Uno de los mayores enemigos de la patata es el nematodo parasitario Globodera (G. rostochiensis), una plaga muy difícil de erradicar que puede reducir la productividad del cultivo hasta en un 75 por ciento. Asimismo, los suelos infectados por este nematodo se declaran en “cuarentena”, situaciones que generan graves perjuicios al agricultor. Con el fin de reducir el uso de productos químicos para combatir este parásito, investigadores del Grupo de Compostaje de la Universidad de Burgos (Ubucomp) investigan la aplicación de enmiendas o residuos orgánicos de diversa procedencia para la eliminación de G. rostochiensis.
El trabajo forma parte de la tesis doctoral de Yolanda Arribas Santamaría, defendida recientemente en la Universidad de Burgos, y ha sido dirigido por los profesores Salvador González Carcedo y Domingo Javier López Robles. Como explica a DiCYT (www.dicyt.com) la investigadora, se ha estudiado un suelo infectado procedente de la provincia de Salamanca y se han realizado pruebas tanto en el laboratorio como en el terreno.
En concreto, han analizado enmiendas de origen animal (purín de cerdo líquido y sólido, estiércol de gallina y de oveja), residuos vegetales (restos de maíz enmendados con urea, de rábano, de cultivo de champiñón y restos de fresa troceados) y enmiendas de origen urbano (lodos de depuradora, residuos sólidos urbanos bioestabilizados y residuos de depuradora).
“Hemos llevado a cabo pruebas con todos esos residuos a distintas dosis y hemos comprobado qué efecto nematicida tenían sobre el patógeno G. rostochiensis”, detalla la investigadora. Además, han comprobado si se producía o no una modificación en la calidad del terreno, ya que “al utilizar todo tipo de enmiendas orgánicas corríamos el riesgo de que se perjudicara la calidad del suelo”. Así, en los resultados de los ensayos han tenido en cuenta ambas cosas, “compaginando el efecto nematicida y el efecto metabólico sobre el suelo”.
Resultados
En cuanto a los resultados obtenidos, Arribas detalla que las enmiendas de origen animal son las que mejor funcionan, aunque la aplicación real en campo “no tiene nada que ver con las experiencias en el laboratorio”. “La mortalidad de G. rostochiensis es mayor en el laboratorio que en la aplicación en campo, pero el incremento de las actividades enzimáticas en el suelo, es decir, la mejora del suelo, es mayor en campo”, apunta la experta.
Para controlar este nematodo se utilizan habitualmente productos de origen químico, por lo que el fin último del proyecto “es reducir el uso de nematicidas y utilizar algo que tenemos muy a mano y que puede mejorar la calidad del suelo sin tener efectos secundarios, ya que se emplean proporciones no fitotóxicas”, señala.
G. rostochiensis es un patógeno común de la patata, que en quiste “puede sobrevivir incluso 20 años, hasta que encuentra otro cultivo”. La tesis doctoral de Yolanda Arribas abre muchas puertas, así que una vez presentada la idea “es seguir avanzando en esta línea de investigación”.
El Grupo de Investigación en Compostaje trabaja desde hace varios años en distintos proyectos nacionales, regionales y provinciales centrados en la aplicación de enmiendas orgánicas en suelos, como residuos urbanos, lodos de depuradora o purines. El Grupo, que está adherido a la Red Española de Compostaje, se constituyó en el año 2003 en el Área de Edafología y Química Agrícola de la Universidad de Burgos a partir de la experiencia investigadora sobre la aplicación al suelo de los residuos orgánicos y la incorporación de científicos de diversas áreas.
Fuente: Salamanca24horas.com
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