AGRO 2.0

INTERACCIONES SOCIALES Y PRODUCTIVAS: UNA APROXIMACION A LA TEORIA DE REDES

PRIMERA PARTE
AMBIENTE ORGANIZACIONAL Y ANÁLISIS DE REDES SOCIALES

Hace unos cuatro años o algo mas conocí a Julián Piñeres, un Administrador de Empresas de la Pontificia Universidad Javeriana Cali, Colombia; en ese entonces, miembro del grupo de investigación de Formas Sociales de Organización de la Producción y Profesor instructor de Carrera de Administración de Empresas, Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas; en un desarrollo en el que participé con una propuesta para el diseño y construcción para operación del Parque Tecnológico de la Yuca, para producir alcoholes, almidones modificados y bioplolimeros; la idea no avanzó, pero aprendí un enfoque de hacer las cosas que ahora toma cada vez mayor importancia y seguramente seguirá imponiéndose.

Este artículo que dividiré en tres partes, lo escribo - transcribo - especialmente con el ánimo de aunar los liderazgos en quienes descansa la responsabilidad de hacer cierta una realidad: la organización que requiere en estos tiempos las cadenas de PMAyC y de la Sábila en Colombia.

La idea es mirar algunos temas específicos del documento; un contexto general de lo que significa el tema; las redes de cadenas de abastecimiento - la más elemental antes de llegar a las de innovación - y unas conclusiones sobre el tema general del documentos. De aquí en adelante el documento esta escrito por el Dr. Piñeres.


En el actual contexto de internacionalización y fuertes presiones del mercado (Motivadas por el incremento del comercio entre los países, la especialización de los bienes y servicios, los desarrollos tecnológicos, las innovaciones constantes, las grandes inversiones en la creación de nuevos mercados y la creciente formación de empresas de base tecnológica en países desarrollados con estrategias de acelerada expansión en países en desarrollo (Banco Mundial 2002); la generación de ventajas competitivas que garanticen sostenibilidad no depende tan sólo de las capacidades internas, sino también de aquellas relacionadas con el proceso de interacción con otros actores del entorno industrial, bien sea para complementar la actividad económica mediante la generación de valor agregado, o para plantear acciones que permitan la racionalidad económica, tecnológica y productiva.

En este mismo sentido, la promoción del capital social (El concepto de capital social fue iniciado por James Coleman y más adelante utilizado por Pierre Bourdieu. El primero utilizó el término para describir un recurso de los individuos que desarrollan una serie de lazos sociales, y el segundo lo usó para referirse a las ventajas y oportunidades que obtienen las personas al ser miembros de ciertas comunidades. El capital social es definido también como una moneda que permite que una sociedad opere efectivamente. Eso incluye factores intangibles tales como valores, normas, actitudes y confianza, que facilitan la coordinación y cooperación para obtener beneficios mutuos. Tomado de publicación realizada por el proyecto DFID Colombia. Red de Fortalecimiento tecnológico y desarrollo institucional para la pequeña producción agropecuaria. Disponible en: http://www.paisrural.org/sistematizacion.htm (Putman, 2000); entendido como los espacios de interacción que sobrepasan los intereses colectivos sobre los individuales y que crean niveles de confianza, permite disminuir brechas y lograr coopetencias 6, máxime cuando para fortalecer el tejido industrial se hace necesaria una mayor especialización de los factores de producción.

De esta forma, teniendo en cuenta los cambios estructurales de la economía, surgen a su vez nuevas formas de pensar, planear y poner en funcionamiento las organizaciones.

En el caso de los años veinte y cuarenta, el enfoque racional (El concepto de coopetencias, etimológicamente, hace referencia a dos palabras: competencia y cooperación, de acuerdo con los autores Brandenburger y Nalebuff (1998) las estrategias de mercado de las empresas en el actual contexto económico ya no se sustentan en la sola idea tradicional de desplazar a los competidores existentes hasta eliminarlos sino en la de crear una serie de fortalezas a través de sinergias, puesto que hay actividades cuyas acciones colectivas generan mayores beneficios (por ejemplo, la investigación y desarrollo, la compra de materias primas, el uso óptimo de servicios logísticos y tecnológicos, entre otros), lo cual no excluye la idea de que las organizaciones siguen jugando en el mismo mercado y que las presiones coexisten. (Morgan 1986, 20-35) las veía como entidades sin relaciones, con rígidas estructuras y autoridad centralizada. A partir de los cincuenta, surge el enfoque de sistemas, que empieza a mostrar un interés creciente en el entorno de las organizaciones como determinante de sus procesos internos — significa que tuvieron que cambiar su organización interna como respuesta a los aspectos relevantes de su entorno —; sin embargo, a pesar de ser un avance, no fue hasta después de los años setenta, cuando la teoría inter-organizacional conceptualizó el entorno como un conjunto de organizaciones que tienen una relación con la organización focal.

El análisis inter-organizacional se ha centrado entonces en las relaciones entre las organizaciones y los individuos que las componen, el intercambio de recursos y los acuerdos que desarrollan para asegurar la coordinación de las dinámicas y los procesos. De acuerdo con los tres enfoques descritos anteriormente, es posible entonces analizar el cambio en el comportamiento organizacional y el campo de acción en relación con el entorno.

