En septiembre del año pasado, el gobierno de Estados Unidos redujo su pronóstico para la producción de maíz en 17% debido a la peor sequía que ha experimentado el país en 56 años
En la década de los setenta, una plaga de hongos arrasó los campos de maíz en los Estados Unidos, destruyendo 50% de los cultivos de maíz del país y sacudiendo al mercado de valores como la enfermedad de campos de cultivo más devastadora del siglo XX.
En septiembre del año pasado, el gobierno de Estados Unidos redujo su pronóstico para la producción de maíz en 17% debido a la peor sequía que ha experimentado el país en 56 años, creando el temor de una nueva crisis alimentaria mundial y disparando los precios de muchos productos básicos a niveles sin precedentes.
Si bien han pasado 40 años entre los dos eventos y estos tienen causas naturales diferentes, los resultados son bastante similares, según los científicos de Bioversity International en el Congreso de IUCN de World Conservation realizado en Jeju, Corea del Sur.
“La seguridad alimentaria del mundo depende de miles de especies. Lamentablemente la comercialización de los productos agrícolas se ha concentrado en muy pocos cultivos, lo que crea serias preocupaciones acerca de la sostenibilidad de la alimentación del mundo para el presente y el futuro”, dijo Stefano Padulosi, científico senior sobre especies ignoradas y subutilizadas en Bioversity International.
Más aun, la agricultura industrial está consumiendo recursos, aportando contaminantes y degradando paisajes resilientes a niveles que exceden los límites de los sistemas terrestres, de acuerdo con Johan Rockstrom del Centro de Resiliencia de Estocolmo.
La canasta alimentaria del mundo se está encogiendo a una tasa alarmante. Datos de la Organización de las Naciones Unidas Para la Alimentación y Agricultura, indican que actualmente alrededor de 20 a 30 cultivos alimentan al mundo, con el sesenta por ciento de nuestra ingesta de calorías basada en el consumo de arroz, trigo y el maíz.
Los cultivos tradicionales, como los granos andinos o las verduras de hojas verdes africanas, son cada vez más ignorados – los agricultores ya no los consideran rentables, los consumidores los están excluyendo de dietas más simplificadas, las investigaciones sobre agricultura los están omitiendo en sus agendas y las comunidades locales están perdiendo la cultura alimentaria que es parte de su identidad.
“Pero debido a que el cambio climático aumenta la presión sobre nuestros sistemas alimentarios, la diversidad de nuestros cultivos será crítica para contar con sistemas alimentarios resilientes”, dijo Padulosi.
En el caso del brote de la plaga se encontró resistencia en una variedad de planta silvestre, explicó Carlo Fadda, Científico Senior de Diversidad Genética en Bioversity International.
“Las variedades silvestres se están convirtiendo cada vez más en recursos importantes para mejorar la producción agrícola y para mantener agro-ecosistemas sostenibles”, dijo en un taller de investigación sobre Bosques, Arboles y Agroforestería liderado por el Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR).
“Con el advenimiento del cambio climático y con una mayor inestabilidad de los ecosistemas, es probable que las plantas silvestres resulten un recurso crítico para garantizar la seguridad alimentaria en el nuevo milenio”.
El material genético de las plantas silvestres ha sido utilizado por los humanos durante miles de años para mejorar la calidad y rendimiento de los cultivos. Por ejemplo, se cultiva rutinariamente el maíz silvestre mezclado con el maíz sembrado para mejorar los rendimientos. Pero si bien las plantas silvestres han contribuido con muchos genes útiles para cultivar plantas, poco se ha hecho para documentar y monitorear la biodiversidad de las especies cultivadas.
“Si bien desplegamos esfuerzos consistentes en el monitoreo del estado de la biodiversidad silvestre (como la lista roja de especies silvestres amenazadas de la IUCN), hay muy poca investigación en el monitoreo de la diversidad de plantas cultivadas y animales domesticados usados por los agricultores para ayudarlos a enfrentar el cambio climático”, dijo Padulosi.
