El DANE reveló que la pobreza total nacional, medida por ingresos, pasó de 40,3 por ciento en 2009 a 32,7 por ciento en 2012. Esto significa que, en dos años del Gobierno Santos, 1,7 millones de colombianos salieron de la pobreza.
Por su parte, la pobreza extrema cayó de 12,3 por ciento en 2009 a 10,4 por ciento en 2012, lo que representa que, en los dos últimos años, 700 mil personas abandonaran la pobreza extrema.
La reducción de la pobreza extrema en 2012 se debió, esencialmente, a la caída de dicha pobreza en las 13 ciudades principales, pues la de las zonas rurales aumentó 0,17 por ciento.
Vale la pena destacar el hecho de que la reducción de la pobreza registrada en 2012 estuvo acompañada de una disminución en los niveles de desigualdad. Con ello Colombia comienza a borrar el estigma de ser considerada como una de las naciones más inequitativas del mundo.
Las mediciones de la pobreza multidimensional, que considera aspectos diferentes al ingreso, como las condiciones del trabajo, la salud, etc., confirman la reducción de la pobreza en 2012.
Sin embargo, las cifras de pobreza para 2012 constatan, de nuevo, que este problema tiene un marcado carácter rural. Así, mientras la pobreza total en las zonas rurales era de 46,8 por ciento, en las ciudades era de 28,4 por ciento. En la pobreza multidimensional también se observa esta diferencia: la urbana era de 20,6 por ciento y la rural de 48,3 por ciento.
Una diferencia aún mayor se registra en la pobreza extrema: en las zonas rurales era de 22,8 por ciento y en los centros urbanos de sólo el 3,3 por ciento.
En la literatura internacional se ha mostrado cómo la reducción de la pobreza total de un país está fuertemente influenciada por la disminución de la pobreza rural. Una política agropecuaria activa, que promueva un crecimiento acelerado de la agricultura, acompañada de una política social rural eficaz y amplia ha mostrado, en el caso de diferentes países en desarrollo, como China, Brasil y Chile, ser una fórmula eficaz para conseguir reducciones significativas y aceleradas en la pobreza rural y, lo que es más importante, en la total.
Colombia, como lo muestran las cifras de pobreza rural y de crecimiento del PIB agrícola, no ha podido, a pesar de disponer de una rica y amplia base de recursos para impulsar su agricultura, hacer de este sector una verdadera locomotora del desarrollo, ni tampoco ha logrado conseguir disminuciones significativas de la pobreza rural.
Ello responde a que el país, contrario al caso de las naciones antes citadas, no ha sabido concretar una política agrícola que promueva un aprovechamiento pleno y sostenible de su base de recursos, ni cuenta con una política social más decidida en el campo que beneficie a los distintos habitantes rurales, en especial a los más pobres, los cuales representan, en pleno siglo XXI, la mitad de dicha población.
La sociedad colombiana y sus autoridades tienen que tener claro que la reducción de la pobreza total conlleva, indefectiblemente, la disminución acelerada de la pobreza rural.
Esto implica, como lo enseña la experiencia internacional, dar un giro en su política agrícola y rural de tal forma que se genere un alto crecimiento sectorial que vaya acompañado de un desarrollo incluyente.
De no ser así, los avances en materia de disminución de la pobreza total cada vez serán más reducidos o la erradicación de este fenómeno se extenderá en el tiempo.
fuente elcolombiano
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