Se calcula que el sector agroalimentario chileno va a cerrar la década con exportaciones que superarán los 20 mil millones de dólares. Casi un cuarto de lo que exporta Chile en total -considerando incluso el cobre.
El sector es el responsable, además, de que el país esté en los top ten de los ranking de varios productos: es el mayor exportador mundial de arándanos, uva de mesa, ciruelas frescas, manzanas deshidratadas, y segundo en paltas, cerezas, frambuesas congeladas y ciruelas deshidratadas, según datos de ProChile. Además, tiene rendimientos a nivel mundial en granos y remolacha, y cuenta con 22 tratados y acuerdos comerciales con 60 países que, según Direcon, le dan acceso privilegiado a más de 4.300 millones de consumidores, el 62% de la población mundial. Efectivamente, los acuerdos comerciales cambiaron radicalmente el escenario del país. Las exportaciones totales pasaron desde US$ 8 mil millones en 1990 a 79 mil millones en 2012.
Así, su presencia internacional como potencia agroalimentaria se ha ido consolidando, ampliando la imagen de solo productor de cobre que se tiene afuera.
Este desarrollo ha transformado al sector agroalimentario en el soporte económico para la economía de al menos el 60% de las regiones del país.
”En las tres últimas décadas, la agricultura chilena ha realizado una evolución sin precedentes en un contexto de países emergentes, solo comparable con los avances de Australia, Nueva Zelandia y Sudáfrica. Eso se ha traducido en una transformación productiva, mejoramiento de las condiciones fito y zoosanitarias, aumento de la productividad, gestión de la calidad de estándar internacional en las distintas cadenas agroalimentarias, mayores grados de asociatividad, incorporación creciente de las tecnologías de la información y la comunicación, tecnificación de sistemas de riego y mejoramiento de la logística comercial, entre otros”, señala Álvaro Rojas, rector de la Universidad de Talca y ex ministro de Agricultura.
Pero toda esa transformación estructural y de orientación productiva se hizo en un contexto institucional que hoy aparece como limitante.
“La agricultura cuenta con un muy positivo escenario de mediano y largo plazo, con precios altos de los alimentos, con demanda en expansión para la mayoría de nuestros productos exportables, y con la maduración de la apertura comercial, lo que nos facilita el acceso a los grandes mercados asiáticos, que se agrega a lo hecho en EE.UU. y la Unión Europea, pero existen problemas que afectan la competitividad, entre otros los costos de la energía, los costos de mano de obra, la escasez relativa de mano de obra, y apreciación del peso respecto del dólar”, dice Carlos Furche, ex director de Direcon.
De ahí que se hable de la necesidad de contar con una política agrícola renovada, que permita fortalecer la competitividad de las principales cadenas productivas que haga posible que el sector agroalimentario continúe siendo uno de los pilares del desarrollo del país.
Para ello se debe abarcar desde inversiones en infraestructura vial y de regadío, revisión de tarifas de energía, financiamiento para mecanización que disminuya costos de mano de obra, más competencia en servicios asociados al sector, un marco legislativo acorde con la posición competitiva de Chile, alianzas público-privadas de nueva generación, nuevos focos de trabajo en temas como cambio climático, uso de energías renovables, bioseguridad e inocuidad, y uso de tecnologías ahorradoras de mano de obra. Son factores que podrían darle un nuevo impulso al desarrollo agrícola.
“La actual estructura institucional solo puede ir acomodando el corto plazo, pero difícilmente puede proyectar el desarrollo de un sector, en el mediano y largo plazo”, comenta Rojas.
Y ahora que la campaña presidencial ya está desatada -a mediados de año son las primarias-, especialistas y líderes gremiales adelantan a los candidatos lo que la agricultura necesita como política agrícola. Una que se haga cargo de los nuevos dolores de crecimiento que tiene y deje atrás, o revise, la matriz que por décadas se ha implantado.
Libre competencia garantizada
Un tema clave es garantizar la transparencia de los mercados internos y de comercio internacional, enfrentando las distorsiones, como los casos de dumping que han tensionado el comercio con Argentina, principalmente con trigo, maíz y derivados, o en otra época con los lácteos subsidiados. Los últimos roces se dieron entre la SNA y la Comisión de Distorsiones que se negó a investigar el caso del maíz argentino. La entidad gremial recurrió a la Justicia, que determinó que esa entidad debía investigar los hechos.
