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AGRO20 ESPAÑA: Producen un plaguicida sustentable para proteger al vino

Una de las mayores industrias de Mendoza es la vinícola. Y se considera casi un sacrilegio vacacionar en esa provincia sin visitar una bodega o disfrutar de un buen patero. Pero todo paraíso tiene su serpiente. En este caso, son unas pequeñas polillas que comen las uvas y ya se convirtieron en plaga y en el dolor de cabeza de los productores locales. 

Los científicos del Grupo de Investigación de Saneamiento Ambiental de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), con el apoyo de la Universidad Nacional de Cuyo, crearon un método de control sustentable y económico, a base de un hongo patógeno de insectos, para exterminar a la llamada “polilla de la vid”. Fue probado en el laboratorio con resultados alentadores.

La pequeña polilla Lobesia botrana es originaria de Europa, donde no pudo establecerse como plaga. Al perecer, en el año 2008, las polillas ingresaron a Chile viajando como polizones, escondidas en maquinaria agrícola. Esto posibilitó su entrada a Mendoza, donde fue detectada en el año 2010.

En diálogo con la Agencia CTyS, la doctora Stella Maris Da Silva, investigadora de la UTN y responsable del proyecto, explica que aún no se conocen datos certeros del nivel de pérdida de los productores locales con respecto a la polilla en Argentina. “Usando como referencia los datos de Europa, se supone que las pérdidas directas giran alrededor del 10 por ciento del total de cosecha”, estima. 

Las polilllas ocacionan grandes pérdidas económicas en la producción de vinos. No sólo porque comen las uvas, con preferencia por los más finos varietales Cabernet y Malbec, sino porque les hacen pequeños agujeros que favorecen la entrada de diversos hongos que le proporcionan un mal sabor al vino. Sin embargo, el peor daño lo sufre el meida ambiente, debido a la fumigación con pesticidas químicos por parte de los agricultores.

“Los agroquímicos que se utilizan, en particular el Clorpirifós, no son específicos, matan todo y causan problemas también a mamíferos. Por eso, nosotros propusimos un método de control biológico sustentable, que no contamina el ambiente”, resalta la biotecnóloga de origen brasileño.

La sustentabilidad del hongo

La innovación creada por Da Silva y su grupo de investigación, que se conoce comercialmente como “Triple B”, es un bioplaguicida desarrollado a partir del hongo entomopatógeno Beauveria bassiana. Este compuesto tiene la particularidad de ser completamente específico, es decir, ataca sólo a la polilla de la vid y, además, se degrada naturalmente luego de un tiempo de exposición, por lo que no contamina el ambiente.

Según la especialista, “es un hongo común que se encuentra en todo el mundo y es muy utilizado para el control biológico de plagas”. Pero en el laboratorio, donde trabajan con una cepa del mismo, “se le agregan compuestos para que ese hongo viva en las condiciones de Mendoza (tipo de humedad, calor, etc.) y para aumentar su nivel de virulencia. Además, le agregamos las feromonas de la polilla para hacer un producto más específico”, destaca.

Luego de cultivar al hongo en arroz, se le agrega polvo humectante, protectores UV y un 1 por cierto de feromonas de la hembra de la “polilla de la vid” como sustancia cebo para atraer al macho. Todo el compuesto genera un bioplaguicida en polvo que el productor debe diluir en agua para rociar los cultivos de uva entre los meses de septiembre y marzo, época en la que vuela el insecto.

Cuando la polilla toca la uva, las esporas se le adhieren y penetran por la piel. “El hongo va penetrando con sus hifas en el organismo de la polilla, que se queda toda blanca porque el hongo va desarrollándose en su estructura”, cuenta Da Silva. 

Una PYME biotecnológica

Además de la fumigación con productos químicos, existe un método de control de la famosa polilla de la vid mediante el uso de feromonas, pero su costo ronda los 300 dólares por hectáreas, lo que imposibilita su uso para el pequeño productor.

Actualmente, el proyecto recibe el apoyo de la UNCuyo y es uno de los ganadores del concurso INNOVAR 2012 en la categoría “Innovaciones en el agro”. Al mismo tiempo, los científicos están a la espera de poder realizar las pruebas en campo para comprobar la eficacia a gran escala. 

“Nosotros hemos hecho las pruebas en el laboratorio, no lo hemos aplicado todavía en campo por las restricciones del SENASA. Pero ahora la universidad nos está apoyando con la formación de un laboratorio en el campo biotecnológico. Vamos a empezar con la producción para poder hacer pruebas en campo, en septiembre”, concluye Da Silva. 

El producto también resultó ganador del concurso IB50K del Instituto Balseiro en Bariloche como mejor plan de negocios de futuras empresas de base tecnológica y recibió el 2º premio del E-Capital de la Fundación Marchigianar.

Fuente: ECOticias

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