El Índice Global de Innovacion, preparado por la escuela de negocios Insead ubica a Chile como el país latinoamericano líder en innovación en 2012. Chile obtuvo el lugar 39 de un total de 141 países (ver tabla). Los otros países mencionados, son Brasil (Nº 58), seguido por Costa Rica (Nº 60).
No es sorprendente que Chile lidere el ranking entre los países latinoamericanos pues es conocido por tener uno de los mejores modelos para fomentar la innovación en la región.
El país ha trabajado en conjunto con la OCDE y el Banco Interamericano de Desarrollo. En 2005 creó el Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad (CNIC), una institución público-privada que aconseja y guía al presidente en estrategias de innovación.
También existe el Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC) que asigna una porción de las ganancias de las exportaciones del cobre para financiar inversiones e innovaciones.
Brasil también ha establecido un marco institucional para la innovación que incluye a Financiadora de Estudios y Proyectos (FINEP), que en los últimos años ha creado una incubadora de innovación y capital de riesgo para promover el emprendimiento.
Además, el gobierno ha escalado en sus iniciativas para promover la innovación en los últimos años en un esfuerzo por aumentar la competitividad. Estos intentos incluyen el plan Brasil Maior que fue lanzado en 2011 con el lema “Innovar para competir, Competir para crecer”. Y es líder incorporando al sector informal en su sistema de innovación.
Costa Rica, por su parte, –a pesar de ser un país pequeño– posee capital humano y un favorable ambiente económico, haciéndolo un lugar atractivo para la innovación y un centro regional. Con la presencia de compañías de EEUU como Intel y HP, y otras empresas tecnológicas, Costa Rica es el líder regional en tercerización de procesos comerciales y de tecnología de información.
Venezuela toca fondo
Venezuela fue el país latinoamericano peor rankeado en el índice Insead (Nº 118). Los factores que inhiben la innovación en Venezuela son algunos de los mismos que dañan el ambiente de negocios en general: un intervencionismo estatal errático, una seguridad legal inferior al promedio, controles cambiarios, así como un mercado laboral rígido, entre otros.
Por las mismas razones, Venezuela también cayó cerca de los últimos puestos de la lista del Ranking de Ambiente de Negocios de la EIU, en la posición 80 de 82 países evaluados. Bolivia tuvo un desempeño sólo un poco mejor que Venezuela en el índice Iinsead.
Pequeños y rezagados
Muchos países pequeños, como la mayoría en América Central (con Costa Rica como excepción) y el Caribe, han alcanzado poco en términos de mejorar la cadena de valor de la innovación. Un caso típico es el de República Dominicana, que está levemente por debajo del rango medio del ranking Iinsead (posición 86), incluso a pesar de haber creado instituciones públicas para promover la innovación, como el Consejo Nacional de Competitividad. República Dominicana se ha distinguido en el desarrollo de productos en algunas áreas.
La revista Forbes la declaró recientemente el primer exportador de puros a EEUU, el primer exportador de cocos y bananas orgánicas a Europa y el quinto proveedor mundial de cerveza y ron de caña de azúcar.
Sin embargo, a pesar del discurso de los últimos años sobre la creación de una “economía basada en el conocimiento”, República Dominicana aún tiene un largo camino por recorrer para reunir los ingredientes necesarios para fomentar más innovación y emprendimiento.
Una de las áreas clave en que falla el país es la educación. Según el Reporte de Competitividad Global 2012-2013, el país está 97 (de 144) en educación y formación superior, y 143 (casi al final de la lista) en educación primaria.
La historia es similar en otros países pequeños de la región. En muchos casos, los sistemas educacionales son demasiado débiles para promover la innovación, o para permitir a los trabajadores en todos los niveles de la cadena de producción a contribuir con ideas y entusiasmo. Muchos países aún dependen de la mano de obra barata para fomentar el crecimiento en varios factores (como la maquila), lo que impide la innovación y la expansión de industria de más valor agregado.
Dada la fuerte competencia global, los expertos coinciden en que los factores que impulsarán la productividad no serán los costos laborales, sino mejora en las capacidades básicas, técnicas y científicas.
Para muchos países latinoamericanos, sólo una fuerte inversión en la educación primaria y secundaria les permitirá estimular el pensamiento crítico y otros capacidades de alto nivel necesarias para fomentar un ambiente social y económicamente saludable, y uno que a largo plazo sea atractivo para la inversión local y extranjera.
Las empresas necesitan elegir, reclutar y desarrollar cuadros de gerentes medios y altos, que no sólo tengan capacidad técnica y experiencia, sino también “capacidades blandas” (es decir, habilidades sociales y pensamiento estratégico, liderazgo, ética y objetividad). No menos importante para toda la región es fomentar una cultura empresarial donde la meritocracia supere el patronazgo y nepotismo.
Sin tiempo que perder
El principal mensaje de los expertos en innovación es que el avance en Latinoamérica se requiere pronto. Muchos mercados emergentes están avanzando, con el desarrollo de nuevas tecnologías, productos y formas de hacer negocios. Los países que obstaculicen la innovación con pobres resultados educativos, intereses creados y prácticas ineficientes perderán frente a aquellos abiertos a nuevas ideas, así como nuevas culturas y ambientes empresariales de innovación.
Fuente: El Observador
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