La auditoría ambiental de la Contraloría General del Estado a la cuenca del río La Paz halló en verduras y hortalizas cultivadas en los campos de Mecapaca concentraciones por encima del límite permitido de arsénico, cromo, cadmio, níquel y zinc.
Estos elementos “son potencialmente tóxicos para la salud debido a que han sido identificados en productos destinados al consumo humano y en concentraciones que sobrepasan los umbrales considerados como límites máximos permitidos”, dice el informe de auditoría K2/AP05/G12. El límite máximo permitido es el valor o rango asignado a un parámetro, el cual no debe ser excedido.
La ingestión de arsénico, cromo, cadmio, níquel, zinc y otros “incrementa el riesgo de aparición de tumores y de enfermedades en los aparatos digestivo, respiratorio y reproductivo con consecuencias no sólo para el consumidor sino para su descendencia”, advierte. (Ver infograma).
En Bolivia no hay una norma que regule la concentración de elementos tóxicos en los productos agrícolas, por lo que la entidad tomó como referencia parámetros establecidos por la EPA (US Environmental Protection Agency o Agencia de Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos). El muestreo de papa, maíz, repollo, lechuga, remolacha y tomate fue efectuado por personal del laboratorio Spectrolab y los análisis por ACTLABS, un laboratorio de Canadá.
La existencia de metales en las aguas del río La Paz, que tiene diferentes denominaciones a lo largo de su curso —Jhunu Tincut Jahuira, Kaluyo, Choqueyapu y La Paz— se debe a la actividad minera que se realiza en la cabecera de ese curso y a las descargas industriales en sus principales afluentes (ríos Cotahuma, Orkojahuira, Achumani, Irpavi, Huayñajahuira y Achocalla).
Esta agua no tratada —contaminada además por las descargas del alcantarillado sanitario— es empleada en el riego en el municipio de Mecapaca, cuyos agricultores carecen de fuentes alternativas de irrigación.
La primera fuente importante de contaminación de elementos potencialmente tóxicos tiene su origen en las nacientes del río La Paz, donde se encontró la presencia de arsénico, zinc, cobre y plomo en menor concentración.
En cuanto a los productos que crecen bajo tierra, el análisis descubrió que la papa colectada de la comunidad Avircato contiene concentraciones de arsénico y cromo que superan los parámetros permitidos, el cobre se halla al límite de lo tolerado, mientras la remolacha de Huaricana presenta concentraciones altas de arsénico, cobre y zinc.
Respecto a los que se desarrollan a flor de tierra, en la lechuga de las comunidades de Huaricana y Millocato “las concentraciones de arsénico, cromo y cobre superan los umbrales máximos permitidos” y el níquel de la muestra del vegetal tomada en Millocato “se encuentra ligeramente sobre el estándar establecido”. El tomate de esa última comunidad “supera los límites permitidos de arsénico, cadmio, cromo, cobre, níquel y zinc”, advierte.
En cuanto a los productos de tallo alto, las muestras de maíz, extraídas de la comunidad de Huaricana, tienen cuatro elementos —arsénico, cromo, cobre y zinc— “que superan lo permitido”. Además, señala que en casi todos los productos, a excepción de la lechuga y la papa, se halló zinc; en altas concentraciones en la remolacha, maíz y tomate, analizados en laboratorio.
Colección y análisis de muestras
Detalle
Personal del laboratorio Spectrolab colectó muestras de vegetales producidos en los valles de Mecapaca. El análisis fue efectuado por el laboratorio canadiense ACTLABS, que usó el equipo INNA, que aplica radiación gamma a los productos y permite determinar 35 elementos simultáneamente. No requiere procesos químicos, lo que minimiza errores, explica el informe de la auditoría.
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