La FAO celebró el 60 aniversario de la Convención Internacional de Protección Fitosanitaria (CIPF), un tratado establecido en 1952 para ayudar a prevenir la propagación de plagas y enfermedades a través de fronteras internacionales por medio del comercio internacional.
Los orígenes de la Convención se remontan a 1865, cuando un comerciante de vino francés importó una caja de vides de los Estados Unidos que estaban infestadas de un áfido exótico que casi borra del mapa la industria francesa del vino.
Asustados, los agricultores italianos arrancaron kilómetros de vías del ferrocarril recientemente tendidas para evitar que la plaga invasora avanzara hacia el sur.
Hoy en día, con el auge sin precedentes del comercio mundial de productos agrícolas, las plagas y enfermedades de las plantas siguen representando un desafío importante para la producción de alimentos y la seguridad alimentaria.
El problema consiste en que como la gente y los productos agrícolas se desplazan entre los países y las regiones, las plagas los acompañan, ocultas posiblemente en el envés de las hojas o en las grietas de los embalajes.
Las plagas y las enfermedades de las plantas tienen serias repercusiones en la producción de alimentos: todos los años la producción agrícola mundial se reduce del 20 al 40 por ciento a causa de estas plagas y enfermedades, según estimaciones de la Secretaría de la CIPF con sede en la FAO.
Las plagas son un problema para los agricultores de todas partes. Sin embargo, para los pequeños productores del mundo en desarrollo, las mermas en la producción o la pérdida de una cosecha pueden significar la diferencia entre la supervivencia y el hambre. Por ejemplo, el barrenador mayor de los granos asoló el África oriental en la década de 1980, después de haber sido introducido desde América central, y destruyó hasta un 80 por ciento de los cereales almacenados con la consiguiente escasez local generalizada de alimentos.
Un poco de prevención…
La FAO prevé la necesidad mundial de producir 60 por ciento más de alimentos para el sustento de una población más numerosa en todo el planeta en 2050; la agricultura deberá seguir suministrando un 80 por ciento de los alimentos del mundo. Reducir las pérdidas de alimentos causadas por las plagas de los cultivos, por lo tanto, es de gran importancia para satisfacer las necesidades de alimentos del mundo.
“En la era globalizada de hoy, la tarea de prevenir la propagación de las plagas y enfermedades, al tiempo que se facilita el comercio en vez de obstaculizarlo, es a la vez más compleja y más importante que nunca -dijo el Director General de FAO, José Graziano da Silva-. Sobre todo porque se prevé que el aumento de las temperaturas debido al cambio climático fomente la propagación de plagas hacia nuevas zonas, y vuelva más susceptibles a sus efectos a algunas plantas.”
Agregó que prevenir en un país la introducción de nuevas plagas, incluidas las plantas invasoras, es mucho más rentable que tratar de erradicar o controlar un brote una vez que se presenta.
“La prevención también significa evitar un uso excesivo de plaguicidas químicos, reducir la carga económica sobre los agricultores y proteger el medio ambiente y los ecosistemas productivos”, observó Graziano da Silva.
De acuerdo con la CIPF, las ventas mundiales de plaguicidas para combatir las plagas de las plantas ascienden en torno a los 45 mil millones de USD al año.
Normas comunes, comercio seguro.
Una de las principales actividades de la CIPF es establecer y promover el uso de normas de base científica, internacionalmente convenidas, que regulen la manipulación de las plantas y los productos vegetales que participan en el comercio internacional o su paso a través de las fronteras internacionales, denominadas Normas Internacionales para Medidas Fitosanitarias, o NIMF.
Las NIMF cubren una amplia variedad de temas, desde cómo se deben tratar los productos o materiales de embalaje de productos antes de la exportación, hasta los procedimientos y metodologías utilizados por los inspectores agrícolas de los países importadores.
La CIPF también actúa como centro de información, promueve el intercambio de información y la transparencia en la gestión internacional de las plagas y permite a los países participantes estar al tanto de los requisitos de exportación importantes. También suministra información decisiva sobre la situación de las plagas agrícolas y las novedades en materia de protección fitosanitaria y gestión de riesgos.
Además, un nuevo empeño, cada vez más importante, de la Secretaría es dar a los países en desarrollo asistencia técnica en apoyo a su capacidad para aplicar la Convención y las NIMF. Este apoyo incluye a menudo la evaluación de la capacidad fitosanitaria, una evaluación integral, de bajo costo, del sistema fitosanitario de un país, que se puede utilizar para centrarse en las necesidades más inmediatas de desarrollo fitosanitario.
La Convención tiene 177 países miembros, cada uno de los cuales mantiene una Organización Nacional de Protección Fitosanitaria. Después, un grupo de 10 organizaciones regionales de protección fitosanitaria ofrece una opción para que los países trabajen conjuntamente en el ámbito regional, con el fin de evitar que las plagas de las plantas atraviesen las fronteras. La Secretaría, con sede en la FAO, proporciona la coordinación general.
Fuente: FAO
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