En Piedras Coloradas, Orgoroso y Pandule, tres pequeños centros poblados de Paysandú, en Uruguay, casi todas las personas viven de la industria forestal. En la zona actúan Caja Bancaria, UPM, Montes del Plata y otras compañías.
En el almacén de Marga, en Orgoroso, hablan con nostalgia de Gustavo Pérez, un empresario muerto en accidente de tránsito en diciembre, cuya fábrica Palo Solo, que produce palillos de ropa y otros objetos, emplea a unos 70 pobladores.
Algo similar ocurre en muchos otros puntos del país, desde Villa del Carmen, en Durazno, hasta Barriga Negra, en Lavalleja. La forestación y la agricultura están cambiando incluso la faz de departamentos tradicionalmente deprimidos, como Durazno, Tacuarembó o Rivera.
Desde la colonización europea hasta principios del siglo XXI las principales exportaciones uruguayas fueron de origen ganadero: cueros, carne, lana. Pero el principal producto exportado en 2012 probablemente será la soja, un garbanzo que casi no se plantaba en el país hace 10 años.
Y en 2014, con la fábrica de celulosa de Montes del Plata operando a pleno, las exportaciones forestales -incluyendo las que salen de zonas francas- podrían llegar a los US$ 2.000 millones. Se trata del cambio productivo más trascendente desde la introducción de los frigoríficos a principios del siglo XX.
Reforms agraria
En las últimas dos décadas se ha producido "una reforma agraria" de gran significación, afirma el ingeniero agrónomo Pedro Soust (61 años), titular de la Dirección General Forestal del Ministerio de Ganadería.
La producción agropecuaria sacó al país del pozo en que había caído en 2002, creó fuentes de trabajo y contribuyó a mantener la población en el Interior, aunque se redujo el número de habitantes de la campaña a solo 5% del total (número que hay que tomar con pinzas, pues muchas personas que residen en centros urbanos se desplazan diariamente a sus trabajos en el medio rural).
La forestación no ha crecido a costa de otros sectores. En realidad, todos los rubros agropecuarios dieron un gran salto: la producción de leche se multiplicó por dos en los últimos 20 años, el área destinada a la agricultura se multiplicó por tres en la última década, y la ganadería, con el mismo stock bovino, elevó considerablemente su calidad y productividad. El 6% de las tierras de uso agropecuario se destinan a la forestación con fines industriales (el 70% con eucalipto), otro 7 u 8% a la agricultura, el 5% a la lechería y el resto a la ganadería.
En la última década, además, el antiguo principio del "deterioro de los términos de intercambio", según el cual los bienes industriales serían cada vez más caros en términos de materias primas y alimentos, se demostró falso, o al menos no inmutable.
País forestal emergente
En Uruguay se crearon áreas forestadas con especies de crecimiento rápido, en particular eucaliptos, desde la segunda mitad del siglo XIX.
Fanapel produce papel en Juan Lacaze desde 1899 y Pamer en Mercedes desde 1937. Pero la ley Nº 15.939, de 1987 estableció la exoneración de tributos para las superficies plantadas con bosques, el reintegro del 50% de los costos fictos de plantación, acceso a líneas de créditos blandos y exoneración de aranceles a la importación de bienes de capital e insumos.
Botnia adquirió bosques en Uruguay en 2003 y planteó al presidente Jorge Batlle la construcción de una planta de celulosa. La razón era simple: madera abundante, que crece mucho más rápido que en Suecia o Finlandia y que cuesta la mitad.
Otros inversores esperaron que se resolviera la grave crisis de 2002 y que se despejara el panorama político con las elecciones de octubre de 2004. Hasta entonces diversas organizaciones de izquierda, entre ellas la central sindical Pit-Cnt, y varios parlamentarios del Frente Amplio se habían opuesto a la construcción de plantas de celulosa en Fray Bentos. Desconfiaban del capital extranjero y argumentaron temas ambientales.
Pero en enero de 2005 el presidente electo, Tabaré Vázquez, dio luz verde a Botnia, que inició sus obras en Fray Bentos.
