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AGRO20 URUGUAY La trazabilidad de la agricultura

La siembra de trigo y cebada que está en curso es especial. Por primera vez en la historia el uso del suelo en Uruguay es objeto de una regulación que pone límites a las opciones de que disponen los productores. Las rotaciones planteadas no pueden provocar pérdidas de suelo que excedan determinado tonelaje por hectárea según la zona.

Con la entrada en vigencia esta semana de los planes de uso y manejo de suelos, cuyo período de inscripciones cierra este fin de semana, la agricultura empieza una etapa nueva. El sistema genera expectativa y reticencias. Como todo lo que se hace por primera vez está requiriendo un costo de aprendizaje de todas las partes. El plazo de presentación tuvo que ser prorrogado por dos veces por problemas informáticos en la página web del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) donde debían inscribirse los permisos. En esas dos semanas de prórroga se inscribieron más hectáreas que en el plazo inicialmente estipulado, lo que parece sintomático de los desafíos y dudas que generan las nuevas normativas entre los empresarios vinculados a la agricultura.

Quienes siembren más de 100 hectáreas en trigo o cebada deberán presentar sus rotaciones previstas. Por eso ya se sabe que aumentará el uso de siembras de pasturas que actúan en forma de cobertura entre cultivos. Los llamados “puentes verdes”. Cultivos cortos ya sea de gramíneas o leguminosas que mantienen cubierto al suelo o praderas de mayor persistencia que además de proteger al suelo, le aporten materia orgánica.

El área que se había presentado al final del período inicialmente estipulado era relativamente baja, de 215 mil hectáreas. Menos de la mitad del área prevista para trigo y cebada, los dos cultivos involucrados. Pero durante las dos últimas semanas el ritmo aumentó en forma marcada. De hecho, en esas dos semanas se presentaron 240 mil hectáreas más con lo que se llegó a las 455.831 has. Con una superficie esperable para el trigo del orden de 450 mil hectáreas y unas 100 mil has de cebada, la cobertura fue considerada satisfactoria por la Directora de Recursos Naturales Renovables (Renare), Mariana Hill.

Estimó en 20 mil hectáreas la superficie que corresponderá a productores que plantan menos de 100 hectáreas.

De todos modos, quienes no han presentado planes de uso y quieren hacerlo, están todavía a tiempo.

Del 10 al 31 de mayo se recibirán planes “fuera de plazo” y el 31 se deshabilita la página web y la presentación hay que hacerla telefónicamente.

La idea de una agricultura basada en planes de uso y manejo no es nueva ni tiene su origen en Uruguay.

Fernando García Prechac, decano de la facultad de Agronomía y profesor titular de la cátedra de Suelos, lo ve con cierta satisfacción, porque “desde hace 20 años lo vengo proponiendo”.

García estudió en EEUU y vio a los planes aplicados como política de Estado. Tras un período de estudios y evaluaciones, el sistema terminó implementado por la administración de Ronald Reagan. “Tras graves problemas de erosión, se empezó con los modelos que se están aplicando actualmente, una ecuación universal de uso de suelos que son un requisito indispensable para recibir subsidios y apoyos estatales”.
En los años 90 García formó parte de los trabajos de validación de los modelos  que llevaron adelante la Facultad de Agronomía y el INIA.

Funciona como un sistema experto, de acuerdo al suelo y a la zona, hasta cuánto es admisible que se pierda de suelo.

Ya sirvió porque ha habido una fuerte tarea de extensión. La gran mayoría de los agricultores ha consultado a los técnicos y ha jugado con el modelo.

“Es algo razonable que no dice qué es lo que hay que hacer, sino qué límites no hay que sobrepasar. Si se trabaja con verdadera agricultura de precisión y se separan los suelos que tienen realmente capacidad de almacenar agua, va a dejar de ser agarrar un campo y darle parejo a todo. Es la manera de asegurar que la forma de trabajar no es pan para hoy y hambre para mañana”.

Con respecto a la estrategia agrícola conservacionista, más allá de los detalles de los planes de uso, opinó que “el tema es lograr una buena cobertura de los suelos”.

Esa perspectiva abre la posibilidad de un aprovechamiento de esas pasturas con una ganadería que en los últimos años se retiró de algunas zonas agrícolas.

¿Proteger y pastorear?

