por el fruto de una semilla.
La ciudad de Altea y Carolina Punset pueden sentirse orgullosos. Esta abogada penalista fue la que se empeñó en 2007 junto a sus compañeros de Cipal (Ciudadanos Independientes por Altea) en impulsar los huertos urbanos desde la Administración, otra forma de ejercer el Urbanismo en una época en la que aún se negaba la burbuja inmobiliaria. Tras abrir el primer huerto les imitaron Novelda, L’Alfàs del Pi, Xàbia e incluso Benidorm se interesó. “El problema de los solares abandonados está en todas las localidades”, dice Punset, “es el fruto de la especulación”. Hoy Altea puede presumir: 200 personas cultivando sin herbicidas o pesticidas y hay lista de espera. “Algunos, con 40 metros cuadrados de parcela producen para dos familias”, asegura la edil. Hay huertos en todos los institutos y colegios. Conscientes de que en el siglo XX, la zona perdió el 80% de sus semillas autóctonas, han rescatado 60 tipos almacenados en la Universidad Politécnica de Valencia para “cuando alguien recupere el sentido común”, dice Punset. “Hay que apostar por el huerto urbano, pero también por su continuidad”. El siguiente paso será introducir cabras y gallinas autóctonas que puedan generar compost. La meta es que el huerto sea autónomo. Y que la gente viva y coma mejor. Y quizás ser más felices.
fuente elpais
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