Entre los tesoros que guarda Bolivia, se encuentra la belleza de la ciudad de Tarija, una tranquila ciudad a orillas del río Guadalquivir, que mantiene la familiaridad de una pequeña villa de antaño. Expresada en su naturaleza, sus costumbres, su folklore y, por supuesto, por su exquisita y singular gastronomía.
Los platos más reconocidos son el saice tarijeño (un plato de carne picada con ají de la región, acompañado con papas y ensalada de cebolla con tomate), la chanka de pollo (una sopa picante mezclada con pollo, acompañada con papas y/o chuño) y la arvejada (una mezcla de arvejas con ají y carne, acompañada con arroz).
Tarija también es conocida por los vinos artesanales, los vinos de exportación y los singanis de altura, producidos por conocidas bodegas.
Demandados y comercializados dentro del mercado nacional y local, son generalmente promocionados en ferias productivas y por iniciativa de los productores, en distintas exposiciones nacionales. La producción artesanal de vino involucra tradición, converge con el modo de vida del "chapaco" y hoy en día se incluye en la oferta turística que ofrece la ciudad, es así que el visitante a estas tierras podrá disfrutar de un recorrido por plantas de vid y misteriosas bodegas que guardan los detalles de vinos y singanis que enorgullecen a la bella Tarija, donde el aroma y el color lo invitarán a saborear las cepas y los vinos más nobles de esta tierra.
Los tarijeÑos, más conocidos como “Chapacos” son un población esencialmente alegre y hospitalaria, que lleva su identidad
enraizada con sus tradiciones.
Un aspecto destacable es que los vinos artesanales son elaborados de forma ecológica, no contienen conservantes químicos, sólo un estabilizador y no se utiliza filtro, por ser artesanal.
Existen buenos restaurantes con comida internacional alrededor de la plaza principal.
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