Es evidente que aunque cada organización, para alcanzar los objetivos, gestiona recursos tales como capital financiero, físico, humano y de conocimiento; es necesario que interactúe con otras organizaciones para adquirirlos, desarrollarlos y transferirlos.

De este modo, logra sostenibilidad en los mercados, máxime cuando las capacidades de las organizaciones presentan limitaciones de infraestructura y tecnología.

Estas interdependencias crean redes en las que las organizaciones interactúan (Benson 1975, Aldrich 1979) a través de vínculos o conexiones directas o indirectas. Por ejemplo, pueden consumar intercambios directos de recursos, o llevarlos a cabo a través de terceras partes (Pfeeffer y Novak 1976, Scharpf 1978).

Las organizaciones pueden tratar de evitar o influir en la interdependencia adquiriendo recursos cruciales, encontrando recursos alternativos, adquiriendo poderes de autoridad para cohesionar a otros actores (realizando presiones políticas, formando carteles, etc.) o cambiando las expectativas y metas.

En el análisis inter-organizacional se ha hecho evidente la intención de dinamizar procesos y acciones de cooperación y coordinación. De hecho, los proyectos realizados en torno a la formación de redes han revelado que la supervivencia depende de la forma en que las organizaciones se conectan y la oportunidad de establecer vínculos para el desarrollo de nuevas iniciativas. Sin embargo, la existencia de conflictos — específicamente de dominio entre organizaciones sin una coordinación eficaz —, posiblemente bloqueará los resultados y la continuidad en las relaciones, creando situaciones no deseadas y el rompimiento del proceso. En este sentido, uno de los retos de la construcción de redes es lograr ajustar las estrategias individuales en coherencia con las demás organizaciones.

En este contexto, el concepto de redes ha sido definido como un conjunto de relaciones sociales entre individuos y organizaciones relacionadas, que realizan acuerdos de largo plazo estructurando integraciones verticales y horizontales (Conway y Steward 1998) (Escuela de la administración científica: Fayol, Taylor y Weber en su modelo de burocracia.), las cuales se desarrollan para enfrentar con mayor flexibilidad y capacidad de respuesta los cambios en la economía global; mejorar las habilidades humanas y tecnológicas; adaptar nuevos recursos; alcanzar economías de escala; y adelantar actividades de investigación y desarrollo, mercadeo, distribución y manufactura.

Las redes inter-organizacionales han sido interpretadas como una estrategia para mejorar la capacidad competitiva, por la cual se pueden difundir más rápidamente nuevas ideas, acceder a tecnologías de frontera y acelerar los procesos de innovación.

En consecuencia, se forman como estructuras que representan una fuente de aprendizaje, entendido éste como un proceso social que significa colaboración y no una simple forma de compensación por la falta de habilidades dentro de una organización (Esser et al 1996, Powell, Koput y Smith-Doerr 1996). Por lo tanto, normas, valores, conocimiento tácito, confianza e interacción juegan un papel primordial en la formación de redes (Otros autores definen las redes como un complejo numero de asociaciones formales e informales entre individuos y organizaciones e instituciones (Penrose 1959) o como un selecto y estructurado número de empresas autónomas enlazadas para desarrollar bienes y servicios, basados en contratos explícitos e implícitos que se adaptan a las contingencias del entorno para lograr intercambios eficientes y exitosos (Jones, Estéril y Borgatti 1997). — especialmente de innovación (Esta perspectiva sugiere que las organizaciones que hacen parte de una red innovan más que las organizaciones autónomas. El flujo de información y conocimiento (aprendizaje) entre empresas estimula su actividad de innovación.)—.

Es claro que las organizaciones y los individuos aprenden de sus propias experiencias y de experiencias con agentes externos, entre los que se incluyen clientes, proveedores, competidores, universidades, agencias del Gobierno y laboratorios.

El aprendizaje, sin embargo, es afectado por el contexto social, cultural, económico, tecnológico y competitivo en el que los individuos operan.

El mercado es identificado como el mecanismo que transmite información y coordina los recursos. La base de las relaciones entre organizaciones en red es que cada una ofrezca una competencia relevante que le haga falta a la otra.

Las redes pueden conformarse a través de lazos económicos y no económicos: los primeros se refieren a aquellos que implican una movilización de recursos financieros —una transacción de mercado— y los segundos, a una movilización de intangibles —conocimiento e información— cuyo valor no se refleja en dinero sino en mejoras de las capacidades y eficiencias internas, en el logro de mayores niveles de aprendizaje y en la obtención de información útil. Dichos lazos han estado implícitos (Aspectos como informalidad, falta de jerarquías, decisiones en consenso y relaciones positivas contribuyen a que la organización sea innovadora. Este tipo de organizaciones crean la capacidad de reaccionar frente a un entorno inestable más rápidamente que una organización convencional) y han jugado un importante papel en el desarrollo de la economía industrial, tanto en la organización como en la formulación de estrategias.

Sin embargo, la formación de redes entre individuos y organizaciones es consecuencia de la necesidad de reorganizarse y encontrar interacciones que los lleven a responder a condiciones del contexto económico, entre las que se destacan: i) la reestructuración macroeconómica y la desregulación del mercado; ii) la proliferación de tecnologías de información y comunicación, las cuales crean nuevas oportunidades de mercado y métodos más flexibles de comunicación, particularmente en áreas como la manufactura y la logística; y iii) el desarrollo de tecnologías complejas y mercados más sofisticados.

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