Con la producción masiva y liberación parasitoides y predadores, el Instituto de Sanidad y Calidad Agropecuaria Mendoza (ISCAMEN) lleva adelante acciones de control de plagas en los cultivos de la provincia, sin impacto negativo para el ambiente.
La técnica de “control biológico” -que permite disminuir la presencia de plagas mediante la utilización de sus enemigos naturales- tiene características propias que lo distinguen de otras, particularmente del control químico. En primer lugar, tiende a ser permanente, aunque condicionado por las fluctuaciones propias de un ser viviente. Al mismo tiempo, los efectos del control biológico son relativamente lentos, en contraste con la acción inmediata de los agroquímicos.
Por otra parte, los parásitos y predadores buscan a sus hospederos y presas en los lugares donde éstos se encuentran, incluyendo sus refugios. Su acción tiende a intensificarse cuando las poblaciones de las plagas son altas. Estas no desarrollan resistencia a sus enemigos biológicos.
Los enemigos biológicos, a diferencia de los agroquímicos, no dejan residuos tóxicos sobre las plantas ni contaminan el ambiente. Cabe aclarar, asimismo, que no producen desequilibrios en el ecosistema agrícola, ya que se realizan ensayos, antes de una liberación.
Una herramienta más
Más allá de todas estas ventajas, este tipo de control no es suficiente si se piensa en la erradicación de una plaga, ya que al tratarse de organismos vivos que son utilizados como herramientas de control, éstos nunca van a eliminar la plaga, ya que tienen que asegurarse la “comida” para continuar sus propios ciclos biológicos.
Para la erradicación y el control de plagas agrícolas se han desarrollado diversos métodos de control que difieren en la efectividad y en el impacto que producen en el ecosistema donde se utilizan. Por eso se entiende al control biológico como una herramienta más dentro de un control integrado de plagas, que supone la combinación de métodos con el objeto de lograr mejores resultados con un mínimo impacto ambiental.
Se combina, por ejemplo, con la técnica del “insecto estéril”, procedimiento que consiste en la esterilización y posterior liberación de la misma plaga que se intenta controlar, para que la cópula con los ejemplares silvestres no produzca descendencia.
Lo cierto es que, con la aplicación del control biológico, se reduce la necesidad de aplicar agroquímicos, disminuyendo la contaminación y restableciendo el equilibrio biológico. Mejora significativamente la calidad e inocuidad de la fruta obtenida y disminuye los costos del productor.
Con el propósito de profundizar el trabajo que el ISCAMEN viene realizando en este sentido -desde hace más de una década- se han acondicionado laboratorios en los oasis Sur, Centro y Este, además de los laboratorios instalados en Km8, Guaymallén. En estas instalaciones se realizan las tareas de producción masiva y liberación de los parasitoides y predadores que se crían en cada oasis. A ello se suma el trabajo con los productores, en función a sus propias necesidades e inquietudes.
Buscando predadores
En la provincia de Mendoza, el control de Carpocapsa se realiza, principalmente, con el uso de agroquímicos convencionales, pero es sabido que en un futuro cercano las restricciones internacionales sobre su uso serán cada vez mayores.
Desde el año 2002 el ISCAMEN ha realizado relevamientos a campo con el fin de recolectar enemigos naturales. En 2005 se introdujo desde la Universidad de California el parasitoide “Mastrus ridibundus”, y se obtuvo la colonia madre de “Trichogramma sp”, parasitoide nativo.
Actualmente, cada laboratorio de Control Biológico cría de manera masiva los parasitoides “Mastrus ridibundus”, que parasita larvas de Carpocapsa; "Trichogramma sp", parasitoide de huevos de polillas; “vaquitas de San Antonio”, predadores de pulgones; y “Crisopas”, predadores de huevos, entre otros.
Si bien se continúa ensayando, se está profundizando el trabajo a nivel de huertas y viñedos, ya que en frutales se posee un plan integrado de control.
En el caso de frutales de pepita, el ISCAMEN libera “Mastrus ridibundus” al final de cada temporada para reducir la plaga durante el invierno; y “Trichogramma sp” -que parasita huevos de polillas- al inicio de la temporada.
Para combinar técnicas, el ISCAMEN coloca en frutales bandas trampas o fajas de cartón corrugado. Al bajar del árbol, las larvas de Carpocapsa y Grafolita se introducen allí y quedan atrapadas en las canaletas del cartón. Esto favorece el trabajo invernal de Mastrus. Además, sirve de refugio a los adultos de Vaquitas y Mastrus, lo que colabora con la disminución de la plaga.
FUENTE: Los Andes
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