector primario la inversión promovida representó 8% del total entre 2008 y el 30 de setiembre de 2011. En cambio, cuando se toma el sistema agroindustrial en su conjunto el porcentaje trepa al 36% de la inversión promovida en el período. En los últimos tres años la promoción promovida estuvo entre US$ 320 y US$ 365 millones. La producción agrícola exhibió un aumento constante en los proyectos de inversión aprobados a pesar que el proceso de expansión del área de granos “se habría detenido en las últimas dos zafras”, según Opypa.
En los primeros nueve meses de 2011 la Comap dio luz verde a proyectos agrícolas por una inversión asociada de US$ 71,4 millones frente a los US$ 39,1 millones de 2010 y los US$ 24,5 millones de 2009.
La producción pecuaria no se ha beneficiado de los estímulos fiscales. Solo se destaca en 2009 la inversión de la neozelandesa New Zealand Farming System para la instalación de tambos por fuera de la cuenca lechera tradicional.
La industria de alimentos y bebidas fue uno de los principales promotores de proyectos destacándose la inversión para el aumento de capacidad de la industria frigorífica –con una planta construida desde cero en Durazno– a lo que se sumaron emprendimientos de las malterías y los molinos arroceros. La industria láctea, en tanto, generó proyectos por cerca de US$ 70 millones entre 2008 y los primeros nueve meses de 2011, concentrando casi el 10% del total del sector de alimentos.
Las inversiones asociadas a logística, almacenaje y transporte acompañaron el aumento de la producción y se ajustaron a los desafíos de ser más eficientes invirtiendo en consecuencia. Solo entre 2009 y el 30 de setiembre de 2011 fueron aprobados proyectos por US$ 180 millones con ese fin.
Nuevo combo de incentivos fiscales.
A comienzos de este año, el Poder Ejecutivo aprobó ajustes al régimen de promoción de inversiones que en el caso del sector agropecuario introduce incentivos a los proyectos que atiendan los impactos del cambio climático y la diferenciación de procesos productivos. El sistema determina los incentivos fiscales de acuerdo a una matriz de indicadores entre los que están el empleo, la descentralización, exportaciones, producción más limpia e inversiones en investigación e innovación. En el decreto aprobado se ajustaron los lineamientos de estos indicadores a la vez que se agregó uno sectorial. El Ministerio de Ganadería definió tres objetivos que –de cumplirse en los proyectos– asignarán un mayor puntaje a los mismos. En primer lugar están las inversiones destinadas a la adaptación o mitigación de cambio climático. El segundo objetivo es la diferenciación de productos o procesos, sea por la aplicación de buenas prácticas agrícolas, producción forestal sustentable o producción de carne orgánica e inocuidad de alimentos, entre otros. Asimismo, se tomará en cuenta si el proyecto apunta a la capacitación de los trabajadores rurales. En este caso se trata de un objetivo compartido con los otros ministerios sectoriales dada las restricciones existentes en cuanto a oferta de mano de obra calificada.
FUENTE: elobservador.com.uy
© 2024 Creado por AGRO 2.0. Tecnología de
¡Necesitas ser un miembro de AGRO 2.0 para añadir comentarios!
Participar en AGRO 2.0