AGRO20 ESPAÑA Suave, blanca, de pulpa fina y mantecosa... la faba de la costa de Lugo

La alubia es conocida desde la antigüedad. Su alto valor nutritivo y propiedades de conservación la han convertido en un alimento básico en las dietas de todo el mundo, pero al hablar de la faba de Lourenzá lo hacemos de un producto con identidad propia, delicado, singular, que provoca una explosión de los sentidos. Es distinguible por el tacto -su fina piel y suave textura-, por la vista -su forma y blancura-, el olfato -un aroma terroso y almidonado-, por el sonido -suave al deshacerse en la boca- y, obviamente, por el sabor que la caracteriza. En definitiva, un producto con una calidad culinaria excepcional en el que tienen mucho que ver las condiciones de la tierra donde brota, los valles de Lourenzá y la costa de Lugo.

«É de tacto suave, dun branco uniforme, e ao saboreala notas unha pulpa moi fina, mantecosa, sen grumos». Así la define Gema Iglesias Recalde, la presidenta del Consello Regulador da Indicación Xeográfica Protexida Faba de Lourenzá.

Su comportamiento es extraordinario en la cocción. Nada extraño si consideramos el exhaustivo proceso que se sigue para conseguir solo las mejores habas: este año se venderán unos 7.000 kilos, recogidos en unas 25 hectáreas labradas en su mayor parte en Lourenzá y Ribadeo, si bien la indicación protegida abarca a los otros 13 municipios de A Mariña de Lugo.

A la tradición en el cultivo se le ha unido la experimentación y la investigación: «Antes as fabas se sementaban xunto co millo, que servía de titor. Agora van por separado, en regos cada dous metros, con titores propios, porque aumenta a produción», explica Gema Iglesias.

En mayo se siembra la tierra trabajada previamente para que esté en las condiciones propicias. Tras recoger las vainas y seleccionar las mejores fabas, se dejan 72 horas en el frigorífico, a 20 grados centígrados bajo cero. Así se garantiza la óptima condición del haba sin tener que recurrir a tratamientos químicos.

En la actualidad hay 55 productores y siete envasadores. ¿Merece la pena? Gema Iglesias lo razona así: «Si; quizais comprar menos pero comer bo, e quedar satisfeito».

fuente lavozdegalicia