En él se analiza el enorme diferencial que existe entre los precios en origen y destino de las producciones agrarias.
Siempre lo mismo. Los precios en origen de las producciones agrarias están muy bajos en comparación con los que pagan los consumidores para la cesta de su compra. Este diferencial de la cadena alimentaria se repite desde hace muchas décadas, debiéndonos remontar a siglos pasados, cuando la población rural era dominante, para contemplar menos diferencias entre precios en origen y en destino. Hace muchísimos años el consumidor casi compraba en la huerta del vecino.
Hoy día, los consumidores, asentados en las grandes ciudades, exigen lo que entienden por calidad, productos sin defectos, normalizados y tipificados, bien presentados, incluso abrillantados, que entren más por la vista que por una calidad gustativa, etc. El consumidor no quiere manchitas ni imperfecciones ni huéspedes extraños, lo que obliga a tratamientos fitosanitarios, en contra de ciertas posturas ecologistas y medioambientales.
La cadena alimentaria, por tanto, desde el productor al consumidor encarece los alimentos, aunque exageradamente. Como decíamos antes, en el antiguo mundo rural masificado, el consumidor estaba más cerca del agricultor y ganadero. Hoy día, el productor se encuentra desprotegido y su mundo es el de la dispersión de la oferta mientras la demanda, en forma de grandes superficies de distribución, le gana la partida al individualizado productor.
Es verdad que algo se va consiguiendo, con las ayudas a la promoción y comercialización, con el aumento de las cooperativas de segundo grado, con los envasados e industrialización en origen, con la concentración de la oferta, pero es importante que el sector agrario "no se deje vencer" por otros Ministerios distintos al de Agricultura, como ha ocurrido tantas veces y en tiempos remotos, y por la Comisión Nacional de la Competencia.
Las importaciones, como se sabe, son una espada de Damocles para frenar los precios al consumidor como lo es los "productos reclamo" en las grandes superficies como atracción de las ventas.
Este fin de año la desigualdad de precios entre origen y destino ha llegado a límites irritantes, llegando a vender sus producciones el agricultor y el ganadero a precios inferiores a los de costes. Una auténtica ruina que hace perder los nervios del productor cuando todavía no se ha aprobado la nueva reforma de la PAC a partir de 2013. ¿Y si fracasa la PAC?
Según el Índice de Precios en Origen y Destino de los Alimentos (IPOD, diciembre 2011), en estudio elaborado mensualmente por COAG en colaboración con las organizaciones de consumidores UCE y CEACCU, el año 2011 se cerró con unos diferenciales entre origen y destino por encima del 500%. De esta manera, durante el pasado mes de diciembre los alimentos multiplicaron su precio por 5,13 en el trayecto del campo a la mesa, mientras que en el mismo mes de 2010 lo hicieron por 3,93.
Productos hortofrutícolas como las patatas, cebollas, pimientos (rojo y verde), calabacines, naranjas, limones o plátanos, según IPOD, se pagan hasta un 50% más baratos que hace un año.
La aceituna de mesa, cuya oferta es teóricamente ilimitada, se ha pagado en el campo a precios ruinosos. De nuevo los productores de aceite de oliva solicitan para sus vírgenes, incluido los lampantes, otra decisión de Bruselas que permita el almacenamiento privado. Los problemas de precios de la aceituna de mesa son mas preocupantes, debido a su, hasta ahora, imposibilidad de recolección mecanizada, cuando la aceituna de molino admite varios tipos de cosechas mecánicas.
ASAJA-Sevilla asegura que la producción de un cerdo ibérico de bellota, la joya de la dehesa y de la gastronomía, tiene un coste para el ganadero de 360 euros, mientras el precio medio de venta se sitúa hoy en 277 euros, lo que supone que por cada cochino que se vende el ganadero pierde 83 euros.
Hay, sin embargo, algunas producciones, como la leche de cabra, algunos otros lácteos, los corderos, etc., que han mantenido firmeza en sus precios en estos últimos meses, quizás debido a la disminución de los censos de algunas ganaderías.
En la anterior Legislatura se redactó un proyecto de Ley de la Calidad Alimentaria que no llegó a materializarse.
El actual Ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, parece dispuesto a promover una legislación que mejore el funcionamiento de la cadena de producción, lo cual supondrá un gran esfuerzo puesto que habrá que conciliar iniciativas y derechos de los productores junto a los consumidores, la importante exportación de los productos agrarios, sobre todo algunos, frente a la importación, la producción frente al comercio.
En estos días lo urgente es que "se salve" la PAC para otros siete años y, dentro de sus normas, se contemplen de algún modo la cadena agroalimentaria. El campo español no puede resistir todavía la ausencia de ayudas comunitarias, aunque lleguen adaptadas a los nuevos tiempos de la protección medioambiental. La anterior Ministra preconizaba una "PAC verde".
Lo cierto es que con una agricultura y ganadería débiles pueden crearse graves problemas de despoblación, abandonos, empobrecimiento de ciertas áreas y fuertes desequilibrios territoriales. ¿Sabe el curioso lector, sobre todo el urbanita, que todavía, en este siglo XXI, existen bastantes zonas rurales a las que todavía no ha llegado la luz eléctrica?
FUENTE: Editorial de la revista Agricultura correspondiente a enero de 2012.
© 2024 Creado por AGRO 2.0. Tecnología de
¡Necesitas ser un miembro de AGRO 2.0 para añadir comentarios!
Participar en AGRO 2.0