Desde 1971, Bután, un pequeño país asiático inserto entre China e India, tuvo la irreverencia de plantear su riqueza en término de la felicidad nacional: ni en puntos porcentuales ni en inversiones; creó el índice de Producto Interno de Felicidad en el que se mide el bienestar social, físico, espiritual de sus ciudadanos y los términos de conservación del medio ambiente.
El aspecto ecológico ha tomado especial relevancia: como política nacional se preservarán mínimo 60 por ciento de sus bosques, se consideró ilegal la tala de árboles y esta semana anunció que se convertirán en el primer país con agricultura 100 por ciento ecológica.
El ministro butanés de agricultura, Pema Gyamtsho, anunció en la Conferencia de Desarrollo Sustentable 2013 que su país dejará de usar pesticidas, herbicidas y químicos fertilizantes con el fin de regresar a prácticas ancestrales de cultivo que son amigables con el medio ambiente y más adecuadas a su topografía montañosa que impide que las fórmulas de la Revolución Verde se aprovechen en el lugar donde se han implementado.
Aunque Gyamtsho admitió que implementarlo tomará tiempo, se hará metódicamente, región por región, con el fin de mejorar la producción y producir alimentos de mejor calidad. La decisión se basó en dos premisas básicas: practicidad, la mayoría de los agricultores de Bután todavía emplea técnicas sustentables, y filosóficas, por la ideología del país y el budismo –la religión mayoritaria-, que aboga por una mejor relación entre la tierra y el ser humano.
La mayoría de los campesinos del país asiático son pequeños propietarios que ante la decisión tienen muchas expectativas pues a últimos años el clima errático, el aumento de plagas, la disminución en lascosechas y la migración de los jóvenes en la ciudad ha puesto un reto en la producción agrícola del país.
Fuente: revoluciontrespuntocero.com/
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