Frente a eso, la SNA presentó un proyecto para el cambio de la institucionalidad a todos los poderes del Estado. En él plantea que la comisión fue creada en la década de los 80 con otra realidad nacional e internacional, lo que la hace operar con criterios arcaicos. La propuesta sigue la línea de los países desarrollados.
“El 90% de los países entregan estos casos a un tribunal. En este caso, la Fiscalía Nacional Económica se encargaría de la investigación, la que luego se entregaría al Tribunal de la Libre Competencia que examina los antecedentes, dirime y falla, con la posibilidad de apelar. Eso saca estos temas de la comisión y los pasa a un tribunal especializado y técnico”, señala Patricio Crespo, presidente de la SNA, quien comenta que con eso Chile se pondría al día, sacaría de la política y del gobierno de turno estos temas, lo que le daría una mirada de largo plazo.
Asegurar el agua y enfrentar el cambio climático
Los efectos del cambio climático ya se perciben en la agricultura, en especial en la zona central. “Esto requiere de una política de Estado, toda vez que los importantes avances logrados en subsidio al riego son insuficientes”, dice Rojas.
Respecto del agua, habría que tomar definiciones a corto plazo. Hay una gran cantidad de embalses por hacer, y avanzar en la recarga de acuíferos tema que es considerado fácil de abordar. Habría que adecuar algunas normas, pero ya se ha avanzado en el reglamento de aguas subterráneas, que era un tema en el que el país se había quedado atrasado.
“Pero no todo debe hacerse con más Estado. Debe ser un esfuerzo público-privado. Los privados tenemos que ser parte de las inversiones y el Estado ser el promotor de las iniciativas. Ahí hay un gran espacio de trabajo futuro”, señala Crespo.
Pero no solo habría que actuar en las grandes obras.
“El manejo del agua también es muy importante, hay que partir incentivando el manejo eficiente desde una simple noria o pozo”, comenta José Antonio Alcázar, gerente técnico de Sago.
Pequeña agricultura exportadora
El país dispone de una reserva de superficie agrícola y empleo bajo formas de agricultura familiar aún no perfectamente vinculada a los mercados internacionales, que podrían darle un nuevo push a la consolidación como potencia agroalimentaria.
Pero para ello se requiere una transformación productiva y nuevos instrumentos y nuevas metodologías de trabajo de los servicios de transferencia tecnológica.
Máquinas para reemplazar mano de obra
Por estos días los jóvenes prefieren trabajar en el retail más que en la agricultura, aunque ganen menos, lo que se ha transformado en una realidad que golpea duro la competitividad del sector. Por ello, se buscan formas de enfrentar el problema, donde la mecanización es vista como una alternativa viable.
“La escasez de mano de obra asociada con la apreciación del peso chileno otorgan una oportunidad única a la utilización masiva de tecnologías ahorradoras de trabajo, no solo en el riego y mecanización, sino que especialmente en el manejo y cosecha de cultivos permanentes, ya desarrollados en otras latitudes”, señala Álvaro Rojas.
Se requieren condiciones para el cambio. “El problema para la mecanización en Chile es el tamaño de la agricultura e implementarla es muy difícil con pequeños agricultores. Se requiere promover la asociatividad, también en los medianos, y hacer esa mecanización a costos compatibles con la rentabilidad y los tiempos del sector. La Corfo podría prestar dólares a tasas favorables, tal como acceden al crédito los grandes, usando como garantía la maquinaria. Esa sería una forma concreta de ‘quemar’ dólares, ya que no ingresarían al país y se invertirían en bienes de capital afuera”, señala Crespo.
Lo que plantea es que hoy los grandes empresarios pueden acceder a financiamiento internacional a dólares más 3 o 4%, mientras que un agricultor común llega a dólares más 12%. “Eso es incompatible con la rentabilidad del sector, pero mecanizar sería la forma concreta de salir del problema de la mano de obra”, agrega.
El nuevo Indap
En la agricultura hay unos 150 mil minifundistas, de los cuales 120 mil son el contingente potencial de clientes de Indap. Este organismo ha vivido una modernización en cuanto a la asistencia técnica y al encadenamiento de los productores con los mercados y cobertura, con uso del seguro agrícola y con seguro de precios, que ha permitido que esos pequeños estén avanzando sólidamente.
