El uso de organismos genéticamente modificados para incrementar la producción de granos básicos como el maíz no son la única respuesta posible al desabasto, pues las dos variedades que se busca introducir al territorio mexicano por empresas trasnacionales no representan ninguna ventaja para elevar la producción, al ofrecer sólo un kilo más por hectárea que las semillas tradicionales
, afirmó José Sarukhán Kermez, coordinador de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio).
Alertó que la búsqueda de soluciones a la producción y abastecimiento de alimentos en México debe venir de nuestros propios recursos
y no de los intereses, casi siempre económicos, de los que vienen de fuera, pues apuntó que tras la salida de muchos productos transgénicos de la Unión Europea corremos el riesgo de convertirnos en un posible mercado si no lo sabemos regular
.
Dejar a las empresas nacionales o extranjeras la búsqueda de alternativas, ante la falta de recursos públicos para hacer investigación propia, es el caso más severo que ha habido de la privatización de un bien público, pues tiene que ver con la capacidad de un país para determinar sus necesidades de producción agrícola y está en manos de compañías trasnacionales. Es el problema más serio que este país encara
.
Acelerado deterioro de la biodiversidad
Al participar en el Coloquio sobre Seguridad Alimentaria, Biodiversidad y Cambio Climático, convocado por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), donde advirtió sobre el impacto ambiental del actual modelo de producción mundial, el cual genera un acelerado deterioro de la biodiversidad y sus ecosistemas, Sarukhán afirmó que la insistencia de introducir variedades de maíz transgénico al territorio nacional responde al interés de desarrollar inversiones y demostrar que en México, país de origen del maíz, se pueden meter transgénicos y, en consecuencia, hacerlo donde sea
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En Conabio, indicó, en los pasados 10 años se autorizaron 2 mil 300 permisos para uso de transgénicos, pero los únicos que generan problemas son los de maíz debido a razones culturales, históricas y económicas. Mucha gente vive de este cultivo y tenemos una enorme diversidad genética con más de 52 variedades, producto de miles de años de selección de muchos grupos étnicos.
Afirmó que esta variedad genética sirve también para responder a necesidades ambientales, pero no se está usando adecuadamente porque México, junto con muchas otras naciones, desde hace más de 35 años decidió cortar la inversión pública en investigación agrícola. El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) dijeron que la producción de alimentos estaba resuelta con la llamada revolución verde, lo que fue de una ignorancia fenomenal
.
Debemos analizar, insistió el ex rector de la UNAM, si vamos a dejar que la solución de los problemas de seguridad alimentaria esté en manos de empresas, (sean éstas) mexicanas o extranjeras, cuando se trata de un tema de sobrevivencia y de seguridad nacional.
En cuanto a la producción de alimentos, señaló que las zonas intertropicales del mundo reducirán de 11 a 20 por ciento su capacidad debido a los efectos del cambio climático, lo que afectará a las regiones más desfavorecidas. El desarrollo económico, indicó, no puede sustentarse en la destrucción de la biodiversidad con un modelo de consumo ilimitado. Se requiere un cambio de fondo en la ética de la producción agrícola global
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Por su parte, Beatriz Xoconostle Cázares, investigadora del Departamento de Biotecnología del Centro de Investigaciones y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, aseguró que ante los efectos ocasionados por las heladas y sequías en el norte del país, lo que ha ocasionado escasez de alimentos, se podría sembrar maíz transgénico incluso en la sierra Tarahumara.
Hemos recibido peticiones de particulares y comunidades indígenas para llevar el maíz resistente a sequía que tenemos
, dijo. No obstante, reconoció que la legislación vigente impide que incluso lo pueda sacar de mi invernadero
, por lo que llamó a tener un equilibrio entre una agricultura que no dañe el medio ambiente, pero que incorpore los avances biotecnológicos.
FUENTE: FAO
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