La agricultura de monocultivo, según estudios de la Organización de las Nacionales Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO), es la principal causa del deterioro nutricional de las familias rurales por los riesgos económicos que tiene y la vulnerabilidad, que contribuyen al éxodo rural.
Por esta razón, algunos países han apuntado a incentivar las granjas integrales autosuficientes, para que los pequeños productores tengan todo en poco espacio y no se sientan presionados a salir a las ciudades a ahondar los problemas de desempleo y violencia.
En Ecuador, la familia Romero Tumbaco es un ejemplo de diversificación agropecuaria.
Violeta Tumbaco, productora de la zona de Cerecita, comenta que para ella no hay mayor felicidad que vivir en el campo y trabajar para entregar alimento a los demás.
En tres hectáreas, ellos han logrado establecer una granja integral autosuficiente. “No nos falta nada, hay frutales de toda clase, no compramos nada en el mercado, tenemos pescado, patos, frutas. Hacemos experimentos con varias plantas para ver lo que mejor se da, sembramos plantas medicinales, tenemos arazá; guanábana que sirve para el cáncer; la pitahaya, fruta milagrosa para la gota y los ojos; y la grosella china, para purificar la sangre”, indica.
Además, tienen gallinas criollas que alimentan con maíz y afrecho de avena, las cuales ayudan a acabar con la maleza sin usar herbicidas y su estiércol lo aprovechan para las plantas. “Y para la polinización de los cultivos tenemos abejas, aquí todo es natural”, explica la productora.
Para Dionisio Romero, la tarea no fue fácil, cuenta que golpearon puertas de instituciones como el Ministerio de Agricultura, la Misión China que apoya proyectos en Ecuador, el Banco de Fomento y varias empresas privadas.
Recuerda que luego de tener una gran hacienda, que vendió para comprar algo más cercano a una vía de acceso para sacar sus productos, llegó la dolarización y su patrimonio que era de 120 millones de sucres se convirtió en $ 4.800, con lo que pudo comprar solamente tres hectáreas.
“Ante eso, teníamos que adaptarnos a la nueva vida y ver cómo aprovechábamos el recurso; empezamos regando con manguera y pidiendo apoyo y capacitación a las instituciones del Gobierno. Lo principal es tener fe y entusiasmo”, indica.
Romero dice que aún no entiende por qué los agricultores que tienen tierras salen a los mercados a comprar verduras y frutas si pueden producirlas.
Para complementar los proyectos, esta familia dentro de poco tiempo implementará un sistema de forraje hidropónico, para tener alimentación y poder criar vacas.
Ellos venden toda la producción en su propia finca, evitando el costo del transporte. Aunque los dos trabajan todo el día en sus proyectos, dan mano de obra a personas de la zona que les ayudan en la recolección de las cosechas.
Para Violeta Tumbaco, lo principal es tener disciplina y cumplir los compromisos que se adquieran. Ahora solo esperan que el Gobierno llegue a las zonas rurales con capacitación y créditos blandos para seguir trabajando. “Es importante que nos preparemos ya que Europa tiene sus ojos en América del Sur”, dice su esposo.
Experiencia en Colombia
En Colombia, la Fundación Hogares Juveniles Campesinos creó el modelo de granja integral autosuficiente con el fin de elevar los ingresos de los agricultores y romper el círculo de la pobreza bajo el lema “No le queda a nuestra patria otra alternativa que la de volver al agro, ya que mientras haya hambre no habrá paz”.
Por ello iniciaron el programa de granjas. En una extensión de 2 a 4 hectáreas de terreno, los agricultores tienen una vivienda cómoda e higiénica hecha con los materiales de la región y con disponibilidad de agua. Les enseñan a construir letrinas. Siembran pasto de corte que tardan de tres a seis meses en crecer.
Con media hectárea de pasto ellos alimentan de dos a cuatro vacas lecheras.
Poseen, asimismo, una porqueriza para una o dos cerdas de cría. Las vacas y las cerdas producen el estiércol que sirve de abono para producir gas, que es utilizado en las cocinas. Con buena división de la tierra tienen una huerta de hortalizas y frutales, al igual que un galpón de gallinas ponedoras y pollos de engorde.
Dentro de la granja, Hogares Juveniles Campesinos enseñó a los productores a desarrollar tecnologías que aumentan la producción y utilizan al máximo los recursos como el agua, la tierra, el viento, el sol y la energía, al instalar bombas de zarandeo, riego por goteo, viveros, elementos accionados por la energía solar, molinos o arietes, y la familia de esta manera dispone de luz, agua, y otros.
Fuente: Eluniverso.com
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