Los factores ambientales pueden activar determinados genes que podrían desembocar en el desarrollo de autismo, según ha evidenciado una investigación realizada por la Universidad de Exeter (Reino Unido) sobre 50 pares de gemelos.
En ella, los expertos, que señalan que en un 70 por ciento de los casos si un gemelo es autista el otro también, han observado que los patrones de cambio en la actividad de los genes implicados en el autismo está influenciada por factores ambientales que pueden activar algunos y contribuir al desarrollo de esta enfermedad cerebral.
A juicio de la miembro del Instituto de Psiquiatría del Kings College de Londres (Reino Unido) y una de los autores del trabajo, la doctora Chloe Wong, los cambios epigenéticos afectan a los niveles o la actividad de los genes "sin alterar la secuencia de ADN subyacente". Por ello, considera que el medio ambiente "interactúa con el genoma".
En este sentido, explica que los cambios epigenéticos son "potencialmente reversibles", por lo que encontrar más información sobre ellos "pueden llevar a los investigadores a desarrollar nuevos medicamentos o tratamientos". Así, podrían paliarse las afectaciones de las personas con esta enfermedad.
El autismo provoca niveles de deterioro variable a través de tres áreas comunes, "la interacción social y la comprensión, el comportamiento y los intereses repetitivos, y el lenguaje y la comunicación", manifiesta Wong. Su prevalencia actual en Estados Unidos es de "uno de cada 50 niños en edad escolar", tasa que en Europa se sitúa en "uno de cada 100 menores", expone.
Para llegar a las conclusiones del estudio, el equipo de investigación liderado por la experta ha estudiado el mecanismo epigenético metilación del ADN, que "actúa bloqueando las secuencias genéticas y puede, a su vez, activar o desactivar un gen". De esta forma se explica en la revista 'Molecular Psychiatry'.
Tras ello, han observado que la metilación del ADN se alteró sistemáticamente en todos los niños con autismo en determinados emplazamientos genéticos, mientras que las diferencias fueron específicas a ciertos grupos de síntomas o rasgos de enfermedad en otros lugares de la genética.
Por estas razones, el miembro de la Universidad de Exeter y autor principal de la investigación, el doctor Jonathan Mill, concluye que la intersección entre las influencias genéticas y ambientales "es crucial", ya que las condiciones ambientales de riesgo, a veces, pueden "evitarse o modificarse".
Fuente: ECOticias
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