Al 31 de marzo, dijo el ministro de Comercio, Sergio Díaz-Granados, debe haber concluido la negociación para la eliminación de los aranceles para el 90 por ciento del intercambio comercial en la Alianza tan pronto entre en vigencia el acuerdo.
“El otro 10 por ciento va a ir a distintas canastas de tiempo de desgravación de conformidad con las prioridades de cada país”, agregó el funcionario, pero es esta porción la que hizo saltar las alarmas en la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), pues, dijo, su presidente, Rafael Mejía, el Gobierno entregaría la franja de precios, uno de los últimos mecanismos de defensa comercial del sector.
Entre esos alimentos en riesgo por las negociaciones en la Alianza del Pacífico están las carnes (cerdo, pollo) lácteos, oleaginosas (aceites vegetales), la cadena de azúcar (productos con azúcar). Adicionalmente está el arroz, que aunque no es de la franja hace parte de los temas sensibles, precisó el exasesor del Ministerio de Agricultura en las negociaciones comerciales Andrés Espinosa.
La franja, instrumento establecido en la Comunidad Andina, permite estabilizar automáticamente los precios de importación de un grupo de bienes agropecuarios, cuya característica es la inestabilidad de sus cotizaciones internacionales, con el fin de no afectar a los productores nacionales.
Para la SAC, a ese 10 por ciento hay que fijarle condiciones pero el Gobierno, señaló Mejía, quiere hacerlo todo a la brava y ceder la franja de precios por encima de cualquier consideración con la situación interna del agro.
Sobre la mesa de negociación Colombia puso el 96 por ciento del universo arancelario en liberación inmediata y el 1 por ciento en plazos de desgravación de 5 a 7 años; Perú, el 98 por ciento; México, el 94 por ciento y Chile, el 96 por ciento.
Colombia, según la SAC, abriría su mercado de productos muy sensibles, con el agravante de que no tiene nada que ganar y, en cambio, sí mucho que perder agravando la crisis que hoy vive el campo.
De acuerdo con Espinosa, esa desgravación sería unilateral, “porque no tenemos nada que ganar ni con Perú ni con Chile ni con México. Esto podría traducirse como una apertura acelerada e innecesaria de la agricultura colombiana que incrementaría el déficit comercial con México y convertiría el superávit que tenemos con Chile en déficit. La veo totalmente inconveniente para Colombia”.
Fuente: Portafolio.co
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