Chile se ha preparado para este encuentro y así lo ha manifestado el presidente de la República, Sebastián Piñera, quien ha manifestado la importancia de aprovechar esta magnífica oportunidad en que América Latina vive un auténtico renacimiento, que permite ir cerrado brechas con el mundo desarrollado, recuperando el tiempo perdido en el desafío de hacer del continente una región más libre, más justa y más prospera. También ha advertido que se está a mitad de camino, justo cuando las pendientes se hacen más acentuadas, la ruta más hermosa pero también más difícil. Por ello no se deben bajar los brazos ni mucho menos creer que se ha llegado a la cima.
El tema central de la cumbre se titula «Alianza para un desarrollo sustentable: promoviendo inversiones de calidad social y ambiental». El tema y la reunión no pueden ser más oportunos. Los desafíos del mundo actual son considerables, si partimos de la base de que las sociedades han avanzado mucho, pero que también queda mucho por hacer. Tanto en Europa como en América Latina, como nunca en la historia, se han consolidado de manera casi unánime regímenes democráticos sobre la base de la participación, el respeto a los derechos humanos, la alternancia en el poder y la vigencia de las libertades públicas. Por otro lado, en ambos continentes se ha avanzado de manera considerable en el desarrollo económico sobre la base de la libertad, que ha dado lugar a múltiples tratados de libre comercio y a una expansión comercial sin precedentes en la historia. De esta manera, las instituciones de la libertad dan paso, como corresponde, a una mayor prosperidad de los pueblos.
En este tema económico hay posibilidades grandes de trabajo conjunto, como ya ha quedado demostrado. Por ejemplo, el comercio entre CELAC y la UE ha tenido una considerable expansión promedio anual de 13% en los últimos diez años, alcanzando los 276.000 millones de dólares en 2011. En el caso de la Inversión Extranjera Directa (IED) de la UE en la CELAC, en 2011 sumó 613.000 millones de dólares, que es prácticamente la mitad de lo que recibe la región. Por su parte, la CELAC tiene una inversión de 117.000 millones de dólares en Europa, que representa un 53% de lo que invierte la CELAC en el mundo, todo lo cual ilustra el compromiso de recíproca colaboración.
Sin embargo, el asunto no puede quedar ahí. Hace algunas semanas, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, precisó cuatro desafíos cruciales para los países de América Latina, que exigen a su vez cuatro grandes reformas orientadas a su éxito. El primero es mejorar el sistema educacional, clave en el mundo globalizado y en la sociedad del conocimiento y la información; el segundo es integrarse más al mundo de la ciencia y la tecnología; el tercero es fomentar las fuerzas de la innovación y el emprendimiento; finalmente, lograr mayor igualdad de oportunidades y reducir la pobreza.
Al reiterar la oportunidad del momento en que se realiza esta cumbre, en la que apuntaremos alto, no podemos perder de vista que lo que se debata en Santiago, en las próximas semanas está dirigido a 600 millones de habitantes de los 33 países de América Latina y el Caribe y otros 500 millones de los 27 países europeos. Sin duda, un universo que tiene la fuerza suficiente para plantear una nueva era en las relaciones de ambas regiones. Una etapa de mayor integración, de mayor colaboración, de mayor diálogo político para que afloren los elementos que nos unen y a los que nos son ajenos la comunidad de valores y principios.
Se trata, en definitiva, de apuntar alto, de ser inconformistas, de no quedarse con los éxitos logrados, sino apuntar a los desafíos pendientes. Esta reunión del CELAC y la del CELAC-UE nos permitirán, desde Chile, emprender en conjunto estos desafíos, con la certeza de que sólo el trabajo sostenido y bien orientado puede asegurar los éxitos del futuro. Será una cita con la historia de dos continentes y en ella estamos persuadidos, trascenderá que juntos podemos avanzar más para que también Europa, con su larga historia, su cultura y sus recursos, podrá salir adelante y vencer a una crisis que ha perdurado demasiado y que requiere de sinergias como las que surgirán desde los confines del mundo construyendo una nueva era en las relaciones entre Europa y América Latina y el Caribe.
Fuente: FAO
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