Una investigación del Institut de Recerca i Tecnologia Agroalimentàries (Irta), en colaboración con Iberdrola, ha evaluado el uso de dióxido de carbono procedente de centrales eléctricas de cogeneración, para su aplicación a cultivos vegetales en invernadero. Los resultados muestran que esta técnica de fertilización incrementa la productividad de plantas con tasas bajas de crecimiento, contribuyendo además a reciclar uno de los gases responsables del cambio climático.
Iberdrola e Irta, centro de investigación adscrito al Departamento de Agricultura de la Generalitat de la Catalunya, han llevado a cabo un estudio sobre la posibilidad de utilizar el dióxido de carbono procedente de centrales de cogeneración —que producen energía eléctrica y térmica, de forma simultánea— como abono para cultivos de plantas en invernadero.
Este método de fertilización, junto a una gestión específica de los parámetros del cultivo, ha permitido mejorar la productividad de plantas tales como tomate, gerbera, tejo y palmito, entre otras. Los resultados de la investigación abren nuevas oportunidades para la producción intensiva de estas especies vegetales, reciclando uno de los gases residuales que más contribuyen al sobrecalentamiento global del clima planetario.
El abonado carbónico
Junto con el agua, el CO2 constituye un elemento fundamental para la fotosíntesis de las plantas y, por tanto, para la producción agrícola. El incremento de forma artificial de la concentración de este gas en cultivos ‘a cubierto’ de plantas hortícolas y ornamentales representa una práctica agronómica ampliamente difundida en países del centro y norte de Europa.
En las regiones mediterráneas, en cambio, “el clima seco y caluroso del verano y los inviernos térmicamente suaves obligan a dotar a los invernaderos de un sistema de ventilación adecuado, a fin de evitar zonas con diferentes niveles de temperatura y humedad y, por ende, un descenso en el rendimiento de les explotaciones” señala el Dr. Robert Savé del programa Horticultura Ambiental del Irta. Así pues, en el caso del abonado carbónico, es preciso llevar a cabo una gestión agronómica global del cultivo, “teniendo en cuenta parámetros como la temperatura y la presión del vapor de agua ambiental presente en la instalación, la cantidad de agua del suelo y su nivel de fertilización” añade Savé.
La investigación del Irta, enmarcada dentro del proyecto SOST-CO2, ha analizado el ciclo completo de CO2 emitido por una central de carbón y otra de gas natural, ambas de la empresa Iberdrola. Para ello, los investigadores han estudiado las etapas de captura y aplicación del dióxido de carbono a un amplio espectro de especies hortícolas en explotaciones de agricultura intensiva.
Los datos han puesto de manifiesto que el gas residual procedente de la central de gas natural proporciona buenos resultados en términos de productividad para el cultivo en invernadero de determinadas especies vegetales herbáceas y leñosas. En el caso del tomate, por ejemplo, el cultivo de plantas comerciales con fertilización carbónica ha mostrado un rendimiento superior al de plantas producidas sin CO2.
Por otro lado, el estudio descarta el abonado carbónico del gas residual procedente de la central de carbón, debido a la elevada concentración de dióxido de azufre, etileno y otros componentes mezclados con el CO2.
Las conclusiones del estudio se recogen en el “Manual del aplicador de CO2 en cultivos hortícolas”, en el que los científicos del Irta abarcan los diferentes aspectos relacionados con la adecuación de los gases de combustión mencionados para obtener una mejora en la producción y en el rendimiento en horticultura intensiva.
El proyecto SOST-CO2, financiado por el programa Consorcios Estratégicos Nacionales en Investigación Técnica (CENIT) del Gobierno español para incrementar la inversión en I+D tanto pública como privada, se desarrolló a lo largo de cuatro años (2008-2011).
FUENTE: valenciafruits.com
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