Los negociadores del gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC regresan este lunes a la mesa de diálogo de La Habana para seguir intentando acordar la "política de desarrollo agrario integral" que está llamada a constituirse en la piedra angular de cualquier eventual acuerdo de paz.
El primer punto de la agenda de negociaciones remite, entre otras cosas, al espinoso problema de "acceso y uso de la tierra", que sirvió de detonante del conflicto hace ya casi 50 años, así como el tema de la "formalización de la propiedad", complicado por los masivos despojos de tierra en el marco del conflicto armado.
Pero el principal reto de los negociadores será el de lograr conciliar dos visiones bastante diferentes para el futuro del campo colombiano.
Y el volumen y diversidad de las propuestas hechas desde la sociedad civil –más de 500, recogidas en 11 libros, si sólo se consideran las hechas en el foro agrario organizado para este fin por Naciones Unidas y la Universidad Nacional- da testimonio de la complejidad del trabajo.
¿Cuáles son esas visiones? ¿Dónde están los principales puntos de desacuerdo sobre el tema? ¿Dónde las coincidencias? Averígüelo con BBC Mundo.
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La necesidad de profundas transformaciones en el agro colombiano ha sido reconocida por numerosos sectores, incluyendo el gobierno del presidente Juan Manuel Santos.
Y no es para menos: según Naciones Unidas, Colombia es uno de los países más desiguales del mundo en materia de tenencia de tierras, pues el 52% de la tierra productiva está en manos de apenas el 1,15% de sus habitantes.
La vocación redistributiva de la autodenominada "revolución agraria" del actual mandatario, sin embargo, por el momento parece limitarse a la restitución de tierras de las víctimas del conflicto y la entrega de baldíos del estado, lo que para las FARC resulta insuficiente.
Y la visión oficial de la necesaria reforma del sector agropecuario, que busca potenciar la agroindustria para convertirla en uno de los motores del crecimiento económico, choca con la de un grupo guerrillero que tienen como prioridad declarada la protección del campesinado.
"El presidente Santos está en la perspectiva de cambiar el modelo de agricultura tradicional por un modelo de agricultura comercial, por un modelo de agriculturas articuladas al orden global, por un modelo de tratados de libre comercio"
Marco Romero, CODHES
"La reforma que encarna el presidente Santos es una reforma 'productivista'. El presidente Santos está en la perspectiva de cambiar el modelo de agricultura tradicional por un modelo de agricultura comercial, por un modelo de agriculturas articuladas al orden global, por un modelo de tratados de libre comercio", le dijo a BBC Mundo Marco Romero, director de la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento, CODHES.
El propio mandatario, sin embargo, ha insistido en que sus políticas para el campo equivalen a una "revolución agraria integral", pues también contemplan la creación de las condiciones para que los campesinos que reciban o recuperen sus tierras puedan vivir dignamente de las mismas.
Pero, hasta el momento, sus iniciativas al respecto parecen avanzar a un paso mucho más lento que aquellas orientadas a allanar el camino de la "locomotora agroindustrial", lo que le ha valido ser visto con sospecha entre los círculos "campesinistas".
La desaparición de los latifundios y la oposición a la participación extranjera en el agro colombiano son dos de las principales puntas de lanza del modelo de desarrollo rural reivindicado por las FARC.
Y el grupo guerrillero –que también ha criticado duramente los efectos negativos de las políticas de apertura comercial sobre el campesinado- también quiere que el tema del uso de los recursos del subsuelo sea parte de la discusión sobre desarrollo rural, algo a lo que se oponen de plano las autoridades.
En ocasiones, la encendida retórica anticapitalista empleada por los guerrilleros puede hacer creer que su posición y la del gobierno son prácticamente irreconciliables.
Pero Francisco Gutiérrez, del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia, cree que en la práctica existen varios puntos de contacto entre la agenda de ambos.
"Mucho del lenguaje de las FARC es obviamente de la década de los 60s, pero el problema es que el país no puede decir que ha superado los problemas de los 60, porque somos uno de los pocos países de América Latina que no logró completar su reforma agraria"
Francisco Gutiérrez, Universidad Nacional
"Mucho del lenguaje de las FARC es obviamente de la década de los 60, pero el problema es que el país no puede decir que ha superado los problemas de los 60, porque somos uno de los pocos países de América Latina que no logró completar su reforma agraria", le dijo a BBC Mundo.
"Y la posición de las FARC de eliminación del latifundio también es muy de los 60, y yo francamente creo que eso está viejo, que no es implementable. Pero mucho de lo que quieren obtener por esa vía se puede conseguir utilizando instrumentos que ya existen en la legislación colombiana, como la Ley de Víctimas o la figura de las reservas campesinas (una norma que establece limitaciones a la venta de predios en ciertas regiones, con el fin de proteger la estructura tradicional campesina y evitar que pase a formar latifundios)", explicó Gutiérrez, uno de los expertos invitados a compartir sus criterios ante la mesa de diálogo de La Habana.
"Y muchas de las demandas sociales de sus bases rurales tiene que ver con mayor presencia del Estado. Y el gobierno debería tener un interés estratégico en aumentar su presencia directa en esas zonas", agregó.
El Foro Agrario organizado por Naciones Unidas y la Universidad Nacional de Colombia en diciembre pasado, por su parte, da una clara dimensión de lo difícil que será alcanzar un consenso en el tema.
Más de 1.314 ciudadanos de 522 organizaciones gremiales, empresariales y de campesinos participaron en la actividad, de la que surgieron un total de 546 propuestas diferentes que actualmente están siendo estudiadas por los negociadores.
Y si bien al momento de recibir las propuestas estos últimos destacaron el clima de tolerancia y respeto por las ideas de los otros que había prevalecido en el foro, el mismo también puso en evidencia la diversidad de intereses y visiones de los diferentes actores del agro colombiano -incluso por la vía de la ausencia.
Efectivamente, la poderosa Federación Colombiana de Ganaderos, FEDEGAN, se abstuvo de participar en la iniciativa, que fue calificada de "demagógica" por su presidente, José Félix Lafaurie.
"Yo no participé (en el foro) porque no voy a legitimar a las FARC ni voy a legitimar un escenario que no conduce a nada. No voy a legitimar una farsa", le dijo Lafaurie a BBC Mundo.
"Un país como Colombia podría tener una oferta agroalimentaria y de biocombustibles muchísimo más generosa que contribuya a la generación de riqueza. Pero eso tendría que coexistir con una economía campesina dotada de instrumentos, de tecnología, de créditos, de vías, de centros de acopio, etc."
José Félix Lafaurie, FEDEGAN
Y la suya no fue una ausencia menor, ya que la actividad ganadera actualmente emplea la inmensa mayoría de la tierra dedicada a la actividad agropecuaria en Colombia: uno 40 millones de hectáreas, por únicamente 5 millones dedicados a la producción de alimentos.
El presidente de FEDEGAN, en cualquier caso, dice tener claro que la solución para el campo en Colombia pasa por la convivencia efectiva de dos modelos.
"Un país como Colombia podría tener una oferta agroalimentaria y de biocombustibles muchísimo más generosa que contribuya a la generación de riqueza", dijo Lafaurie
"Pero eso tendría que coexistir con una economía campesina dotada de instrumentos, de tecnología, de créditos, de vías, de centros de acopio, etc.", aseguró.
Y la hoja de ruta hacia esa convivencia podría terminar siendo el primer resultado de las conversaciones de La Habana.
Fuente: BBC
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