GUATEMALA. Migran hacia la agricultura protegida

En estos días, cuando el cambio climático genera fenómenos naturales más intensos y frecuentes, y que, incluso, hacen que las plagas evolucionen de manera acelerada, la agricultura a campo abierto tiene baja rentabilidad, por lo que algunos empresarios migran hacia los cultivos bajo control.

“Los productores de hortalizas tienen que migrar a nuevas tecnologías, porque sin protección es difícil trabajar. Quien no lo haga no obtendrá rentabilidad, porque tienen que invertir mucho y exponer sus cosechas a las plagas”, dice el asesor de Desarrollo Empresarial de la Red Nacional de Grupos Gestores, Miguel González.

Agrega que con la agricultura protegida se reducen costos por la menor aplicación de insumos y pesticidas, los productos son más rentables y se puede competir en el mercado.

El presidente de la Federación de Asociaciones Agrícolas de Guatemala (Fasagua), Eddie Mendoza, señala que el Gobierno de México, en los últimos años, hizo una ley de fomento a la agricultura protegida, como una solución a los retos que enfrenta el sector.

“En Guatemala nos quedamos atrás con los cambios climáticos, pues la agricultura protegida es la única solución para cosechar todo el año, lo cual impide que durante la época de lluvias suban los precios de las verduras”, añade.

Mientras tanto, el presidente de la Comisión Agrícola de la Asociación Guatemalteca de Exportadores (Agexport), Ricardo Santa Cruz, expresa que cada vez más agricultores son afectados por las plagas que, por el cambio de temperaturas en algunas regiones antes templadas, ahora cálidas, se van hacia otros territorios.

Mendoza indica que en Guatemala el cultivo de flores fue lo que dio inicio a la agricultura protegida (en viveros); y que en la actualidad los principales productos cultivados bajo control son el tomate y chile pimiento, así como ejote, pepino, lechuga, vegetales como albahaca, perejil o cilantro.

Señala que Fasagua, el año pasado estimaba que se exportarían 1,500 contenedores de tomate y chile, pero, “por problemas de mercados, sólo se llegó a 800”.

Hace ver que al comparar con los tres contenedores vendidos en 2006, cuando comenzaron a exportar a Estados Unidos, la producción ha crecido, pero aún falta.

Dificultades y expectativas

El presidente de Fasagua afirma que uno de los problemas en el sector es el difícil acceso al financiamiento, ya que los bancos no dan créditos por las estructuras de los invernaderos, sino sólo por el terreno.

Otra dificultad, agrega, es que en el mercado nacional, los alimentos producidos bajo control se comercializan al mismo precio que uno que proviene de campo abierto.

Asimismo, dice, la crisis económica en Europa y Estados Unidos, principal socio comercial del país, los ha afectado; “esto ha hecho que la gente no quiera crecer, sino mantener lo que se tiene ahora, porque no se ve un futuro muy halagador en el corto plazo”. Apunta que el año pasado se sembraron 60 hectáreas para exportar y que este año podría crecer a 65 ó 70”.

Según Mendoza, Fasagua han tenido acercamientos con el Gobierno, ya que existen empresas en Israel que quieren desarrollar proyectos de agricultura protegida en el país, por lo que el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA) ha estado en conversaciones con estas.

Mendoza, quien también es directivo de la Asociación Nacional de Productores en Invernadero (Anapi), expone que la agricultura protegida de exportación está en los departamentos de Santa Rosa, Jalapa, Salamá, Baja Verapaz, Chiquimula, Guatemala y Sacatepéquez. Mientras que las hortalizas para consumo local se producen en el occidente, Guatemala, Chimaltenango y Sacatepéquez.

Cada hectárea de invernadero genera 10 empleos fijos al año, más los empleos indirectos de transporte, flete y agroquímicos. Anapi agrupa 32 proyectos de agricultura protegida, de los cuales el 95% de asociados cultivan en hidroponía (producción con soluciones minerales en vez de suelo agrícola). El otro 5% trabaja en el suelo, pero con estructuras de metal y aluminio.

FUENTE: Siglo 21