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AGRO20 ESPAÑA El húmedo invierno hace augurar una positiva campaña de apicultura

Briviesca
La llegada de la primavera es el momento en el que los apicultores burebanos inician los trabajos de cara a la campaña anual comprobando el estado de panales y abejas. Este año la abundancia de precipitaciones les hace esperar una primavera de abundancia en la floración, lo que resulta fundamental en el rendimiento de las explotaciones y calidad de la miel.
Una de las zonas donde la producción de miel resulta más abundante es la situada en los aledaños de los Montes Obarenes, ya que la abundancia de flora permite a las abejas recolectar el néctar sin verse obligadas a largos desplazamientos. Lógicamente, y dependiendo del tipo de flora predominante en la ubicación de las explotaciones, la miel ofrecerá distintas características.
Éstas varían tanto en el sabor o color como en sus propiedades, que en el caso de La Bureba se encuadra en uno de los cuatro tipos de miel que se produce en la provincia burgalesa. La mayoría de las explotaciones burebanas son de tamaño mediano, y siguen generalmente los parámetros de de producción ecológica.
Por ello, se potencia especialmente la calidad de la miel respecto al volumen de producción, lo que hace a la miel burebana muy apreciada por los consumidores.  De hecho, los productores mantienen la costumbre, a la hora de ofrecer este producto a los consumidores en los mercados tradicionales, de que antes de adquirirla los clientes caten la miel de la campaña extraída de los panales ante ellos.
Incluso los canales de comercialización se mantienen casi totalmente entre los tradicionales del medio rural, centrándose en ferias y establecimientos radicados en el territorio. Esta fórmula facilita tanto el continuo control del estado de los insectos, como de la calidad de la producción por parte de los apicultores. En las explotaciones existen además, una amplia variedad de tamaños de panales, los cuales producen una media de cincuenta kilos en cada panal, con lo que se cubre habitualmente la demanda del mercado de forma anual aunque el rendimiento oscile por cuestiones puntuales, como puede ser la falta de precipitaciones.
Proceso tradicional
El mantenimiento de un proceso totalmente tradicional hace que la rentabilidad de las explotaciones, independientemente de que el resultado de la campaña no sea parejo al intenso trabajo y cuidados que las mismas precisan. No obstante, como es lógico, el grueso del trabajo corre a cargo de las abejas obreras de la colmena, que pueden ser como mínimo 20.000 individuos, siendo posible legar hasta los 60.000 ejemplares.
De la intensidad de su trabajo depende cuánto vive una obrera. Así, en la época de gran trabajo en la colmena, puede vivir entre 3 y 6 semanas, mientras que en verano puede supera los 2 meses, siendo entre 5 y 7 meses el período de vida en épocas más frías e invernales. Las abejas obreras que nacen en primavera, viven unos 50 días mientras que las nacidas en otoño pasan en la colmena el invierno, a la espera de dar el relevo en primavera a sus nuevas compañeras.
Al margen de su explotación como productoras de miel y derivados, las abejas cumplen una función clave en el ecosistema ya que polinizan la flora. Actualmente la abeja productora de miel tiene dos importantes amenazas para su supervivencia, como son el uso de plaguicidas en campos de cultivo, y la llegada de la denominada avispa asiática.  Esta especie invasora ya afecta de forma apreciable a colmenas en el País Vasco por lo que La Bureba puede verse afectada por su invasión.

fuente elcorreodeburgos

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