Las etiquetas activas, que permitirán saber a través de una aplicación en móviles inteligentes si un alimento es apto o no para su consumo o ha sufrido alguna alteración o deterioro, pretenderán evitar el despilfarro de comida, algo que reconoce hacer el 60 por ciento de los consumidores.
Así lo ha asegurado a EFE Ricardo Díaz, jefe del Departamento de Instrumentación y Automática del centro tecnológico Ainia, quien ha destacado que el despilfarro de alimentos es actualmente uno de los temas que más preocupan a consumidores y administraciones.
Ainia desarrolla varios proyectos con el fin de crear etiquetas de radiofrecuencia en las que, a través del uso de móviles de última generación con tecnología NFC, se pueda conocer la temperatura del producto, estimar su vida útil y si es seguro o no consumirlo.
Según Díaz, estas etiquetas no han podido ser desarrolladas hasta ahora debido a su alto coste, ya que precisaban una antena y un ordenador para hacer el registro de datos y la interpretación de los análisis para estimar si los alimentos se podían consumir.
Pero el desarrollo de terminales inteligentes ('smartphones') y con la tecnología NFC (comunicación de campo cercano), un sistema basado en la emisión y recepción de datos en alta frecuencia a corta distancia, han permitido bajar los costes y hacer viables estas tecnologías.
Según Díaz, hasta el momento se han desarrollado modelos y experiencias piloto, y aunque es una tecnología viable "aún no está disponible en el mercado", y aboga por promover su utilización, "sobre todo en productos vulnerables y de mayor valor añadido".
La inclusión de estas etiquetas puede ser asumible cuando se valora el ahorro que supone el no despilfarrar muchos alimentos que se tiran al sospechar que pueden estar en mal estado, indica el técnico de Ainia, quien añade que podrían ser utilizadas tanto en envases de pescado y carne como de platos preparados "con fecha de vida útil bastante corta".
El centro tecnológico Ainia considera que las etiquetas activas son una "solución fiable y asequible", ya que pueden indicar al consumidor si el producto es apto o no para su consumo, al tiempo que le ofrecen la información nutricional.
A través de una aplicación móvil en un teléfono inteligente, con solo aproximar el aparato a la etiqueta aparecería en la pantalla información relativa al producto, como si es apto para su consumo o si ha sufrido alguna alteración o deterioro.
Para determinar la probabilidad de que un producto se altere o suponga un riesgo para el consumo en función de sus condiciones reales de conservación, Ainia señala que en las etiquetas activas se pueden utilizar modelos predictivos de crecimiento de microorganismos disponibles.
Gracias a estos modelos es posible conocer los niveles de microorganismos presentes en el alimento en función de determinadas variables, como la temperatura de conservación, el tiempo y el tipo de envasado.
De esta forma, se determina la probabilidad de que se altere o suponga un riesgo para el consumidor en función de sus condiciones reales de conservación.
También se pueden insertar en el envase las etiquetas RFID, que registran, a través de sensores, la temperatura a la que se somete el producto a lo largo de toda la cadena alimentaria.
Ainia considera que las empresas que apuestan por la incorporación de estas nuevas tecnologías para evitar el despilfarro de alimentos son las que responden a las necesidades reales planteadas por los consumidores.
Así, un estudio elaborado por el centro Consumolab de Ainia sobre la percepción del consumidor respecto al despilfarro de alimentos en hogares, supermercados y restaurantes concluía que el 60 por ciento de los encuestados reconocía malgastar comida en alguna ocasión.
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