Apenas lleva unos cuantos meses en marcha el proyecto de los huertos urbanos en la gavia de los Hormiga, en Puerto del Rosario. De momento no da para mucho, es decir, los frutos de la tierra aún son escasos, pero desde luego está sirviendo para que los beneficiarios de la iniciativa aprendan cosas sobre la agricultura. Lehior Ojeda Cruz, de 29 años, cultiva sandías, melones, calabazas, judías, coles, millo, calabacines, zanahorias, pimientos de padrón y dulce, papas, berenjenas, espinacas, romero, cilantro y azafrán. Su método de cultivo bebe de las fuentes de la agricultura ecológica. «Planto por compatibilidades, por ejemplo, papas y pimientos de padrón juntos, porque los nutrientes que absorben de la tierra una y otra especies son diferentes, de modo que no se perjudiquen entre sí», explica.
Al principio tuvo algunos problemas con la huerta que le asignaron, porque el fondo estaba lleno de misteriosos escombros. Tuvo que retirarlos, cubrir con tierra el espacio que había quedado vacío, abonar y comenzar a cultivar. El trabajo no fue sencillo, pero ya se están viendo los primeros resultados. «He recogido pimientos de padrón y calabacines. También zanahorias chiquititas, que, al nacer muy tupidas, tienes que ir retirando algunas para que las otras puedan hacerse más grandes».
Junto a la puerta de la huerta, escala la habichuela. «Como es una enredadera, quiero que crezca sobre la valla, así creo una protección para todo el cultivo. Igual con el millo, lo planto cerca de la valla para que sirva de defensa contra el viento», dice.
Hay otros agricultores en el parque de los Hormiga. La novia de Lehior, que se llama Magali, tiene la huerta de enfrente. En esta otra parcelita crecen frondosas lechugas, coliflores, fresas, ajos, puerros, albahaca, hierba huerto, perejil, sandías, melones... y unas pocas flores silvestres parecidas a las margaritas que la chica se resiste a arrancar porque son muy bonitas.
Como las parcelas de la gavia de los Hormigas son tan pequeñas, Lehior se las ha tenido que ingeniar para sacarle el máximo rendimiento al espacio. Y es que si para algo sirven estas huertas urbana es para experimentar diferentes técnicas de cultivo y comprobar cuáles son las más provechosas. Por eso este nuevo agricultor, de profesión quiromasajista y monitor de yoga desempleado, ha apostado por plantar las papas utilizando un sistema de cultivo vertical. Las papas se plantan dentro de una especie de caja de madera y, a medida que la planta va creciendo, se van añadiendo nuevas capas de tierra. En principio, se supone que con este método se producen más cantidad de tubérculos y de mejor calidad por metro, aunque habrá que esperar a la cosecha final para comprobarlo.
Hurtos. Los amigos de lo ajeno se interesan hasta por los pimientos. En las huertas urbanas no hay iluminación nocturna y ya se han producido algunos hurtos. A los adjudicatarios de las parcelas les preocupa mucho que el trabajo realizado durante meses se haga en balde.
fuente canarias7
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