El imaginario popular de quienes profesan el ‘comer bien’, sumado a las recientes declaraciones de la modelo colombiana, Natalia París, hicieron temblar a la industria avícola, pues esas opiniones atentan directamente contra el consumo de la carne de pollo y de los huevos.
Sin embargo, el mito de que a estos animales se les inyectan hormonas no es nada nuevo, por el contrario, ya tiene más de 40 años, luego de unos ensayos que se hicieron en los Estados Unidos entre los años 1954 y 1957, que posteriormente fueron prohibidos por la Administración de Drogas y Alimentos (FDA).
Acerca del tema, en un estudio de Nick Dale y Alan Davis, profesores de Ciencia Avícola de la Universidad de Georgia (Estados Unidos), se exponen seis razones que desvirtúan el uso de hormonas en la alimentación de los pollos y las gallinas.
No es necesario. El rápido crecimiento del pollo (entre 42 y 45 días está listo para salir al mercado) ocurre porque los procesos de cría y engorde toman hoy menos tiempo. No son efectivas. Básicamente, debido al corto tiempo de vida de las aves, las hormonas no alcanzarían a ser asimiladas por el ave.
Tienen efectos negativos. Las aves viven prácticamente al tope de su límite metabólico; incluso, en ocasiones es recomendable recurrir a la restricción alimentaria para reducir su velocidad de crecimiento.
Es una labor dispendiosa. Las hormonas no pueden administrarse por vía oral (por ejemplo, en el agua); así, los pollos tendrían que ser inyectados. Imagínese inyectar a un millón de aves, población que mantienen algunas granjas colombianas.
Altos costos. Como las hormonas de crecimiento para aves no se producen de manera comercial, su costo sería muy alto. Tanto, que si se administrara un miligramo de dicha sustancia a un pollo de engorde, su costo sobrepasaría el valor mismo del ave.
Las aves no hacen ejercicio. El empleo de esteroides anabólicos para conseguir mayor masa muscular demanda que el cuerpo haga algún tipo de ejercicio, como lo hacen los deportistas.
Ahora, teniendo en cuenta lo anterior y el impacto negativo de las opiniones infundadas, el gremio de los avicultores, Fenavi, retomó la publicación de los conceptos de expertos en su página de internet, buscando ‘desactivar’ el mito de marras.
La dieta de los pollos
Entre los alimentos balanceados que se dan a las aves están cereales como el maíz, el sorgo y subproductos (salvados). Tubérculos: (yuca) ricos en carbohidratos (almidón y azúcar) usados como fuentes de energía o calorías. Oleaginosas, llamadas ‘tortas’, que aportan proteínas y aminoácidos. Entre las más usadas están soya, ajonjolí, girasol, algodón y canola.
fuente eltiempo
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