Mientras que a nivel nacional ha habido un incremento generalizado en los precios de los alimentos, como el chayote, la calabacita, el huevo o el tomate verde, en los Valles Centrales el desencanto de los productores orgánicos por el bajo precio al que comercializan sus hortalizas, es cada vez mayor.
"Dicen que subió el tomate, el huevo... pero ¡fuera uno rico!.... porque nosotros seguimos vendiendo igual o incluso más bajo", se lamenta don Benito Pinacho Pinacho, agricultor de tomate.
"Los poblanos son los ganones, porque ellos nos dan en la torre con sus precios, eso sí", exclama.
Y es que, según don Benito y por poner sólo un ejemplo, ni la calidad del tomate ni las condiciones higiénicas en que se realiza la cosecha, o incluso sus propiedades nutritivas, son las mismas que las que resultan de la producción orgánica.
"Aquí se cultiva con abono, se riega con agua limpia, hacemos el esfuerzo por tener nuestro invernadero... pero allá, sólo aguas sucias. ¡Hasta el sabor es más agrio!", sostiene.
ALZA DESMESURADA
Según los datos de la Cámara de Comercio, Servicios y Turismo en Pequeño de la Ciudad de México (Canacope), el tomate verde, por ejemplo, subió hasta 400 por ciento, pues a principios de año se podía encontrar entre 6 y 8 pesos en la Central de Abasto y La Merced, pero desde hace dos semanas está en 30 pesos, en los mismos centros de venta.
De acuerdo con la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), aquí el tomate verde oscila entre los 25 y 49.45 pesos en centros comerciales y mercados locales de la capital, Santa Lucía del Camino y Santa Cruz Xoxocotlán.
En tanto, el kilo de tomate rojo es vendido entre 8 y 12 pesos en el tianguis aledaño al Mercado de Abasto "Margarita Maza de Juárez", donde mucho de este producto es traído de Puebla y reemplazado por el orgánico que se produce en Valles Centrales, a un precio mucho menor pero también, de menor calidad.
CULTIVANDO EN INVERNADERO
Don Benito cultiva desde hace cuatro años tomate rojo en un invernadero de 750 metros cuadrados que instaló en este municipio, con un apoyo por parte del gobierno y una importante inversión propia, una suma de alrededor de 150 mil pesos.
Sembrar a campo abierto, asegura, es muy difícil, sobre todo por las constantes amenazas de plagas como la mosquita blanca, que produce muchas afectaciones en los cultivos.
En contraparte, en el invernadero hay más control sobre el agua que se destina, el cuidado de cada una de las plantas, la limpieza y el resguardo del sol y lluvias.
Pero él, como decenas de productores de esta municipalidad, no sólo se dedica a la cosecha del tomate, sino también del frijol, maíz y alfalfa.
COSECHA SEGURA
"Me gusta ver la planta en crecimiento, ver cómo se logra producir y lo que más me agrada es que en la actividad participa toda la familia, la mayoría del trabajo pesado la hacemos juntos", asevera.
Añade: "Sembrar a campo abierto, no da mucho resultado... se han usado tantos químicos que ya existe un número de plagas igual, es difícil erradicarlas".
Además, asegura que resulta mucho más caro hacerlo de este modo y los agricultores han optado por utilizar los invernaderos. Prueba de ello, es la variedad de cobertizos que se observan sobre la carretera que conduce a Zimatlán.
En un lapso de 18 meses, realiza dos cosechas que dejan un total de entre 15 y 19 toneladas. Un poco del tomate es vendido en Zimatlán, otro más es para consumo familiar y el excedente se oferta en los mercados de la capital "si es que hay buen precio allá", si no, se prepara el terreno para el próximo cultivo y la planta se arranca y se vuelve a sembrar.
ABONO ORGÁNICO
Una planta de tomate puede llegar a tener un año productivo y crecer hasta los 3.5 metros, tras alcanzar esta altura, se puede "bajar" y dejar que desarrolle en el suelo, llegando a medir hasta 8 metros de forma horizontal.
El tiempo de maduración es de 85 días, señala don Benito. Para lograr una producción integral, es indispensable el abono orgánico, de ahí que el suelo "esté suelto", pues es una mezcla de abono de chivo, de toro, gallina y basura del mismo tomate, al que se le aplica levadura y panela para que fermente.
"Yo preparo mi composta, todavía no puedo decir que es al cien por ciento orgánica, porque uso un poco de abono soluble para apoyar a la planta y siento que da buenos resultados por la cantidad que logro producir", asegura.
Esto hace que a diferencia de otros, este tomate esté macizo y no se pudra tan fácilmente; además, el sabor tiende a ser menos agrio, un poco más dulce, en parte, porque está regado con agua limpia.
Lo barato sale caro
Pero las ventajas de la producción orgánica parece no ser una prioridad para el consumidor. Don José y doña Fabiana son dos productores de hortalizas, también de Valles Centrales, pero a su consideración, la gente no está interesada en el proceso de producción, sino que quieren "resultados rápidos", por eso utilizan químicos en las plantas.
Coinciden con don Benito en que el precio de estos alimentos son impuestos por los vendedores de origen poblano que llegan a hacer tianguis a Oaxaca.
"Ellos usan aguas negras y químicos muy poderosos, pero la gente de Oaxaca no ve si es un producto limpio o sucio, sino que esté barato, y por eso tenemos que arrancar nuestras plantitas, porque así ya no es rentable vender", coinciden.
La caja de tomate rojo, como el que siembran en esta región, es vendida entre 150 y 200 pesos en el mercado local y en la capital, cuando "nos va muy bien".
Sin embargo, la pareja y don Benito sostienen que el costo es inestable. "Hoy podemos vender a 200 y a veces baja tanto que llega a 50 o 60 pesos... y no es rentable porque hay que pagar quien ayude y el viaje", dijeron.
Reclamaron: "Prácticamente los poblanos fijan el precio; cuando está a 200, los poblanos traen de allá y nos bajan el mercado y tenemos que emparejarlo".
MEDIANA MARGINACIÓN
Aunque el municipio de Zimatlán de Álvarez presenta un grado de marginación municipal y rezago social "medio", 4 mil 188 personas viven en pobreza extrema.
fuente noticiasnet
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