Mayor ingreso de los chilenos, la caída de la oferta interna y la demanda asiática son los principales factores que están impactando en los precios.
Sucedió una mañana de mediados del verano. Lo Valledor estaba como siempre, bullicioso, con un mar de agricultores, compradores y cargadores. Nada hacía presagiar lo que vendría en el mayor centro de comercialización de frutas y verduras del país. Los pocos camiones con repollos que llegaron comenzaron a ser disputados a capa y espada por los comerciantes. Usualmente esa hortaliza se transa alrededor de los 200 pesos. Sin embargo, la mañana en cuestión la puja llegó a niveles nunca vistos. Los repollos se remataron en 1.000 pesos.
"Fue impresionante", recuerda Alejandro Cifuentes, hortalicero de Colina y presidente nacional de los productores de ese rubro.
Aunque el alza de los repollos amainó en los días posteriores, su valor siempre se mantuvo sobre los promedios históricos. La escena se repitió todo el verano con los otros productos agrícolas transados en Lo Valledor.
Para buena parte de los agricultores del país está fue una cosecha con precios excepcionales. Sólo en el maíz, con los problemas derivados de la importación desde Argentina, hay caras serias, el resto son sonrisas.
Otra cosa es lo que se vive en los hogares urbanos, especialmente en los más pobres. Según cifras oficiales, las familias pertenecientes al quintil de menores ingresos destinan el 37% de sus ingresos a los alimentos. El alza los empobrece aún más.
Por eso se entiende la premura del Gobierno para enfrentar este tema, en varios casos apuntando a la especulación frente a la sequía y la falta de transparencia del mercado. Los gremios agrícolas también apuntaron sus dardos hacia allá, a lo que sumaron el alza de costos, probablemente para no aparecer como los ganadores en un momento en que otros chilenos enfrentaban dificultades.
La verdad, sin embargo, es más compleja. Si bien esos son condimentos del alza de alimentos, más importante son ingredientes como el mayor ingreso de los consumidores chilenos, la caída de la oferta interna y la voraz demanda asiática.
Además, esos son los elementos que ayudan a explicar por qué, según datos de la FAO, el alza de los alimentos es más alta acá que en otros países latinoamericanos.
1. CAÍDA EN LA OFERTA
Los amantes de las parrilladas ya se han dado cuenta que juntarse con amigos hoy sale bastante más caro que hace un año. La explicación está en lo que ocurrió un lustro atrás. Los precios mundiales de la carne vacuna llegaron a sus mínimos en una década. Chile no escapó a esa tendencia, pues importa cerca de la mitad de la carne que consume. El tipo detrás de la parrilla invitó a más amigos, pero el ganadero nacional redujo su número de animales para achicar las pérdidas. Hoy vivimos una resaca de esas decisiones. La demanda supera con creces a la oferta y el precio del lomo vetado se disparó.
Al actual momento del ciclo ganadero se sumó también la amenaza de sequía. Las autoridades y la prensa advirtieron de una menor provisión de agua para los riegos de verano. Los productores se asustaron.
"Los agricultores manejan varios cultivos en sus predios, por lo que tienden a sacrificar la superficie de hortalizas a favor de los frutales en momentos de crisis, pues esas son inversiones de largo plazo y no se pueden perder. Lo más simple fue dejar de sembrar, por ejemplo, zapallos o lechugas. Total, si se dan las condiciones, se pueden volver a producir en la temporada siguiente", afirma Alejandro Cifuentes.
Simplemente, este año operó la ley de la oferta y la demanda. Eso sí, pocas veces se habían cruzado tantos problemas de provisión como en los últimos meses.
2. CONTACTO EN CHINA
Lo que afecta el bolsillo de la "Señora Juanita" en Chile, es directa respuesta a las decisiones de compra de la "Señora Li" en China.
Como destaca Juan Pablo Matte, secretario general de la Sociedad Nacional de Agricultura, cada año 35 a 40 millones de chinos dejan las zonas rurales para instalarse en las ciudades.
Santiago Farinati, gerente de marketing de Basf, agrega a China, el avance de la India. "Sus economías han mejorado y su dieta también ha cambiado y han aumentado sus compras, especialmente de granos".
