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AGRO20 ESPAÑA: La lluvia traslada a Sevilla trazas de yodo radiactivo prevenientes de plantas nucleares europeas

Miembros del grupo de investigación AMS del Centro Nacional de Aceleradores (Universidad de Sevilla-Junta de Andalucía-CSIC) han analizado la presencia del isótopo 129I de yodo en el agua de lluvia en Sevilla durante el periodo 2005-2008. Las cantidades detectadas no son relevantes desde el punto de vista de protección radiológica, según los autores del estudio.


El objetivo de este trabajo, que publica la revistaAtmospheric Environment, es evaluar en el sur de Europa el impacto de este isótopo radiactivo procedente de las plantas de reprocesamiento de combustible nuclear de La Hague (Francia) y Sellafield (Reino Unido).


El 129I es un isótopo radioactivo de larga vida que puede tener un origen natural –a partir del xenón129Xe de la atmósfera– o humano, como subproducto del uranio238U. En el procedente de este último es en el que se han centrado los investigadores.


Desde el punto de vista de contaminación por 129I, España es considerada una región ‘de fondo’, pero en ocasiones llega este contaminante radiactivo desde las dos plantas nucleares europeas, según las condiciones atmosféricas.


A través de los datos analizados, se ha comprobado que hay una mayor deposición de 129I en Sevilla durante los periodos húmedos y con vientos de dirección norte. De este modo, se ha obtenido un modelo del transporte y dispersión atmosférico del 129I.

Los datos también muestran una disminución en el cociente entre dos ísótopos del yodo (129I/127I), que son también mucho menores que los resultados obtenidos en lugares próximos a la central de Sellafield.


Este hecho puede deberse a que una importante fracción del 129I depositado en la zona central de Europa tiene su origen en el mar del Norte, con lo que estas áreas se ven claramente más afectadas por las centrales de La Hague y Sellafield.
La cantidad de 129I presente en la atmósfera se ha visto modificada de un modo significativo por la acción humana. Durante los años 60, la actividad nuclear civil y militar dio lugar a un aumento en el aporte de 129I a la atmósfera, y la situación se agravó con el accidente nuclear de Chernóbil a mediados de los años 80.


Aún así, la mayor contribución de 129I al medioambiente procede de las actividades de trabajo de las plantas de reprocesamiento de combustible nuclear, como La Hague y Sellafield.


El 129I se emplea para el seguimiento de la actividad de centrales y plantas nucleares como estas a través del estudio del agua de lluvia. El yodo es un elemento que se incorpora con facilidad a la cadena alimentaria y a las rutas hidrofílicas, por lo que es un buen trazador del ciclo del agua.

Fuente: ECOticias

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