En los mercados tradicionales acudían múltiples vendedores y múltiples consumidores, dando lugar a una relación de muchos con muchos en la que existía un equilibrio en la información disponible (conocimiento de precios, conocimiento de costes, conocimiento de situaciones de escasez o abundancia, conocimiento de la demanda en función de calendario tradicional, especialización del vendedor, etc…). En estos mercados la información fluía de tal modo que incluso el procedimiento del regateo permitía ajustar el valor/precio de la mercancía en cada relación comprador-vendedor. Además la concentración de vendedores en una ubicación facilitaba en gran medida la tarea del comprador. El funcionamiento de este mercado minorista obtuvo tan buenos resultados que en él se inspiró gran parte el sistema económico actual: la economía de mercado.
En el siglo XX Clarence Saunders, Michael J. Cullen, Sam Walton y otros desarrollaron el supermercado moderno cambiando el funcionamiento del mercado minorista. Muchas fueron las ventajas de este sistema: dio al cliente un amplio género de artículos, el cliente se sirve a sí mismo, facilidad de horarios, etc… El éxito de esta idea fue tal que actualmente los supermercados y grandes almacenes manejan más cantidad de mercancías que las tiendas y mercados tradicionales. Desde el punto de vista de la información en la transición del mercado al supermercado la información cayó del lado del vendedor, de forma que se estableció una relación de un vendedor a muchos compradores. El comprador es libre de acudir a otro supermercado o tienda y comparar, pero no existen las facilidades que el mercado tradicional ofrecía para ello (distancia, tiempo, etc…).
Sin embargo, hoy en día, estos supermercados han vuelto a ubicarse en un mismo “sitio”: la Web, de forma que se puede restablecer el equilibrio de información entre vendedores y compradores, así frente al “supermercado” aparece ahora un “supercomprador”. El objetivo inicial de este proyecto de investigación fue desarrollar una herramienta que permita a los consumidores desarrollar sus propios estudios de mercado de forma que se equilibre la cantidad de información, y en la medida de lo posible el tráfico económico y de información, entre el vendedor y el consumidor en el proceso de compra.
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