La superficie forestal de Baleares ha disminuido un poco más de un 1 por ciento en la última década, pasando de 223.600 a 220.786 hectáreas, que cubren más del 44 por ciento del territorio, aunque en Menorca, Ibiza y Formentera este porcentaje supera el 52 por ciento, muy cercano al 55 por ciento de la media estatal.
Las Islas Baleares tienen una extensión total de 498.000 hectáreas, que se reparten entre Mallorca y Cabrera, con el 78 por ciento de la superficie, Menorca, con el 14 por ciento, Ibiza con el 11 por ciento y Formentera con el 2 por ciento.
La superficie forestal en las islas, asciende a cerca de 221.000 hectáreas, de las que sólo 35.000 hectáreas son desarboladas, correspondiendo la mayoría a zonas arboladas.
Son datos del cuarto Inventario Forestal Nacional en las Comunidades Autónomas de Asturias, Baleares, Cantabria y Murcia, que ha publicado el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, que recogen los datos obtenidos tras el estudio de la evolución de los bosques a través de diversos parámetros que permiten conocer cuánto crecen, tanto a nivel individual como de masa, su estructura, distribución espacial y evolución a lo largo del tiempo.
El inventario de Baleares también señala que desde el último informe forestal, realizado hace una década, hasta la fecha, el monte arbolado denso gana 7.500 hectáreas, mientras que el monte arbolado ralo y el de arbolado disperso pierden más de un 30% de superficie, lo que lleva a la conclusión de que estas últimas superficies se han densificado.
En cuanto al número de árboles por islas, corresponde el 68 por ciento a Mallorca y Cabrera, el 16 por ciento a Ibiza, el 15 ciento a Menorca y el 1 por ciento a Formentera. Entre los últimos inventarios se constata que las coníferas aumentan su volumen (+20 por ciento) a un ritmo mucho mayor que su número (+4 por ciento), mientras que las frondosas crecen aproximadamente al mismo ritmo tanto en número como en volumen.
En este nuevo ciclo del Inventario Forestal Nacional se han introducido parámetros nuevos que ofrecen una perspectiva del estado de la biodiversidad forestal.
Entre ellos están la presencia de especies amenazadas o invasoras, el conocimiento de la madera muerta (uno de los cinco depósitos que definen el estado de sumidero de los bosques frente al CO2 atmosférico y hasta ahora poco conocido), o la presión de los grandes herbívoros a través de la medición del ramoneo de las plantas.
Para ello, en las publicaciones se incluye un estudio sobre los usos del suelo, analizando la distribución forestal y no forestal; la evolución de la masa forestal y las formaciones forestales arboladas en cada una de las comunidades autónomas.
También se ofrece información sobre la biodiversidad forestal de cada una de las regiones, el estado fitosanitario del monte arbolado; la valoración económica de la superficie forestal; la biomasa arbórea y la fijación de carbono; así como la propiedad de la superficie forestal y la protección del medio, analizando la Red Natura 2000 y los Espacios Naturales Protegidos.
La actual metodología permite adaptar la información a los nuevos condicionantes demandados por la sociedad y los organismos internacionales que solicitan información actualizada como Forest Europe y el informe quinquenal de la FAO sobre la evaluación de los recursos forestales en el mundo.
Fuente: ECOticias
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