Biotecnología, prácticas agronómicas y mirada global a la realidad del mundo están entre los aspectos clave para el futuro, según se debatió en un seminario sobre las perspectivas de los próximos 30 años.
Grandes poblaciones en el mundo aumentando sus ingresos, lo mismo que su esperanza de vida al nacer. Paralelamente, se produce un fuerte proceso de urbanización. Esto porque en los últimos 50 años, países con grandes poblaciones han mejorado notoriamente sus condiciones de vida. Eso supone mayor demanda por alimentos, pero, además, más sofisticados y más completos. Un dato revela la situación: el ingreso medio de un hogar urbano en China se multiplicó por tres en 10 años, es 3,3 veces superior a un hogar rural y llega a US$ 2.500 al año.
¿Cuál es el impacto de todos esos factores alineados? Que el precio de los alimentos aumentará fuertemente en los últimos años y todo hace pensar que eso se mantendrá en las próximas décadas. Puede que el proceso se vuelva más lento y el crecimiento de la demanda se modere, pero nada indica que el fenómeno global pueda detenerse.
La fotografía que falta es la que va a mostrar si la agricultura aprovechó las oportunidades. Se sabe que las zonas productivas no pueden ampliarse mucho más y que son pocas las que tienen capacidad para aumentar sus fronteras o mejorar producciones. Por eso América del Sur podría convertirse en el gran abastecedor de alimentos.
Para eso requiere aumentar productividad y hacer una buena gestión de los campos. De lo que puede esperarse en los próximos 30 años hablaron los especialistas en el reciente V Foro Internacional "Perspectivas de la agricultura en el Cono Sur", desarrollado en Punta del Este, Uruguay, por CropLife Latin America, la entidad que agrupa a las principales empresas de fitosanitarios y productos biotecnológicos.
Panorama firme
La buena noticia es que nada parece detener la nueva era de los alimentos.
"Los fundamentos de los precios de largo plazo parecen sólidos. No hay razones para pensar en una amenaza de reversión en los valores de los alimentos", señala el economista Gabriel Oddone, de la consultora uruguaya CPA Ferrere.
Pone en la mesa las perspectivas de las Naciones Unidas en cuanto a que la población seguirá creciendo y al 2050 llegará a 9 mil millones de habitantes. En ese escenario, el 50% de la población mundial urbana estará en Asia y el 20% en África. Eso significa que China tendrá una población urbana de 1.040 millones de personas, la de India será de 875 millones. Oddone incluso anticipa que África podría transformarse en otra China. Por lo tanto, de esos países se esperan ingentes demandas en los próximos años. En base a pronósticos de FAO, anticipa que al 2050 habría una demanda por alimentos 50% superior a hoy.
"El punto central es que este círculo virtuoso de mejora de las condiciones de vida de las poblaciones de bajos ingresos, pero con contingentes importantes de población, nos da no sólo mayor demanda por alimentos, sino que, consistentemente, mayor demanda de productos de origen agropecuario en los próximos 30 a 40 años", señala Gabriel Oddone.
Pero no es gratis. Se requieren mejoras sustanciales desde el punto de vista de los rendimientos.
"Los analistas de los agronegocios coinciden en que el fenómeno de precios internacionales que vemos, para los países del Cono Sur está lejos de quedarse atrás y más, tiene perspectivas de sostenerse hacia adelante", plantea Oddone. Aclara sí, que no piensa en crecimientos sostenidos como los vistos hasta ahora, pero tampoco en caídas.
Aclara que estos fenómenos se juegan en mercados concretos, afectados por decisiones descentralizadas de compañías y productores, y eso puede producir desajustes de oferta y demanda y stocks. Es decir, se van a generar dinámicas propias y oscilaciones, pero la tendencia de mediano y largo plazo, que determina las buenas o malas noticias para los países agroexportadores, en principio, siguen siendo favorables.
La idea es producir cada vez más eficientemente.
"Es un desafío para la agricultura y la humanidad mantener toda la producción necesaria para los cambios que se están viendo. Para nuestras industrias el reto es seguir generando productos que permitan en forma sostenible seguir aumentando la productividad por hectárea", señala el presidente de CropLife Latin America, Carlos Buzio
Pero con transgénicos
Entonces está claro. El desafío para las próximas décadas es producir más alimentos, incrementar su valor nutricional, hacer la comida disponible y abordar el desafío de una manera más sostenible, continua e integral, según plantea el mexicano Roberto Giesemann, miembro de la junta directiva de CropLife Latin America.
De ahí que lo que se viene es una segunda revolución agrícola, que aprovechará los productos de la biotecnología, transgenia incluida. De hecho, en 2011 la adopción de la biotecnología tuvo un récord de 16,7 millones de agricultores, de 29 países, que sembraron 160 millones de hectáreas.
