Bromus, pelo de liebre o espigajo, los agricultores la conocen por varios nombres. Se trata de una gramínea que se está apoderando de los campos de cereal de la provincia y, si no se pone algún remedio, las previsiones de una cosecha excelente podrían quedarse en aceptable.
La abundancia de lluvia en el invierno y al inicio de la primavera ha provocado un exceso de vegetación en el campo, lo que ha conllevado la aparición de malas hierbas. En muchas zonas esta situación se ha convertido en una verdadera plaga, ya que el bromus -denominado comunmente bromo- ha encontrado unas condiciones muy favorables para su desarrollo y ha invadido campos de cultivo. En algunos casos ha acabado con parte de la cosecha.
Los agricultores están como locos. No tienen claro qué deben hacer para evitar la proliferación de esta hierba en sus explotaciones.
Lo más común es aplicar tratamientos herbicidas específicos para este tipo de planta, pero son excesivamente caros para el resultado que se obtiene.
Los profesionales del campo han comprobado que en el caso del trigo puede que tenga algún efecto, pero en el de la cebada es peor el remedio que la enfermedad.
Es aquí donde entran en juego las distintas argumentaciones por parte de las organizaciones agrarias de la provincia. Un mismo problema, pero con visiones diferentes.
La resistencia que tienen plantas como el bromus a distintos productos herbicidas hace que muchos agricultores crean que la solución tiene otro camino: la siempre controvertida quema controlada de rastrojos.
Las organizaciones agrarias mantienen contactos con los responsables de Medio Ambiente y Agricultura de la Junta para intentar buscar una salida a este laberinto, aunque no a todas las partes les convencen los planteamientos y posteriores argumentos.
Asaja y UPA en este caso van de la mano. Su postura pasa por poner en práctica quemas controladas periódicas en los distintos territorios de la provincia. «Si cada año se lleva a cabo en un 20 por ciento de las tierras, esta medida solucionaría la proliferación de plagas como el bromo, el garrapatillo o los propios ratones», asegura Domiciano Pastor, secretario provincial de UPA.
Alfonso Núñez, presidente de Asaja Palencia, camina en esta misma línea y propone que se realice «un seguimiento de parcelas que han sido tratadas con herbicidas y otras quemadas, para comprobar con el tiempo los resultados». Núñez va más allá y habla del miedo que le produce la aparición masiva de esta planta en cunetas y caminos, «con el consiguiente peligro de que en verano se pueda quemar alguna zona y al haberse extendido el bromus llegue el fuego hasta una población».
alternativa. La otra cara de la moneda llega desde COAG, donde su coordinador provincial, Pablo García, asevera que «la semilla del bromus no se destruye con el fuego». Cree que si así fuera habría desaparecido esta planta, ya que «las cunetas y los arroyos se queman todos los años y, sin embargo, siguen las semillas de esta gramínea».
La solución que plantea COAG es la alternativa o rotación de cultivos: cambiar estos y la fecha de siembra. «No hay que plantar siempre cereal, se puede mezclar con leguminosas y oleaginosas», recalca Pablo García.
Desde Asaja también apuestan por este volteo de arado cada 3 ó 4 años. Proponen una rotación de cultivos de hoja ancha y combinar así la siembra de cereal, girasol, leguminosas, etc,
El bromo, además de implicar un peligro para la actual campaña ceralista, supone un riesgo en potencia para la próxima, ya que la semilla queda en los campos.
Los agricultores de la provincia están a la espera de que los responsables administrativos adopten alguna medida o propongan soluciones a este problema, antes de que tenga que hablarse de cifras negativas en el campo palentino.
fuente diariopalentino
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