“Actualmente es necesario que el mundo desarrolle formas de monitoreo de la diversidad de cultivos alimenticios que sostienen a la raza humana”.
Con esto en mente, un grupo de investigadores apoyados por el Fondo Internacional para Desarrollo Agrícola y el Programa de CGIAR sobre Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria está trabajando con las comunidades locales en Nepal, India y Bolivia para desarrollar y probar enfoques nuevos en la preparación de una lista roja de especies cultivadas e implementar un programa de monitoreo localmente controlado a largo plazo.
Se pidió a las comunidades que identifiquen distintos cultivos y especies de árboles, que evalúen la forma en que se están usando estas especies en su contexto cultural y que las agrupen de acuerdo con el área de tierra que están cultivando y el número de familias. Durante estas evaluaciones participativas basadas en la comunidad, se desarrolló una lista inicial de variedades perdidas, que fue validada a nivel regional y nacional a través de ferias de diversidad y semillas, visitas a otras comunidades, encuestas y otros medios.
Este enfoque permitirá a los investigadores y a los formuladores de políticas ‘levantar la bandera roja´ cada vez que una disminución en el uso de una variedad caiga por debajo de un determinado nivel y sus beneficios (nutricionales, generación de renta, etc.) y por lo tanto ya no alcancen a la mayoría de los miembros de la comunidad.
“Encontramos que el término clave para los sistemas alimentarios resilientes no es solamente la diversidad genética sino también el ‘conocimiento indígena´, dijo Padulosi.
“Pero ha habido una tremenda erosión de este conocimiento y necesitamos desarrollar enfoques, métodos y herramientas para salvaguardarlo, donde las mujeres tendrán que recibir apoyo en vista de su papel estratégico como nexo entre el cultivo y el uso de la biodiversidad agrícola a nivel de los hogares”.
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Uno de los grandes desafíos que los pequeños agricultores enfrentan internacionalmente es la cantidad de subsidios agrícolas que son otorgados a agricultores industriales y de gran escala, dijo Vicky Tauli-Corpuz, Fundadora y Directora de la ONG de derechos indígenas Tebtebba en un taller organizado por Bioversity International en el Congreso Mundial de Conservación.
“Casi mil millones de dólares diarios van a los agricultores ricos para continuar promoviendo el tipo de agricultura que nos ha llevado a la crisis que enfrentamos ahora”, dijo.
Los subsidios agrícolas intentan aliviar la pobreza de los agricultores, pero la mayoría de subsidios llega a las granjas comerciales con ingresos promedio de 200 mil dólares y un patrimonio de casi dos millones de dólares. Más del 90% de todos los subsidios en Estados Unidos se otorgan solamente a cinco cultivos – trigo, algodón, maíz, soya y arroz – en tanto que la gran mayoría de cultivos no es elegible para subsidios.
“Estos subsidios han empujado a los gobiernos a involucrarse más en este tipo de agricultura en lugar de apoyar a la agricultura sostenible de pequeña escala, que es más sostenible ecológicamente y promueve mayor igualdad social”, dijo Tauli-Corpuz.
Los formuladores de políticas tienen que considerar con más atención el vínculo entre biodiversidad, producción de alimentos y las perspectivas a largo plazo de las comunidades indígenas que se identifican con la tierra, dijo Pablo Eyzaguirre, científico senior en antropología y socio-economía en Bioversity International.
También dijo que “los lugares clave y las áreas protegidas en el mundo son también centros de domesticación y diversidad de cultivos”.
“Las comunidades agrícolas y los pueblos indígenas que gestionan estos paisajes, todavía están innovando y manteniendo la diversidad que el mundo necesita para enfrentar el cambio y producir suficientes alimentos saludables”.
Como dijo Patrick Holden, agricultor y científico de suelos que lidera el Sustainable Food Trust, “nadie quiere regresar al debate de la conservación versus la agricultura – un mundo bonito o un mundo bien alimentado. Pienso que nos estamos dirigiendo al abismo si ambas partes no empiezan a ver las cosas de forma diferente”.
Fuente: Ecoticias
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