"El mensaje es muy claro: estamos enfrentando como sociedad un problema súper serio en el tema de la alimentación", señala Giesemann.
Y a partir de ahí los desafíos para la industria de los agroquímicos y biotecnológicas son: mejor gestión de recursos, uso dirigido de plaguicidas con menores dosis, nuevas moléculas y nuevos modos de acción, nueva tecnología de irrigación y fertilizantes; en biotecnología, nuevos cultivos con mayor tolerancia a sequías y temperaturas extremas, nuevas variedades con tecnologías avanzadas, mejora de la salud y la absorción de nutrientes de la planta e incremento de la productividad a través de tecnologías innovadoras.
"Si en 2050 vamos a ser 9 mil millones y lo tomo con factor 2, porque vamos a comer más -África ya no se van a morir de hambre-, entonces quiere decir que habrá 18 mil millones de unidades de consumo. Es algo impresionante y eso que no hemos tomado en cuenta que esa cantidad de personas quiere comer no solamente más sino mejor, como proteína de origen animal, y para eso hay que alimentar pollos, cerdos vacunos y ovinos; o sea, las tasas de consumo son altísimas", destaca Julio Hurtado, presidente de Afipa, la Asociación de Fabricantes e Importadores de Productos Fitosanitarios Agrícolas de Chile.
Y eso que no toma en cuenta la alimentación de las mascotas. ¿Cómo se alimenta a esa cantidad de humanos, animales de granja y mascotas?
"Si me ponen el escenario de un mundo absolutamente libre de transgénicos, absolutamente libre de agroquímicos, pero con 6 a 7 niños por segundo muriéndose de hambre, es impresentable. La investigación y la ciencia tienen el desafío de alimentar a esos 2 mil millones de personas más, que van a consumir probablemente el doble que hoy y de mejor calidad. Eso es un desafío tremendo. Y eso se hace con investigación y desarrollo. Magia no hay", agrega Hurtado.
Frente a los cuestionamientos a los transgénicos por su eventual impacto en el medio ambiente y las personas, Hurtado responde:
"Creo que todo el tema de las malformaciones, de los niños Frankestein y cosas que se dijeron que iban a aparecer por el uso de la transgenia ya están desvirtuadas. Estados Unidos lleva décadas usándola. Europa tiene varios países que han permitido el uso de eventos transgénicos. Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay, Bolivia también tienen autorizaciones. El tema de que si consumimos materias primas transgénicas o insumos que tengan materia prima de eventos transgénicos nos vamos a deformar, creo que está fuera de discusión. La discusión se va a acercando hoy a la biodiversidad, en que si se introduce una planta genéticamente modificada genera una planta dominante que va a sobrevivir por sobre todo el resto de las especies, y va a pasar a ser única. El fondo de todo esto es tener datos científicos para avalar argumentaciones, si no son meras opiniones, aunque respetables", señala.
Si Chile no se sube a ese carro está perdiendo una oportunidad de competitividad, pero, debe hacerlo con precaución.
"No soy partidario de autorizar todos los eventos transgénicos por decreto, sino que cada uno debe ser analizado caso a caso, y en base a eso, las autoridades pertinentes debieran decidir, tal como ocurre con los nuevos agroquímicos", señala Hurtado.
Y su opción sería la remolacha.
"Donde tenemos ventaja es en remolacha. Chile tiene una de las mayores productividades por hectárea a nivel mundial. Ahí estaría la oportunidad para empezar con eventos transgénicos. Esto sería específicamente con resistencia a herbicidas, que en el cultivo de la remolacha es bastante demandante", señala.
Las barreras al crecimiento
Pero hay algunas trabas que podrían complicar este momento dorado para los agronegocios del Cono Sur. Un tema importante van a ser los costos. Parte del fenómeno de buenos precios y demanda por alimentos ha significado para los países exportadores fuertes apreciaciones de las monedas locales.
"Eso ocurre no sólo porque las exportaciones han crecido mucho, sino porque los flujos de capital se comportan crecientes y eso es una presión sobre el tipo de cambio que genera un impacto sobre los costos en algunos rubros clave para el negocio agropecuario. Puede ser transporte, logística, puertos y mano de obra. Por lo tanto, el escenario tiene que estar mucho más concentrado en vigilar la eficiencia en los procesos de producción", señala Oddone.
Crisis en EE.UU. y Europa ¿un freno?
Según el análisis del economista de CPA Ferrere, la economía norteamericana está recuperándose tras la crisis; está creciendo, pero por debajo del promedio de los últimos 50 años. Lo que preocupa es que la tendencia es muy moderada. En ese país el 70% del producto es el consumo; por lo tanto, es vital para consolidar la recuperación. Y eso depende de dos variables: nivel de ingresos de las personas y el nivel de endeudamiento de las familias, y muchas de la clase media tienen patrimonio neto negativo, o sea, sus deudas valen más que los activos que las soportan.