Era industrial
Con la consolidación de algunas firmas nacionales y el arribo de multinacionales como Botnia, Weyerhaeuser, Ence o Stora Enso -y el fin de los subsidios en 2007- terminaron los tiempos inaugurales de la forestación, que ingresó a la madurez. La forestación también ha sido una opción de inversión para pequeños ahorristas, que en los `90 adquirieron lotes forestados, o que realizaron su propia plantación aprovechando las franquicias.
La creación de aserraderos, la producción de paneles para construcción en Tacuarembó y la apertura en 2007 de la fábrica de Botnia, ahora UPM, pese al grave conflicto con Argentina, significó que Uruguay se puso en la cola de los países forestales emergentes como Brasil, Chile, Nueva Zelanda y Sudáfrica.
Urufor cuenta con bosques y aserraderos y exporta cortes de madera de calidad; la estadounidense Weyerhaeuser posee grandes extensiones de bosques y una planta de producción de tableros contrachapados y placas; Urupanel, que padeció serios problemas financieros y se vendió este año a capitales ecuatorianos, produce tableros diversos (MDF, Plywood) para construcción. En el norte del país proliferaron aserraderos que producen tablas y pallets. Bajo el liderazgo del Ministerio de Vivienda se estudia la fabricación masiva de casas de madera, que no tienen tradición en el país.
La fábrica de UPM como la de Montes del Plata operan en zona franca: importan productos desde territorio uruguayo, en particular madera en bruto, y embarcan celulosa desde sus propios puertos, por lo que esas ventas no se contabilizan como exportaciones uruguayas.
Según el Instituto Uruguay XXI, "entre los años 2014 y 2020 llegarán a la madurez las plantaciones realizadas para producción de madera para aserrado, contrachapado y madera de ingeniería".
También se prevé la fabricación en gran escala en Uruguay de muebles, molduras y viviendas industrializadas. Las plantas fabriles retroalimentan la plantación de madera y consolidan el ciclo productivo.
Exportaciones se multiplicaron por 88 en las últimas dos décadas
En 1990 las ventas al exterior de productos forestales uruguayos sumaban US$ 13 millones, en 2000 sobrepasaron los US$ 100 millones y en 2011 ascendieron a US$ 524 millones. Si se considera la celulosa exportada desde la zona franca de UPM, sin contar la materia prima que se usa para producirla, las exportaciones forestales el año pasado sumaron US$ 1.144 millones. P
ara entender su peso, en 2011 las exportaciones del sector cárnico, que incluye carnes bovina y ovina, menudencias, productos cárnicos y subproductos, totalizaron US$ 1.652 millones.
En 2012 comenzará a operar la nueva fábrica que Montes del Plata construye en Punta Pereira, cerca de Conchillas, Colonia, que agregará un gran volumen de celulosa.
Los principales productos exportados son madera en bruto hacia la fábrica de celulosa de UPM en Fray Bentos; chips (madera molida para procesar); placas para la construcción (contrachapada); tablas y tableros aglomerados (MDF y similares); cajas y pallets.
El sector maderero está volcado hacia la exportación, por lo que depende de los precios internacionales. Así, por ejemplo, la colocación de tableros cayó a partir de 2008 debido a la crisis de la construcción en el norte. El precio de la celulosa se hundió en 2009, se recuperó luego, cayó otra vez en 2011 y crece a inicios de 2012. Esos vaivenes tienen fuerte impacto sobre los productores y las empresas industriales y exportadoras, que soportan presiones del mercado desde hace cinco años. Las exportaciones del sector forestal cayeron 39% en los primeros cuatro meses de 2012 comparadas con igual lapso de 2011.
Sector emplea a 20.000
El BPS registra entre 18.000 y 20.000 puestos de trabajo más o menos directos en la cadena forestal. "Y además hay una aureola muy grande de gente que vive del sector, desde transportistas hasta talleres mecánicos, pasando por toda suerte de servicios", resume Pedro Soust, de la Dirección General Forestal.
En los `90 la forestación generó pocos empleos permanentes, mayormente de baja calidad. Pero el creciente proceso de industrialización mejoró cantidad, calidad y formalidad. Un 62% se emplean en el campo, 28% en la industria y 10% en transporte.
FUENTE: El País
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