Sin embargo, hay un sector de medianos productores que está más complicado, que tiene producciones y acceso a mercados de destino lejanos, pero no a créditos con tasas convenientes, lo que los deja sin capacidad de inversión para enfrentar los nuevos desafíos. Para ellos hay que tener una mirada más aguda y desagregada de la realidad, ya que ellos tienen alrededor de un tercio de la superficie agrícola total del país y son quienes producen buena parte de lo que va a exportación. Si se quiere seguir creciendo, es vital que en la nueva política agrícola se les considere con una nueva mirada.
Por ello, la propuesta es estudiar la flexibilización de los criterios con los cuales se definen los límites para los beneficiarios del Indap, atendiendo a la nueva realidad de la pequeña y mediana agricultura, “aunque ello debe estar asociado a un incremento de recursos, pues de lo contrario se corre el riesgo de limitar las posibilidades de los más pequeños y rezagados”, plantea Furche.
Agricultura certificada
Las exigencias crecientes del mercado mundial, en términos de calidad y sustentabilidad ambiental (reducción de la huella de carbono y de agua), debe ser acogida con solvencia por la nueva institucionalidad, toda vez que se trata de un ámbito donde la iniciativa privada requiere de un sólido interlocutor público, con capacidades técnicas bien perfiladas y orientadas a resultados.
“Se requiere que las autoridades establezcan a la brevedad una institucionalidad que responda a los requerimientos. E inocuidad ha sido el sector privado el que ha debido responder a los requerimientos, mientras que países competidores ya la han implementado y establecido convendios de homologación”, plantea Ronald Bown de Asoex.
Mejores trabajadores
A la capacitación de los trabajadores habría que ponerle mucha energía para que mejoren su productividad y accedan a mayor renta. Este es uno de los puntos consensuados entre todos los sectores.
“La calificación de la mano de obra y el aumento de su productividad deben responder a estándares internacionales. De allí la necesidad de dotar y mejorar sustantivamente las competencias de los trabajadores y sus condiciones laborales, lo que permitirá un adecuado desenvolvimiento a nivel de los procesos productivos”, plantea Álvaro Rojas.
En tanto, en la SNA dicen que los cambios ya comenzaron.
“Se han incorporado nuevos criterios a la capacitación laboral, mediante un convenio con Nueva Zelandia, y se están armando las instancias. Como SNA vamos a participar en los nuevos módulos de capacitación, que son diferentes a lo que se venía haciendo con Sence. Con eso mejorará la productividad laboral y se generarán condiciones para acceder a más beneficios. No tenemos ningún problema en que ganen el doble, pero haciendo la pega que antes hacían más trabajadores”, señala Crespo.
La política debe focalizarse también en modernizar las relaciones entre trabajadores y empresarios, en el sentido de lo que se trabajó con el Estatuto del Temporero que está en el Congreso y que ha tenido dificultades para su tramitación, donde el énfasis se puso en buscar puntos de encuentro para garantizar los derechos de los trabajadores y, al mismo tiempo, flexibilizar la norma para facilitar acuerdos.
La necesaria innovación a todo nivel
Se considera fundamental consolidar y potenciar un sistema de innovación e investigación agrícola de primer nivel, en el que se integre y articule a los esfuerzos privados y de las instituciones de educación superior, con la finalidad de dar respuesta a las reales brechas tecnológicas existentes en nuestra agricultura. Quizá una de las áreas donde se debe también poner énfasis es el aporte del agro como fuente de energías no convencionales. Pero ello es otro ámbito que requiere de respuestas y planes de fomento sectoriales y que hoy no son lo debidamente atendidas.
“No es posible pensar el devenir sectorial bajo una mirada cortoplacista. Por ello es necesario articular un gran acuerdo nacional de la agricultura chilena, que entregue el marco de acción a la política sectorial en el contexto de mercados agroalimentarios altamente dinámicos y competitivos”.
Álvaro Rojas Marín,
Rector de la Universidad de Talca
“Nuestro país no ha definido una estrategia agrícola de largo plazo, lo que se hace indispensable cuando la evolución económica del país y sus proyecciones, están modificando substancialmente la importancia relativa del sector”.
Ronald Bown,
Presidente de Asoex
“El mundo y el país están cambiando rápidamente. En Chile tenemos problemas estructurales que atender, pero se dejan para más adelante y se tira la cuerda hasta que la gente se va apretando y buscando salidas, pero algunos van quedando en el camino”.
Patricio Crespo
Presidente de la SNA
63,7
puntos marcó el Índice de Competitividad Frutícola en 2011, su menor nivel desde 2001.
20
mil millones de dólares en exportaciones agroalimentarias se esperan para el 2020.
Fuente: Agromeat
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