El volcán Sabancaya sigue en crisis por su intensa actividad sísmica y fumarólica. Este proceso es examinado por un grupo de científicos del Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico (Ingemmet). A este complicado enfermo lo monitorean con varias herramientas y métodos. Lo observan detenidamente, le toman la temperatura, miden sus fumarolas y registran sus movimientos sísmicos.
Un grupo de periodistas acompañamos el fin de semana pasado a los expertos hasta Sallalli, una zona de pastoreo de auquénidos cercana al volcán, donde se instaló una estación de monitoreo. Esta base se ubica a 10 kilómetros del cráter del Sabancaya. Desde esta distancia se aprecia al Sabancaya y Ampato, su hermano mayor. Ambos volcanes representan un mismo complejo.
El vulcanólogo Domingo Ramos explica que el complejo se formó hace más de 400 mil años. Primero fue el Ampato, que tuvo erupciones muy violentas (en esta cima se halló a Juanita, una momia sacrificada para aplacar la ira de la montaña).
Luego se formaría el Sabancaya. Sus erupciones datan de hace 10 mil años, un periodo muy corto en geología. Es decir, se trata de un volcán muy joven. Las lavas salieron de un cráter que se formó durante la erupción y no por el hoyo principal que actualmente despide las fumarolas.
Si uno observa con detenimiento esta cumbre, verá manchitas oscuras: son domos formados por restos de lava solidificada. Frente a la estación de monitoreo hay una pared de más de seis metros de altura que se extiende varios kilómetros. Estos grandes montículos es lava solidificada de anteriores procesos.
Ramos apunta que las últimas erupciones datan del siglo XVIII, el XIX y 1987. Solo expulsó cenizas, piedra pómez y gases, mas no lava.
Si erupcionara en forma violenta, podría expulsar lava, y no se descarta que se abra otro cráter en alguna parte del edificio volcánico.
Pero felizmente estos flujos ardientes solo avanzan 10 kilómetros. Se enfrían debido a su naturaleza viscosa.
“No ocurría como en Hawai, donde los ríos de lava avanzan más de 40 kilómetros”, indicó.
Siguiendo en las probabilidades, el Sabancaya podría emitir lapilli: bloques de cenizas muy gruesas de un diámetro variable de 2 a 64 mm. A simple vista parecen piedras pequeñas.
Según los expertos, el lapilli sería muy perjudicial para los animales y la agricultura. Enterraría campos de cultivo, forraje y canales.
El Ingemmet espera que no caiga el material piroclástico por la zona, ya que los poblados de Maca y Tuti podrían verse afectados.
El monitoreo que se realiza en el Sabancaya sirve para predecir con tiempo este tipo de erupciones y así tomar medidas.
MICROSISMOS
El volcán Sabancaya tiembla casi cada cuatro minutos. Los sensores sísmicos instalados en 5 puntos detectan entre 300 y 500 micromovimientos al día. El día de mayor ocurrencia fue el 22 de febrero.
Las estaciones sísmicas están ubicadas en el mismo volcán a 1.6 y 2 kilómetros del cráter, en la estación de Sallalli, en Maca y en el pueblo de Achoma.
Domingo Ramos remarca que antes de esta crisis volcánica, el promedio de sismos era de 150 diarios.
En el centro de operaciones de Sallalli se observa un sensor sísmico de banda ancha. Parece un pequeño cilindro que detecta el más mínimo movimiento a su alrededor. La información que registra es almacenada en una computadora portátil.
En cambio, la información de los sismógrafos del volcán es captada por una computadora instalada en la Municipalidad Provincial de Chivay. La información llega por telemetría, es decir, ondas electromagnéticas. Estos datos son enviados a la oficina del Ingemmet, ubicada en Arequipa.
OBSERVADO AL MILíMETRO
Cuando un volcán ingresa a fase eruptiva también cambia de forma. Por eso, los geólogos han colocado varios prismas en el edificio volcánico. Estos objetos ayudan a determinar cualquier deformación o si se está inflando, aunque sea un milímetro.
Otro indicador importante que podría predecir una erupción son las fumarolas.
Hasta el 2011, año que empezaron a sospechar que el Sabancaya tenía un comportamiento inusual, estas emisiones tenían poca altura, en promedio 10 metros.
En cambio, en estas semanas, la altura no baja de 400 metros. La máxima alcanzó mil metros.
Estas fumarolas tienen color blanco intenso y por momentos se tornan azulinas, provienen de la cámara magmática y es señal de la actividad interna.
El químico del Ingemmet, Pablo Masías, precisa que las fumarolas además contienen ácido sulfúrico y vapor de agua. Por eso, si una persona se acerca al cráter, le arderán los ojos y tendrá una sensación de asfixia.
En diez días, Masías tiene previsto ascender hasta el cráter para colocar unos equipos que medirán la composición química de estas fumarolas. Si hay cambios será una advertencia de una posible erupción. El macizo es captado por un equipo GPS (Sistema de Monitoreo Global), alimentado por un panel solar. Si este se desplazara en el futuro también sería reportado. Los científicos consideran que el análisis permanente de todos estos datos podría ayudar a evitar un desastre. En semanas o meses se podría advertir una erupción. Con esa certeza partimos de Sallalli, bordeando la pared de lava fundida de antaño.
AGUAS TERMALES NEGRAS EN LA CALERA Y AUMENTO DE TEMPERATURA
El viernes pasado ocurrió algo inusual en los baños termales La Calera. A las 10.35 de la mañana empezó a salir del subsuelo aguas muy turbias (de color plomo). Lo normal es que sean cristalinas y calientes.
El administrador Bernardo Colla juntó este líquido en una botella y la entregó a los investigadores. El químico Pablo Masías estima que el color de esta fuente cambió debido a los movimientos sísmicos de Maca.
"Los sismos removieron la napa freática, y la sedimentación de las aguas termales se movió", explicó. No obstante, no descartó que esta situación pueda también estar relacionada con la actividad sísmica del Sabancaya, ubicado a 30 kilómetros.
Para precisarlo, el Ingemmet mide la temperatura y composición química de esta fuente termal. En las últimas semanas han subido dos grados. Fluctúa entre 67 y 69 grados centígrados.
También miden la temperatura de fuentes termales en Sallalli, del propio Sabancaya y del géiser de Pinchollo.
CLAVES
Maca es uno de los pueblos del Valle del Colca (así como Pinchollo, Achoma, Madrigal, Lari, entre otros) que podría afectarse por una erupción.
El equipo de expertos también visitó este poblado de menos de mil 500 habitantes. Sus autoridades se mostraron muy preocupadas por la situación. Maca sufre además de un desplazamiento grande, debido a un suelo lagunal (antes Maca fue una laguna) que provoca hundimientos.
Por si no fuera poco, por allí pasa una falla geológica de varios kilómetros que provoca sismos con mucha frecuencia.
fuente larepublica
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