El riesgo climático genera incertidumbre en el mercado de bienes agrícolas, incrementando la volatilidad en los precios de los alimentos y causando incertidumbre en las decisiones de política alimentaria a nivel global y local.
Lo anterior, evidencia la importancia de realizar una adecuada gestión del riesgo climático en la agricultura con el objetivo de disminuir el impacto del cambio del clima, garantizando una agricultura sostenible.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estimó que para satisfacer la demanda a nivel mundial, en el 2050, se requerirá que la producción actual de alimentos se incremente en aproximadamente un 70 por ciento, debido a los nuevos patrones de consumo y al crecimiento de la población.
Para garantizar estos resultados en la producción, es necesario mitigar los efectos del cambio climático en la productividad de los cultivos, su distribución y la disponibilidad de agua, entre otros.
El desafío para los países donde el sector agrícola juega un papel estratégico importante es desarrollar escenarios de planificación, implementación y financiación de técnicas enfocadas en generar condiciones de sostenibilidad, adaptabilidad y desarrollo, que minimicen el impacto del cambio climático en la agricultura.
Es indispensable generar sinergias que permitan mejorar la administración de los recursos naturales y la implementación de sistemas de producción más eficientes.
En algunas regiones de África se están adoptando tácticas de inversión, tanto públicas como privadas, dirigidas principalmente al diseño de herramientas que permitan respuestas más efectivas al cambio climático, el desarrollo de mejores prácticas y la implementación de canales de comunicación estratégica.
Para la minimización del impacto del cambio climático, es necesario realizar innovaciones en el sector rural y ampliar el acceso a los instrumentos financieros, que garanticen una disminución en los costos de transacción y una mejor administración del riesgo, por ejemplo, programas enfocados en las microfinanzas, el fortalecimiento de la capacidad técnica que permita la realización y análisis de escenarios para identificar el mejor uso de la tierra y patrones de producción adecuados a las nuevas circunstancias.
Los efectos favorables de las innovaciones y el acceso a nuevos instrumentos financieros garantizarán la sostenibilidad y financiación para la adaptación al cambio climático, incrementando las oportunidades a los productores de mejorar sus rendimientos y ampliar los niveles de productividad de sus cultivos, y, por otro lado, disminuirían la incertidumbre de la oferta de productos en el mercado.
En conclusión, la gestión del riesgo climático en la agricultura debe generar soluciones que se traduzcan en beneficios privados como la generación de rendimientos en el agro y seguridad alimentaria, y beneficios públicos como la mitigación de los impactos del cambio climático.
FUENTE: PORTAFOLIO.CO
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