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AGRO20 NICARAGUA El bambú se abre paso en la RAAS

Por siglos creció de forma natural en la región del Caribe, donde algunos pobladores lo usan como sustituto de la madera pero sin llegar a explotar los múltiples beneficios económicos y ambientales que proporciona. Sin embargo, en los últimos años a nivel mundial el despertar de la conciencia ambientalista comenzó a proyectar al bambú como la madera del siglo XXI.

 

El característico clima tropical húmedo de la Región Autónoma del Atlántico Sur (RAAS), la versatilidad de las especies nativas y la disponibilidad de semilla impulsaron a la empresa EcoPlanet Bamboo Group (EPB), con sede en Estados Unidos, a establecer una subsidiaria en el país. Esta planea cultivar y procesar el producto y convertir la actividad en el detonante del despertar económico de la zona. Como un beneficio adicional, la región recuperaría grandes extensiones de tierras degradadas por la sobreexplotación maderera y el avance de la frontera agrícola.

 

En junio del 2011, con capital local, inglés y estadounidense, EcoPlanet Bamboo Central América inició una inversión que en los próximos cinco años alcanzará entre 27 y 30 millones de dólares. En estos dos años se han invertido seis millones de dólares en: la adquisición de 2,000 hectáreas de tierras en comunidades de El Rama y Kukra Hill, la siembra de bambú en 1,400 hectáreas, la construcción de instalaciones administrativas y el establecimiento de reservas ecológicas.

CIUDADELA INDUSTRIAL 

“Dentro de cinco años las primeras áreas sembradas comenzarán a producir. Nuestro plan es convertir nuestro centro de operaciones, ubicado en la finca Port Rama y Río Escondido, en las cercanías de El Rama, en una ciudadela industrial, donde se procesará el bambú para transformarlo en fibra, biomasa, carbón verde, carbón activado y paneles. Adicionalmente, estamos secuestrando carbono y al estar certificados podremos vender bonos de carbono”, adelanta John Vogel, presidente de la empresa.

 

Además de esa finca poseen las de Río Siquia y Río Kama y están en proceso de comprar la San José. El plan es completar este año la siembra de las 3,000 hectáreas que el proyecto contempla establecer. En viveros la empresa posee cerca de un millón de arbolitos para ser trasplantados y para resembrar. También se planea comprar a los habitantes de la zona el bambú que produzcan en unas 2,500 hectáreas que crecen de forma natural en la zona.

 

Según Vogel, de forma paralela a la instalación del cultivo han comenzado a diseñar las instalaciones del centro de transformación del producto y a buscar clientes para definir entre decenas de opciones de transformación del bambú, las más mercadeables tanto en el mercado interno como en el externo, además de usarse simplemente como madera.

 

La meta de la empresa es estar generando ventas de entre 30 y 40 millones de dólares anuales dentro de cinco años.

 

Adicionalmente, aprovecharán la capacidad del cultivo para secuestrar altos niveles de dióxido de carbono, para vender hasta un millón de dólares anuales en bonos de carbono, que planean colocar entre los mismos compradores del bambú transformado.

 

La empresa se ha comprometido a destinar el cincuenta por ciento del resultado de esa venta a la transformación social de las comunidades donde están ubicadas las fincas.

 

CULTIVO ECOLÓGICO

 

La variedad Guadua Aculeata fue la seleccionada para el cultivo, por la versatilidad de sus propiedades físicas y mecánicas y porque, casualmente, su floración que ocurre casi cada setenta años, estaba ocurriendo en la zona de El Cuá, donde se obtuvo la semilla. Otra de las bondades de este cultivo que necesita unos 2,000 dólares de inversión por manzana es que cuando empieza a producir, al séptimo año de cultivado, puede explotarse por décadas.

 

Según Sergio Alfonso Sánchez, coordinador general de plantaciones de la empresa, aunque el bambú es una planta gramínea posee un tronco leñoso, que alcanza hasta treinta centímetros de grosor y unos 25 metros de altura. En la medida en que crece el tallo, los entrenudos son más grandes; esto permite que a cada parte se le designen diferentes usos.

 

Durante su crecimiento la planta constantemente genera hojas, que al caer producen biomasa. Esta, al incorporarse al suelo, mejora su condición. Adicionalmente se abonan con humus producido en las mismas fincas. La acidez del suelo provocada por las constantes lluvias se contrarresta con aplicaciones de cal agrícola. En su etapa de producción, una vez cortada la planta, recupera el follaje y crece rápidamente.

 

Esa gran facilidad para cubrirse de hojas, especialmente en la cúspide, ha provocado que en los dos años que tienen las plantaciones las diversas especies de la fauna de la región, que habían emigrado por el despale, regresen a la zona. El establecimiento de unas 800 hectáreas como zonas de reserva o refugios silvestres, y 200 de bosques de conservación, también contribuyen a la recuperación de la flora y la fauna, detalla Henry Heymo Hernández, jefe de finca Río Kama.

 

Añade que el bambú no es susceptible a muchas plagas, los que más lo afectan son los zompopos, grillos y ratones, los que son combatidos con productos orgánicos.

 

Según Hernández, lo que sí demanda un manejo constante es la prevención de los incendios, ya que la gran cantidad de hojas secas que se acumulan alrededor de las plantas, el espeso follaje y el inclemente calor que predomina en la zona son una combinación perfecta para generarlos. Sin embargo, constantemente limpian los alrededores de cada planta, en cada plantación hay brigadas contra incendios, agua y otros insumos disponibles por si llegaran a presentarse.

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