Un estudio científico reciente compara las diferencias entre las emisiones de gases invernadero de las modalidades industrial y ecológica de producción agrícola, con una conclusión que sorprende poco: la primera aporta mucho más al fenómeno del cambio climático, informó Lim Li Ching, de la Red del Tercer Mundo (TWN), en la página web del Centro de Información sobre Bioseguridad.
Es sabido que la agricultura constituye una fuente significativa de gases invernadero, pero no todas las modalidades de esta actividad productiva tienen igual participación en el agravamiento de la crisis climática, destacó Lim Li Ching.
Las prácticas industriales o convencionales apelan a variedades animales y vegetales de alto rendimiento, al monocultivo de gran escala, a cultivos de gran densidad, periodos de descanso de la tierra menores o inexistentes, uso intensivo de agroquímicos y de vehículos y aparatos con motores de combustión interna, según el informe titulado “Effects of industrial agriculture on climate change and the mitigation potential of small-scale agro-ecological farms”, escrito por Brenda B. Lin, M. Jahi Chappell, John Vandermeer, Gerald Smith, Eileen Quintero, Rachel Bezner-Kerr, Daniel M. Griffith, Stuart Ketcham, Steven C. Latta, Philip McMichael, Krista L. McGuire, Ron Nigh, Dianne Rocheleau, John Soluri e Ivette Perfecto.
Las prácticas agroindustriales son posibles por el uso de combustibles fósiles para producir fertilizantes sintéticos y pesticidas, activar maquinaria industrial e irrigarresumió Lim Li Ching.
Del otro lado, los métodos ecológicos de producción agrícola, usados predominantemente en haciendas de pequeña escala, consumen mucha menos energía que los industriales.
Estos pequeños establecimientos, al mantener la biodiversidad en su entorno, conservar los suelos y reducir el uso de pesticidas, fertilizantes y combustibles, contribuyen al mantenimiento de los ecosistemas y mitigan las emisiones de gases invernadero.
Los autores concluyeron que los sistemas agroecológicos brindan alternativas para la reducción de esas emisiones y para el secuestro de carbono por parte de los vegetales que producen.
Muchas de esas prácticas, incluso, reducen la dependencia de fertilizantes y pesticidas químicos. Al mismo tiempo, la diversificación productiva eleva la resiliencia de los sistemas necesaria para la adaptación al cambio climático.
Según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), la agricultura concentra entre 10 y 12% de las emisiones de origen humano de gases invernadero, y representa casi una cuarta parte de su aumento.
Los autores del estudio revisaron la literatura sobre contribución de la agricultura al cambio climático y concluyeron que los sistemas agro-ecológicos tienen, al contrario que los industriales, potencial para ayudar a reducir las emisiones.
Estas reducciones se logran en varias áreas:
■ Una reducción en los materiales utilizados y en los procesos que liberan gases invernadero;
■ Una reducción de los cambios ambientales propios de la producción pecuaria y del manejo de pastos, y
■ Una reducción en el transporte de insumos agrícolas y de la producción, a través del aliento por razones de escala de los sistemas locales de distribución de alimentos.
La eventual transición hacia la adopción de métodos agroecológicos y de pequeña escala debería sortear varios obstáculos y desafíos. Pero, con incentivos apropiados, sería posible dar pasos adecuados en esa dirección, con el beneficio de reducir y mitigar las emisiones de gases invernadero del sector agrícola.
FUENTE: Biosafety Information Centre
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