El riesgo es alto, pero también los beneficios que se pueden obtener. El cultivador de ajos pone en juego un importante patrimonio personal para sacar adelante las explotaciones, sometidas muchas veces a adversidades climáticas y a unos precios que se sitúan por debajo de los umbrales que se requieren para garantizar la gran inversión que se precisa. La campaña de recogida del ajo en Córdoba comienza en estos días con la cosecha de las variedades más tempranas. Las perspectivas para los agricultores son esperanzadoras, sobre todo por el buen desarrollo que ha seguido el cultivo tras las abundantes lluvias, y por el retraso en la producción de países exportadores como China.
La organización agraria Asaja estima que esta circunstancia puede permitir que se registren unas cotizaciones adecuadas en la próxima campaña, aunque se espera una caída de la producción del 10% por la pérdida de algunas hectáreas por el exceso de lluvias y el retraso en la concesión de los permisos para hacer los tratamientos aéreos del ajo. Asaja prevé que los precios se sitúen en torno a 1,2 euros por kilo para el agricultor y en 2,1 en salida del almacén. Además, existen buenas perspectivas de mercado en el resto de Europa por las escasas reservas de producto que existen.
El ajo es uno de los cultivos que requieren una mayor inversión por parte del productor. La Consejería de Agricultura estima que durante la campaña 2011/2012 los costes de producción ascendieron a 9.694 euros por hectárea, de los que 4.112 correspondieron a la plantación de bulbillos y otros 3.900 a la recolección y el transporte. El resto se completa con costes indirectos, entre los que se incluyen la amortización de los elementos de riego y de la maquinaria, y generales, como el IBI, asesoría o seguros.
La mayor superficie de ajos en Andalucía se sitúa en Córdoba, donde la pasada campaña se sembraron 1.680 hectáreas y se obtuvieron 16.800 toneladas de ajos (el rendimiento medio fue de 10.000 kilos por hectárea). En la actual cosecha se han sembrado unas 1.980 hectáreas, superando las 1.300 de Sevilla, las 925 de Málaga o las 711 de Granada. En el resto de provincias andaluzas el cultivo del ajo es minoritario, aunque la superficie se ha incrementado en el conjunto de la región, mientras se reducían los rendimientos.
Fuente: diariocordoba.com
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