Juli Bergé es uno de los pocos agricultores leridanos que hoy en día sigue cultivando maíz ecológico. Dedica a este producto unas 10 hectáreas de terreno en Bellcaire d’Urgell (Noguera) y para evitar contaminaciones de los campos cercanos, que han plantado la variedad transgénica, tiene que sembrar casi un mes más tarde. Así consigue minimizar el riesgo pero no cuenta con plenas garantías de salvar su producción y, por lo tanto, es probable que tenga que comercializarlo como convencional si no supera los requisitos para obtener el certificado ecológico.
“Produzco maíz ecológico para que ningún político ni multinacional de semillas transgénicas diga que no existe ningún problema de coexistencia”, afirma. El productor, que a su vez representa la Associació d’Empresaris Ecològics AE2, pide medidas a las administraciones para evitar los casos de contaminación o que, por lo menos, se compense a los perjudicados. “Siempre se aconseja a los productores de transgénicos que planten una zona de maíz convencional para evitar que las plagas se hagan resistentes. Nos encontramos que, al final, nuestras producciones son su refugio”, explica.
La problemática del maíz se manifiesta este viernes en la Mesa Sectorial Agraria de Producción Ecológica. Así lo plantea el sindicato Unió de Pagesos, que formula la petición junto a AE2 y la Federació de Cooperatives Agràries de Catalunya. El responsable del sindicato agrario del área ecológica, Emili Aguilera, cree que algunas zonas que ahora empezarán a regarse con agua del canal Segarra-Garrigues se podrían declarar libres de transgénicos. “Los ingredientes están sobre la mesa: hay mucha demanda, es un producto que se paga más caro y tenemos un clima favorable”, comenta.
FUENTE: La Vanguardia
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