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Chile: Portainjertos en tomate; aumento de productividad y compromiso con el medioambiente

En el marco de un convenio bilateral con el Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CEBAS) de España, el INIA La Cruz realiza ensayos locales para probar vigor y productividad del uso de portainjertos en tomate. También, fruto de esta alianza, se han realizado otros estudios para incrementar la capacidad antioxidante del tomate a través de ensayos con distintas dosis de salinidad.

La Región de Valparaíso es un referente indiscutido en la producción de hortalizas tanto al aire libre como bajo invernadero. Sin embargo, los tiempos han cambiado para este rubro que no ha estado ajeno a los vaivenes del mercado siendo hoy una industria enfrentada a nuevos desafíos e interrogantes.

En la actualidad el rubro hortícola se ha visto afectado por la falta de agua, escasa mano de obra y una mayor fiscalización en el uso correcto de los plaguicidas. Sin embargo, los cambios importantes vendrán al acercarse el 2015 cuando ya no se permita el uso de bromuro de metilo (BM). Como es sabido el BM es un fumigante altamente tóxico, de amplio espectro y de efecto ambiental muy negativo.

Para quien cultiva hortalizas el gran desafío será como sobrevivir al fin del BM sin perder competitividad. Algunos apostarán por los portainjertos, otros irán por la desinfección del suelo con materia orgánica como el guano, tratamientos de suelo con enmiendas orgánicas, agroquímicos de menor toxicidad, etcétera. Lo único claro es que la tendencia de sustitución del fumigante apunta a soluciones tecnológicas más amigables con el medioambiente siendo uno de ellos el uso de portainjertos.
Juan Pablo Martínez del INIA La Cruz, doctor en Ciencias Agronómicas e Ingeniería y especialista en fisiología y biotecnología en plantas, lleva un par de años estudiando este tema y actualmente realiza ensayos con portainjertos en tomate en condiciones de invernadero y al aire libre. “El desarrollo y expansión de esta tecnología será sostenido en nuestro país, así como también su extensión a otras hortalizas de importancia económica como pimentón y melón”, asegura.

“Considerando la experiencia desarrollada en España, cuya utilización abarca el 100% de la producción de tomates, INIA se ha aliado a través de un convenio bilateral con el Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CEBAS) de Murcia, para la búsqueda de portainjertos de tomate con mayor tolerancia a hongos, nemátodos y salinidad, de modo que las plantas presenten un vigor adecuado y una mayor productividad”, plantea Juan Pablo Martínez.

INIA La Cruz junto con CEBAS investigó gracias al financiamiento del MINAGRI (de Chile) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España. Se trató de una iniciativa que aunó los esfuerzos de varias instituciones y productores mediante un proyecto de cooperación. “En el CEBAS trabajan principalmente con hormonas que controlan el crecimiento sobre portainjertos y la senescencia, siendo muy conocidos en Europa por sus novedosos hallazgos”, explica Martínez.

Actualmente los experimentos de campo apuntan a evaluar en condiciones locales cuatro portainjertos, tres comerciales y uno desarrollado localmente por INIA, para estudiar la tolerancia a hongos, nemátodos, salinidad y su efecto sobre la productividad. Según el experto, la utilización de portainjertos en Chile se seguirá desarrollando en hortalizas como tomate, pimentón y melón (entre otras), para aumentar la productividad y la calidad, así como también para reducir la utilización de agroquímicos. 

Actualmente INIA cuenta con ensayos en la localidad de Panquehue, en predios de pequeños productores, gracias a una alianza con el Prodesal de esta comuna. “Es fundamental hacer nuestros ensayos en terreno y con pequeños productores. En este caso nos asociamos con el Prodesal de Panquehue porque aterriza nuestra investigación a condiciones reales, viendo cuál portainjerto le va a servir mejor al productor. Los pequeños agricultores viven en zonas más limitantes en cuanto a salinidad y estrés hídrico, por lo que se hace necesario probar y obtener nuevos portainjertos, más adaptados a estas condiciones”, asegura el experto.

A  juicio de Martínez, el uso de esta tecnología tiene efectos positivos sobre la calidad de la planta, lo que se traduce en una mejor producción y calibre del tomate. “Se puede reducir en forma indirecta el uso de plaguicidas y la presencia de residuos en el medioambiente ya que los portainjertos también podrían conferir resistencia a ciertas enfermedades, lo cual genera un impacto importante considerando que tanto Europa como Chile apuestan a reducir la aplicación de químicos para el control de plagas y enfermedades”. Además, “hemos desarrollado proyectos para aumentar la calidad del tomate y sus atributos saludable, tales como el licopeno, ya que al incrementar la salinidad podemos incrementar la capacidad antioxidante del tomate”.

Cabe mencionar que desde fines de los años 90’, INIA ha venido desarrollando proyectos tendientes a validar estrategias de control de agentes fitopatógenos transmitidos por los suelos sin fumigar con BM. De este modo INIA viene contribuyendo al desarrollo y validación de un conjunto de alternativas tecnológicas que estén al alcance de los productores que lo requieran.

Comunicaciones INIA La Cruz

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