Las deficiencias en estructura y logística que tiene Brasil provocarán que durante el presente año los productores de soja y maíz en esta nación sudamericana sufran péridas por 4.000 millones de dólares, según cálculos de la Asociación Nacional de Exportadores de Cereales (ANEC).
La entidad calcula que el el país, uno de los principales productores agrícolas del mundo, exportará este año 40 millones de toneladas de soja y 18 millones de toneladas de maíz.
Así, el costo por llevar cada tonelada a los puertos marítimos de Santos y Paranaguá (ambos en el sureste del país) aumentó de los 81 a los 98 dólares por tonelada, casi 70 dólares más de lo que pagan otros competidores de Argentina y los Estados Unidos.
Este costo es descontado del precio de la soja, cotizada a 525 dólares la tonelada, y del maíz, que se calcula a 246 dólares la tonelada.
"Las pérdidas que hay en relación al flujo de la cosecha ya alcanzan valores superiores al costo que tendríamos en implantar varios corredores fluviales en el país", se quejó el presidente de la ANEC, Sérgio Mendes.
Actualmente, Brasil tiene planes para implantar al menos dos hidrovías para recolectar la cosecha del norte del país, en los corredores de los ríos Teles Pires-Tapajós y Tocantins-Araguaia.
El único corredor de exportación que funciona como salida hidroviaria en la cuenca del Amazonas es la logística del río Madeira, a partir de la ciudad de Porto Velho (estado de Roraima, en el noroeste).
El gobierno brasileño mostró su interés en el desarrollo de sistemas de transporte por agua para financiar la construcción de la esclusa que rompe la represa hidroeléctrica de Tucuruí (estado de Pará, en el norte del país), en el río Tocantins.
Brasil gastó 1.600 millones de reales (800 millones de dólares) en el proyecto, pero incluso con la estructura finalizada, no es posible utilizarla por problemas que hay con la navegación por debajo de la presa.
El transportar los granos para la exportación al norte de Brasil ayudaría en parte a resolver los problemas de logística y saturación que viven los puertos de Santos y Paranaguá.
El tráfico y el caos en las carreteras que llevan a los dos puertos es habitual, con kilómetricas filas de camiones que llevan las mercancías al puerto.
Para intentar solucionar el problema, el Gobierno aprobó esta semana una Medida Provisional que permitirá la entrada de la inversión privada en las terminales marítimas y modernizar la obsoleta estructura de los puertos.
Tras una fuerte polémica, el texto fue aprobado por el Senado cinco horas antes de que venciera su validez.
Se espera que se inviertan unos 25.000 millones de dólares en los próximos años para modernizar los puertos, algo que deberá beneficiar también a los exportadores de soja y maíz.
Uno de los principales aspectos del decreto es que abre puertas a la inversión privada en los puertos públicos, que hasta ahora eran objeto de severas restricciones.
Según las normas planteadas por el Gobierno, las concesiones de las operaciones portuarias para los inversores privados pasarán a ser por tiempo indeterminado, siempre bajo supervisión del Estado, lo cual altera la actual regla, que las limitaba a períodos de 25 años.
La propuesta contó con el apoyo total del sector privado, que identificó en ella nuevos alicientes para la inversión, pero ha sido rechazada por algunos gobiernos regionales, que temen perder poder sobre operaciones portuarias que les generan fuertes ingresos.
Según los empresarios, los puertos brasileños están obsoletos, no cuentan con las infraestructuras necesarias para atender el volumen de comercio del país y tienen costos elevados, lo cual atenta contra la competitividad de las exportaciones brasileñas.
Sin embargo, no sólo los camiones hacen largas filas en los puertos. En el de Santos, por ejemplo, hay un promedio de 50 barcos que esperan en el muelle para cargar la soja, el maíz y otros productos. Juntos esperan unos 2,6 millones de toneladas de grano para exportar.
Sin contar los trenes, se calcula que de los 2,6 millones de toneladas que hay para exportar en el puerto de Santos, 1,9 millones de toneladas de soja serán trasladadas en 54.000 camiones, lo que indica la necesidad de tener una buena infraestructura para que no haya un caos.
Diariamente, unos 3.200 camiones llegan con soja en el puerto de Santos. Sumando el resto de productos, son unos 10.000 camiones diarios, que la vieja infraestructura no permite asimilar.
Los transportistas y productores esperan que la llegada de la iniciativa privada desatasque los puertos y hagan de Brasil un país más competitivo, lo que beneficiaría a los consumidores con una reducción en los precios de los productos de exportación.
fuente spanish
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