El efecto asiático en el precio de los alimentos en Chile es mayúsculo. La primera vía de contagio inflacionario es directa a través de las exportaciones a ese país. Este año, aumentaron todos los envíos al Asia. Eso retira oferta de alimentos en el mercado nacional.
Sin embargo, también se siente de manera indirecta a través del alza internacional de los commodities agrícolas, producto del voraz apetito oriental. Comer un arrollado en Chile hoy es más caro porque la materia prima con la que se alimentan los cerdos, soya y maíz, son también altamente demandadas por los chinos.
"Por ser una economía abierta al mundo, los precios internacionales nos influyen, tanto en los productos tradicionalmente exportados como en aquellos que se importan", resume Luis Mayol, ministro de Agricultura.
Además hay que tener en cuenta que Chile es el seguidor más ortodoxo de la economía liberal en Latinoamérica. A diferencia de casi todos los países de la región, como pasa en Argentina, acá el gobierno no interviene el precio de los alimentos, aun en momentos de fuertes alzas.
3. TRABAJADORES Y CONSUMIDORES CAMBIARON
Para nadie es un misterio que la mano de obra agrícola se encuentra entre la de menores ingresos del país. Más aún, usualmente representa una de las pocas oportunidades laborales para las personas con bajo nivel de estudio.
Lo paradójico es que es justo en el nivel de sueldos más bajos donde se producen los saltos más grandes en ingresos en el último par de años. Grosso modo en el agro el alza es de 30% en ese período. En primer lugar, el responsable es la caída del desempleo, tanto que algunos economistas hablan de una situación de pleno empleo en la actualidad. Cada vez son menos los chilenos que consideran atractivo cosechar melones o lechugas a pleno sol en lugares rurales alejados de sus casas. Mientras tanto, la construcción, la minería o el retail se transforman en un imán para los antiguos jornaleros agrícolas.
Si se tiene en cuenta que, por ejemplo, en un cultivo hortícola la mano de obra es cerca del 50% del costo total, se explica la constante presión de los agricultores por subir el valor de sus productos. Esa situación se ve alentada por el aumento en paralelo de insumos como abonos y petróleo.
En el otro extremo del juego económico, el consumo, también incentiva ese fenómeno.
"Se nota el crecimiento del país. La gente hoy está más dispuesta a comprar alimentos más caros. Es cosa de ver los precios de este verano. Siempre hubo demanda firme, a pesar de los altos precios", sostiene Alejandro Cifuentes.
4. BAJAS A LA VISTA
¿Cuánto tiempo se extenderá el raid alcista en los alimentos? Lo más probable es que entremos en un período de pausa.
Dos son los factores que intervendrían en ese sentido. El primero tiene que ver con el precio del petróleo, que ha alcanzado alzas notables en los últimos meses. Según analistas, tendría poco espacio para seguir subiendo debido a la salud de la economía mundial. Esa es una buena noticia para los consumidores, pues el petróleo impacta tanto en el costo de la energía utilizada en el procesamiento y como en la logística de los alimentos. Además, a través de la demanda de etanol de maíz, el petróleo impacta a ese cultivo y a toda la cadena de carnes blancas y de carne de vacuno.
El segundo factor opera a nivel interno. Todavía faltan por llegar al mercado varias hortalizas que están en pleno período de cosecha. Por ejemplo, la mayor oferta de papas hizo caer el quintal desde $12.000 pesos a $9.000 en lo que va de abril.
"A pesar de lo que dicen las autoridades, no creo que en el alza de los alimentos los intermediarios jueguen un papel importante. Nadie tiene la capacidad para manejar el mercado. Sólo en el sector de las hortalizas son 100 mil los productores. Además se trata de alimentos perecibles, por lo que no hay capacidad de dilatar su venta. Acá sólo opera la ley de la oferta y la demanda. Hay años buenos como éste, pero también hay otros muy malos en que apenas los agricultores pagamos los costos", explica Alejandro Cifuentes, presidente de Hortach.
Fuente: El Mercurio
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