"En Europa, la posible crisis bancaria se despejó, pero en ningún caso los fundamentos que llevaron a la crisis. En eso las noticias no son buenas. Europa ya está en recesión. El principal riesgo es el círculo vicioso entre las decisiones de la autoridad fiscal y el bajo crecimiento, con contracción de gastos y en algunos casos aumento de impuesto, lo que desacelera la actividad económica, y la economía no se recupera... Eso plantea una trayectoria compleja", dice Oddone.
China no es la panacea
El gigante asiático presenta un escenario de debilitamiento y acaba de presentar un crecimiento más bajo. Hay un conjunto de restricciones que no permitirían que China siga creciendo; por ejemplo, es difícil sostener crecimientos como los que venía presentando por períodos tan prolongados y, por lo tanto, es normal que se desacelere. Además, está en un proceso de revisar su modelo de crecimiento.
"Va a desacelerar su ritmo de crecimiento, pero seguirá a tasas importantes. El consumo va a seguir creciendo y los niveles de ingreso van a seguir mejorando. Todo eso es una buena noticia para los alimentos", dice Oddone.
El fantasma del proteccionismo
La lección de la crisis es que la presión por políticas proteccionistas será potente.
"Los mercados cometieron excesos que generan burbujas, cuyos efectos sobre la población fueron devastadores. Entonces, es fundamental que las políticas públicas intervengan y reduzcan el poder de acción de los mercados. En todos los países es el discurso transversal. Esto es muy relevante porque es probable que esto se traduzca en más intervencionismo, más regulación, más discrecionalidad de los gobernantes, para fijar políticas de intervención en materia de inversión, para fijar precios y, en algunos casos, fijar cuotas de comercio, como se ve en la región", pronostica el economista Oddone.
Lo que plantea es que el mundo viró, y que cosas que ideológicamente estaban fuera de discusión, hoy sí se plantean. Y eso puede ser muy significativo para el mundo de los agronegocios en los próximos años.
Una industria de US$ 46 mil millones
Las empresas de agroquímicos facturan US$ 52 mil millones a nivel mundial, de los cuales unos US$ 46 mil millones son por productos de usos agrícolas. La gran demanda por alimentos desafía a esta industria, que debe generar nuevos productos que en promedio cuestan US$ 256 millones y toma una década desarrollarlos.
"Esta industria está muy regulada y antes de lanzar un producto al mercado tiene que demostrar que se han probado todos los ángulos posibles y ese proceso cada vez requiere más estudios. En promedio se habla que son 140 estudios, algunos de los cuales cuestan millones de dólares", señala Carlos Buzio, presidente de CropLife Latin America.
-Según las tendencias de alza de los alimentos, ¿qué se puede esperar de los precios de los agroquímicos?
-Los insumos agropecuarios son herramientas necesarias para la producción y los precios de estos tradicionalmente están basados en una fracción del beneficio que traen.
Ahora, los precios de los productos agrícolas tienen que estar en línea con el riesgo y los costos que implica producirlos. Creo que en realidad los agricultores han sufrido mucho por el bajo precio de los productos agropecuarios y, más recientemente, hay precios un poco más razonables que permiten operar con márgenes razonables. -¿Cómo impactan en la industria las exigencias actuales de inocuidad y productos sanos?
-Es una tendencia que compartimos. Queremos que haya inocuidad en los alimentos. Los objetivos de la industria en investigación y desarrollo que representa CropLife Latin America apuntan a tener productos menos perjudiciales. Siempre hay riesgo en el uso de productos de este tipo, pero tienen que ser manejables.
-¿Cómo se ve el crecimiento de la agricultura orgánica versus la que ocupa agroquímicos?
-La agricultura orgánica es para ciertos grupos de público que la prefieren, pero hay que ser prácticos. Está probado científicamente que si no controlásemos las plagas, hoy solamente estaríamos produciendo la mitad de los alimentos que se generan. Sería fácil pensar en cuál sería el costo de los alimentos y el impacto en la población si solamente la mitad de lo que producimos hoy estuviera disponible. Si bien la agricultura orgánica es algo que se puede hacer en escala pequeña, y para mucha gente es algo que le interesa y está dispuesta a pagar mucho por ella, en términos prácticos alimentar al mundo con alimentos orgánicos no es realista.
-¿Está de acuerdo con otros sistemas de enfrentar plagas y enfermedades como el control biológico o el manejo integrado, que buscan reducir el uso de agroquímicos?
-Sin duda. Nosotros promovemos el manejo integrado de plagas. Creo que el manejo de plagas debe ser hecho en forma racional, considerando todos los elementos posibles, y usando los agroquímicos en las dosis y cuando sea necesario. No son para usarlos porque sí. Si hay otros elementos que se pueden utilizar para controlar los problemas, se usan.
Fuente: El mercurio de santiago
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