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AGRO20: El agua es clave para el correcto desarrollo de los cultivos

“El arte del buen riego está unido a las técnicas de laboreo más sostenibles”, afirma un artículo de Mariano Bueno publicado el viernes 15 en Ecoagricultor.

Bueno es un reconocido agricultor español autor de varios libros. Es experto en Geobiología, Bioconstrucción y Agricultura Ecológica, estudió en Francia y Suiza. Ha desarrollado una intensa labor investigadora, divulgativa y docente, en un principio a través de la creación del Centro Mediterráneo de investigación Geobiológica, y por medio de la Asociación de Estudios Geobiológicos, de la que fue presidente. Colabora con revistas de salud natural y agricultura ecológica, participa en seminarios y congresos como ponente, y en programas de radio y televisión.

Algunos de sus libros: Del huerto a la despensa, El gran libro de la casa sana, Cultiva tus remedios, etc.

El texto comienza afirmando lo que todos ya sabemos pero que parece ser absolutamente necesario repetirlo: “El agua es uno de los elementos esenciales e imprescindibles para las plantas y el resto de seres vivos junto al aire, la tierra y la energía de la luz y del calor”.

Y explica lo que muchos quizás desconocen: el agua “cumple múltiples funciones vitales para el buen desarrollo de las plantas, ya que hace posible la dilución de minerales, ácidos húmicos y nutrientes, permitiendo su transporte a través de los conductos aferentes (ascendentes) y deferentes (descendentes) en forma de savia bruta o de savia elaborada. La presencia de agua juega un papel vital en la elaboración de la savia, ya que mediante la magia de la fotosíntesis, las hojas absorben energía solar, desdoblan moléculas y generan enlaces bioquímicos en los que unen moléculas de carbono atmosférico con moléculas de hidrógeno del agua, produciendo los nutritivos hidratos de carbono, que son la base del aporte energético en nuestra alimentación”.

“Podríamos concluir que, gracias al agua y al aire, nos alimentamos de energía solar”, afirma Mariano Bueno.

Agrega que aquellas zonas de tierras áridas donde llueve poco o en chacras donde además de no llover tampoco se riega, las plantas “crecen muy lentamente, son fibrosas, duras y sus hojas tienden a ser pequeñas y puntiagudas, para evitar evapotranspiración”.

Pero “donde llueve con regularidad o se riega frecuentemente, las plantas crecen exuberantes y sus hojas son anchas, planas y jugosas. En la práctica, el exceso de agua y riegos producen plantas y frutos con mayor proporción de agua y menor concentración de nutrientes, por lo que es importante aprender a encontrar el equilibrio en el riego y la hidratación de las plantas cultivadas”, afirma.

SEGÚN EL CLIMA. “Allí donde la naturaleza es generosa y llueve con regularidad, no nos preocuparemos demasiado del riego; quizás el problema sea propiciar un buen drenaje de la tierra, ya que el encharcamiento de agua a nivel de las raíces impide la presencia de aire en la tierra y provoca la asfixia de las plantas”.

Pero “donde las lluvias sean escasas o irregulares, nos veremos obligados a disponer de sistemas de riego”. Para ello, en un establecimiento pequeño “puede bastarnos una regadera o una manguera, aunque con ellas a menudo sólo conseguimos un riego de las capas superficiales. Los más grandes pueden regarse por inundación, por aspersión o por riego localizado con mangueras de goteo o de exudación”, detalla.

Mariano Bueno recomienda “los sistemas de riego localizado con mangueras de riego por goteo o exudación” porque estos ayudan a “gestionar mejor el agua” y permiten la conexión de “programadores automáticos de riego, con los que podemos dosificar la cantidad de agua y la periodicidad de los riegos”.

PERIODICIDAD EN LOS RIEGOS. “La frecuencia o la periodicidad del riego variará en función de si la tierra es más arcillosa (retiene el agua) o arenosa (drena más)”; también habrá que considerar “la estación del año, de si hace sol o viento (resecan la tierra y deshidratan las plantas)”, como “las especies o variedades” de los cultivadas.

Todas esas variedades “pueden resultar complejas”, pero “lo importante es conseguir una regularidad de riego sin encharcamientos de agua, ni que pasen sed (estrés hídrico)”.

Por eso, además de contar con mangueras de riego por goteo o de exudación y un programador automático, “podemos ayudarnos de un higrómetro, que mide la humedad de la tierra”.

El higrómetro “tiene una varilla que mide la humedad en su punta, por lo que vamos clavándola poco a poco y observamos el nivel de humedad en las diferentes capas de la tierra, ya que puede parecer bien regado en la superficie y, en el fondo, estar seco o, al revés, parecer la tierra seca y abajo estar empapada de agua, provocando asfixia en las raíces”, escribió Bueno.

CALCULAR EL TIEMPO DE RIEGO. El último punto tratado en el referido artículo es el del tiempo de riego. “En condiciones normales las plantas necesitan aproximadamente 1 litro de agua por día, excepto algunas, poco exigentes, a las que les basta con ½ litro de agua por día o menos, o las más exuberantes, que pueden absorber o evaporar de 2 a 3 litros día”.

“Lo ideal es mantener una hidratación regular de la tierra y que la planta absorba lo que precise. Pero como son muchas las variables que intervienen” se puede calcular el riego en las chacras “colocando una manguera de goteo o de exudación sobre un espacio de tierra seca y abrir el paso de agua; vemos cómo van saliendo las gotas de agua y cada 5 minutos vamos clavando el higrómetro en diferentes profundidades, observando la velocidad de penetración y el empapado de agua de la tierra. Cuando la humedad llegue a los 25 cm de profundidad, contamos el tiempo que ha tardado (15, 20, 30, 45 minutos o más) y sabremos el tiempo ideal de riego” en nuestro predio.

“Regar durante periodos de más tiempo es desperdiciar agua, ya que la mayoría de raíces de las hortícolas no alcanzan dicha profundidad”, afirmó.

“También podemos hacer un cálculo aproximado con un sencillo sistema: colocar una jarra o una botella de litro debajo de un gotero abierto y calculando el tiempo que tarda en llenarse. Como la cantidad de agua por riego conviene que sea de 1 a 2 litros, calculamos lo que tarda en llenarse ese volumen y ese es el tiempo de programación del programador de riego”, concluyó Mariano Bueno.

Fuente: todoelcampo.com.uy

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