Las tardanzas se generan por mayores controles a las cargas implementados por la Aduana desde octubre del año pasado.
Fuentes cercanas a las empresas que pidieron mantener el anonimato aseguraron que desde la segunda quincena de octubre de 2012 y hasta el 31 de marzo pasado, de los 1.116 buques que recalaron para embarcar granos y productos agroindustriales, 649 sufrieron demoras por diversas causas, es decir, el 58 por ciento.
El promedio de tardanza fue de más de 15 horas, lo que produjo una acumulación total de 9.983 horas de atrasos.
Las mismas empresas que deben enviar granos y subproductos son las que después liquidan los agrodólares.
El sector exportador, que integran gigantes globales como Cargill, Dreyfus, Bunge, ADM, Toepfer y las locales Vicentín, Nidera y AGD, entre otras, se comprometió con el secretario Guillermo Moreno a acelerar el ritmo de liquidación de las divisas, cosa que hizo en las últimas semanas. El gobierno nacional requiere esos dólares para controlar el valor interno de la divisa.
La actual cosecha de soja se proyecta con un resultado de 10 millones de toneladas más que el año pasado, que implican un crecimiento del 25 por ciento de la producción nacional.
Para la consultora Ecolatina, el mercado cambiario formal podría distenderse en el segundo trimestre, ya que en los próximos meses las liquidaciones de cereales y oleaginosas repuntarían significativamente.
Después de un inicio de año con poca actividad, la semana pasada los exportaciones liquidaron u$s 816,3 millones de dólares, con lo que el monto liquidado desde el 2 de enero asciende a u$s 5.820,5 millones, acortando drásticamente la diferencia que existía con el monto liquidado en el mismo período de 2012. Las medidas a las que apuntan los exportadores son la contraverificación de cargas, y un control adicional de estupefacientes, que conforman el combo responsable de las demoras en la salida de los buques. Si bien las demoras en la exportación no amenazan hoy las expectativas de ingresos de divisas, generan sobrecostos que afectarán a los exportadores y, de mantenerse, se bajará la calificación de los puertos argentinos, pudiendo ser considerados como puertos ?sucios?, según las fuentes.
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