Durante décadas, los arqueólogos han tratado de averiguar cómo apareció una civilización distintiva en América del Sur durante la época de la historia americana conocida como el Periodo Arcaico Tardío (3000-1800 a.C.) en el Perú. Una de las preguntas más importantes es cuál fue el papel de la agricultura, particularmente del maíz, en la evolución de sociedades tan complejas y centralizadas como las que surgieron en el Perú de milenios atrás. Hasta ahora, la teoría más aceptada era que fueron los recursos marinos, no la agricultura ni el maíz, el motor económico del desarrollo de la civilización en la región Andina del Perú.
La verdadera respuesta a esa pregunta está ahora emergiendo gracias a nuevos y esclarecedores detalles aportados por un análisis de restos microscópicos presentes en ciertos suelos, así como en antiguas herramientas de piedra y en coprolitos.
El equipo de Jonathan Haas, conservador del Museo Field de Chicago, Estados Unidos, se centró en yacimientos arqueológicos ubicados en los valles desérticos de Pativilca y Fortaleza, al norte de Lima. Los arqueólogos estudiaron un total de 13 yacimientos. Los más estudiados fueron los de Caballete, aproximadamente 10 kilómetros (6 millas) tierra adentro desde el Océano Pacífico, y Huaricanga, aproximadamente 23 kilómetros (14 millas) tierra adentro.
Después de años de estudio, Haas y sus colegas han llegado a la conclusión de que durante el Arcaico Tardío, el maíz (la especie Zea mays) fue en realidad un componente esencial en la dieta de los pobladores de la región del Norte Chico del Perú, una zona que registró un notable florecimiento cultural en el tercer milenio a.C.
Este nuevo conjunto de evidencias demuestra claramente que la precoz aparición de la civilización en América del Sur estuvo basada en la agricultura, como sucedió con las otras grandes civilizaciones de Mesopotamia, Egipto, India y China.
Todo el trabajo botánico realizado en este proyecto se llevó a cabo en el Laboratorio de Palinología y Paleobotánica de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, bajo la dirección de Luis Huamán. El análisis de los restos botánicos fue una colaboración entre Huamán, David Goldstein del Servicio de Parques Nacionales de los Estados Unidos, Karl Reinhard de la Universidad de Nebraska, Estados Unidos, y Cindy Vergel de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. El proyecto fue codirigido por Haas y Winifred Creamer de la Universidad del Norte de Illinois, en Estados Unidos.
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