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AGRO20 ESPAÑA «Cuando había hambre la huerta daba de comer a Murcia»

Cuando llega la primavera, Murcia se transforma. Es la estación por excelencia de esta tierra. La flor blanca de los ciruelos se despereza junto al azahar de los limoneros y naranjos. Su olor envuelve todo. La alfombra amarilla del vinagrillo acompaña esta estampa. Es el hábitat ideal para que crezcan los nispereros, perales, rosales, manzanos y las merlas con sus nidos recién construidos en los huecos de los árboles.

En ese entorno comienza la jornada de Leonardo Buendía, un murciano descendiente de una familia huertanos.

Desde muy temprano trabaja la tierra como se hacía antes, con los viejos aperos que aún conserva de su abuelo y su suegro, dos huertanos de toda la vida que «vivieron bajo un naranjo y fallecieron con la azada en la mano».

Leonardo aún cultiva en la tahúlla y media que tiene en San José de la Vega por el cariño y la nostalgia que siente cuando pisa el fértil terreno. Allí ha rehabilitado la casa de aperos donde hace décadas vivieron sus abuelos. Reconvertida en una especie de museo huertano, de sus paredes cuelgan antiguas herramientas de labranza. Una colección que quedará como testimonio del estilo de vida de una época pasada.

Pero la vida en la huerta no era fácil. Una familia debía trabajar unida y muy duro para salir adelante. «Antes con dos o tres tahúllas una familia vivía. Con lo que sacaban en el mercado haciendo trueques o vendiendo lo que se cultivaba, los huertanos ganaban al hambre. Todos los murcianos le debemos mucho a la tierra, porque cuando no había nada que comer, ella nos alimentaba aunque para eso había que ‘agachar el lomo’. No había tractores, y el trabajo comenzaba antes de que saliera el sol y acababa mucho después de que este se escondiera. Era un estilo de vida, no había vacaciones. Trabajar la tierra significaba tener que amarla. O eso, o morir de hambre», recuerda.

Pero ya nadie hace las peonadas de antes por lo que Leonardo vaticina un futuro muy negro a la huerta. «La construcción, la llegada del AVE y las expropiaciones en esta zona del sur del municipio y el nulo cambio generacional la han sentenciado. Esto nunca no volverá a ser como era antes. La huerta, entendida como un terreno destinado al cultivo de verduras y árboles frutales, puede tener alguna posibilidad con la agricultura ecológica, pero dudo mucho que el modo de vida de antes se mantenga. Cuando los que aún añoramos aquellos tiempo ya no estemos, todos eso se irá con nosotros», lamenta.

fuente laverdad

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