La necesaria inclusión de pasturas en las rotaciones será una de las novedades de la nueva agricultura. ¿Volverá la actividad ganadera a zonas donde la agricultura continua llevó a que se quitaran los alambrados? Fernando García no ve problemas en ello, bajo ciertas condiciones.

“El asunto es manejar el pastoreo de manera que haya siempre una buena cobertura vegetal del suelo, que el agua no le pegue directamente a la tierra cuando llueve”.

Andrés Pérez del Castillo, director de Gentos, opinó que “el negocio del que alquila campos para agricultura va a cambiar por lo que las rentas van a tener que acomodarse al uso real de las tierras. Por lo tanto, el negocio de la soja va a ser diferente, el área de pasturas y coberturas va a aumentar por la necesidad de rotar”.

De hecho son cambios que ya se están dando. “Las áreas de coberturas ya está en la conciencia y ya están en aumento. Las áreas de pasturas se espera demoren un par de años para el aumento de área debido a que el comienzo del plan es desde ahora, con lo cual podría darse en 2015”.

Respecto a la composición de las pasturas opinó que “en principio el productor va a hacer el puente verde con lo que tenga al alcance, sin importar el efecto en el sistema, esto pasa hoy. De la mano del desarrollo tecnológico de variedades y/o especie con diferentes particularidades el mercado se va a dividir en el commoditie y en lo buscado.

Por ejemplo, si el plan empieza a pulirse como es de esperar, van a evaluar la velocidad de cobertura del suelo, la velocidad de descomposición hasta diría podemos llegar a evaluar desarrollo radicular para ver qué efecto puede tener tal o cual cobertura en la erosión del suelo.

Esto puede llegar a hacer por ejemplo que usar un tipo de raigras no permita agricultura permanente con cobertura, y otra variedad pueda lograrlo”.

Los planes con los cambios que impondrán y la necesidad de abrir una fase pastoril en las rotaciones agrícolas traen otras consecuencias. Alberto Cruces, encargado de insumos de Zambrano y Cía, opinó que es notorio que los grupos agrícolas están saliendo de tierras arrendadas en zonas marginales por suelos,  escala, manejo y  logística.

Allí se dispara otro asunto que es la capacidad de los propietarios de esas chacras para recibirlas (en las condiciones que se entregan) y realizar las inversiones necesarias.

La realidad indica que una parte de ellos no tienen la capacidad financiera, han desarmado sus equipos de trabajo, tienen que volver al “trabajo”... y, entonces, tratan de conseguir arrendamientos ganaderos, pero claramente estos están muy por debajo de las rentas que recibían por la agricultura.

En cuanto a las pasturas permanentes, y al menos en los clientes del escritorio, ya el año pasado se dio un punto de inflexión. Se retomó la  siembras de praderas permanentes. En lo que va de esta zafra se continúa con esa tendencia.

Empresarios escépticos

Nadie duda de la necesidad de prevenir la erosión. El cuidado de los suelos ha venido resultando un problema en las zonas agrícolas y no solo por la intensificación agrícola. “El problema es que el clima ha cambiado y las lluvias torrenciales, de más de 100 mm, son cada vez más frecuentes”, explica el agricultor Alberto Gramont. “Los problemas de los vecinos le pegan a uno. Hay que ampliar los desagües al doble de ancho y doble de profundidad porque las lluvias son brutales y los suelos con siembra directa absorben el agua en forma más lenta”, agregó. Pero desde la preocupación compartida respecto a la protección de los suelos a la aprobación de las regulaciones oficiales hay un gran trecho.

En igual sentido se manifestó Rafael Ferber, presidente de la Cámara Uruguaya de Servicios Agrícolas. Conceptualmente se entiende que se tiene que hacer algo. Pero de la manera que se está implementando, no se sabe qué consecuencias va a tener, explicó. “Hacer una pradera sale US$ 400/ha. Al arrendatario no se lo ve entrando en la siembra de pasturas. En un formato que se basa en campos arrendados no queda claro cómo va a funcionar. Es muy factible que los planes generen menos área de trigo, maíz y sorgo: lo que cierra es hacer soja y puentes verdes”. Ferber ve con preocupación el exceso de regulación del Estado: “Con cuidar que los suelos quedaran cubiertos y castigar a quienes los dejaban descubiertos y tienen erosión alcanzaba”.

fuente elobservador

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