Alguna vez os habéis preguntado: si existen más de 200 tipos distintos de aloes ¿por qué es el vera el que se cultiva y no otro? Pues todo tiene su explicación y ésta, como todo lo que rodea al aloe vera, está muy bien justificada y documentada. Os lo contamos…
Según nos explica Joaquín Herrero, doctor en Biología y divulgador del mundo vegetal y la agricultura, es principalmente por su morfología y composición.
Tal y como nos dice, hay dos motivos esenciales: el que tiene que ver con la producción agrícola en sí y la vinculada a su riqueza en propiedades beneficiosas para la salud. En cuanto al factor productivo, el aloe vera “tiene un tamaño mayor que el de otros muchos aloes, haciendo rentable su cultivo”. Además es de fácil acceso para la recolección. En lo que respecta a su composición, Herrero asegura que “es única”. Algo que él mismo ha comprobado ya que durante años se ha dedicado al estudio exhaustivo del aloe Barbadensis Miller comúnmente conocido como aloe vera.
De todos los tipos de aloes existentes, hay un par de ellos, además del Barbadensis, que son interesantes en cuanto a su composición por lo que, a priori, lo harían igualmente atractivos para su explotación. Son el aloe arborescens y el aloe ferox. Pero aunque su composición es muy rica no son interesantes para su cultivo ya que, por ejemplo, “las hojas del Aloe ferox presentan fuertes espinas y tras repetidas cosechas puede alcanzar tamaños de 2 ó 3 metros de altura que dificultan la cosecha y lo hacen poco manejable y transportable”, expone Herrero que además argumenta que “en cuanto al Aloe arborescens ocurre algo parecido ya que su composición es similar pero tiene el problema de que el tamaño de sus hojas no es tan rentable como el Aloe vera y su respaldo científico es escaso aunque va en aumento”.
Por todo esto, se puede concluir que el aloe vera reúne todas las características idóneas para su explotación agraria y las cualidades necesarias para ser un verdadero producto terapéutico y cosmético ya que “su bibliografía científica es enorme y se ha estudiado muchísimo por lo que cualquier efecto está plenamente respaldado por la comunidad científica”, concluye Herrero.
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